Amanecer de otoño

Capítulo Veinticinco

Llego al hotel y voy directo a la habitación, no me detengo a hablar en recepción. Estoy por acostarme cuando me llega un mensaje de Pam al celular de Lauren. 

«Logramos conseguir un avión. Voy con Max, dejamos a Annie con los abuelos.» 

«Estupendo. Que tengan un buen vuelo.» 

«¿Hay noticias de mi hermana?» 

«Lograron extraer la bala, pero se mantiene delicada dentro de su gravedad. La bala logro perforar su riñón. Ahora está en la Unidad de Cuidados Intensivos.» 

«Rezaré porque se recupere.» 

«También yo. Apenas sepa de algo te aviso.» 

«Sí, por favor, te lo pido.» 

Nos despedimos, dejo el celular en la mesa de noche y voy al baño por una ducha, con la intención de que el agua me quite el cansancio y me ayude a despejar un poco. Ha sido un día de muchas emociones. 

Vuelvo a la cama ya seco, y me acuesto.  

No puedo dejar de mirar el techo o la ventana por el reflejo de las luces de las calles. No tengo idea de cuánto rato llevo así, hasta que agarro el celular y veo que son las tres de la mañana. Tampoco tengo novedades de Pam o Max, espero que ya estén en camino. Me levanto a cerrar mejor la cortina, esperando poder conciliar el sueño. 

Las horas pasan y no he podido dormir nada, me doy por vencido. Enciendo la televisión esperando encontrar alguna película o documental que me ayude a pasar el tiempo. 

Después de una hora, me llega un mensaje de Pam, indicando que acaban de llegar a Portland. Que intentarán llegar aquí lo antes posible. Le pido que me mantenga al tanto, que estaré al pendiente con el teléfono. Me consulta además si he tenido noticias de su hermana, pero le indico que no, que apenas lleguen podremos ir al hospital para intentar verla. Nos despedimos y sigo viendo la televisión. 

Son las seis de la mañana y tengo una llamada entrante de Pam.  

—Hola, Pam. ¿Ya están aquí? 

—Hola, Logan, sí, ya llegamos. ¿En qué hotel estás?  

—No sé el nombre, pero te envío la ubicación por WhatsApp. 

—De acuerdo, no tardes por favor. 

—Descuida, cortamos la llamada y la envío enseguida. También bajaré a recepción para recibirles. 

—Te lo agradezco. Nos vemos en unos minutos. 

—Nos vemos. 

Cuelgo la llamada y hago lo que dije. Abro el WhatsApp en el chat de las chicas y busco la ubicación de tiempo real para enviársela. Una vez hecho eso, me levanto y visto con la misma ropa de ayer, que es lo más cercano que tengo en este momento, más tarde me daré una ducha y cambiar de ropa como corresponde. 

Bajo a la recepción a esperar que lleguen. Mientras eso pasa, le pido al recepcionista de turno, que pueda darles una habitación matrimonial al lado o cercana a la nuestra. Por suerte hay una justo al frente, así que le pido la deje a mi nombre mientras tanto, que luego hacemos el cambio y me entrega la llave. 

Salgo a la calle y desde el fondo se ven las luces de un auto en movimiento, estoy seguro de que son ellos, porque no hay ningún otro auto por las calles a esta hora. Lo confirmo cuando el auto para frente a mí en la entrada del hotel. 

Pam se baja y corre hasta mí abrazándome, del impacto casi caigo de espalda al suelo. 

—Hola, chicos. Qué bueno que llegaron. 

—¿Cómo están? ¿Qué pasó? —pregunta Pam  

—Te lo contaré todo, no te preocupes, pero entremos que está un poco helado aún. 

—Sí, sí, por supuesto. 

—Ven, cariño, vamos. —Max abraza a Pam para contenerla. 

—Ya pedí una habitación para ustedes, vamos hasta allá para que hablemos con más calma. 

—De acuerdo. 

Ingresamos al hotel y vamos directo al ascensor. Los nervios de Pam no le ayudan a mantenerse en calma. 

—Vamos, nena, Logan ya nos contará qué está sucediendo. —Le pide Max, dándole un beso en la frente. 

—Vengan, chicos. —digo cuando salimos del ascensor. Llegamos al departamento y entramos. 

—Dímelo todo, por favor, Logan. No creas que por estar embarazada no pueda aguantar. —menciona Pam sentándose sobre la cama—. ¿Cómo pasó todo? 

Doy un suspiro largo antes de hablar. 

—Estábamos recorriendo la playa muy tranquilos, disfrutando del día y del lugar. A medida que caminábamos Lauren se ponía más melancólica por pensar en Lucy y desear estar allí con ella. Después de unos minutos, vio a una niña que según ella era muy parecida a la niña, iba acompañada de sus padres. En un momento el hombre se giró y pudo reconocer a Frank. Corrió hasta ellos, con la intención de llamar la atención de ella, pero él se adelantó y agarró a Lucy en brazos. Intenté llamar a la policía, pero me amenazó con dispararle a Lauren. No nos habíamos dado cuenta de que tenía una pistola hasta que la sacó de su bolsillo. Tuve que tirar mi teléfono al suelo, pero seguro que alguien que estaba en la playa viendo todo llamó a la policía, porque no tardaron en llegar. En ese momento nos rodearon a distancia prudente exigiéndole a Frank que deje a la niña y que suelte la pistola. Él, por supuesto, hizo caso omiso. En un instante de silencio, nadie se movía y seguramente queriendo distraer a la policía, disparó. Allí fue cuando Lauren recibió el impacto de la bala en su abdomen y cayó al suelo inconsciente, mientras Frank escapaba con la niña y la chica. 

—¡Oh, por Dios! Pobre de mi hermana. ¿Y qué pasó con Lucy? 

—No supe de ella hasta ayer por la tarde. Luego del disparo, no volví a verla. Ya estando en el hospital esperando por noticias de Lauren, llegó un policía que se identificó como el teniente Williams, que es quién estuve ayudando a Lauren desde que llegó a Portland hace un par de días. Él estaba en el operativo de persecución a Frank. Me comentó que en un momento lograron reducirlos a ambos, dando resultado de muerte, pero que la niña estaba bien. No tuvo heridas ni nada por el estilo, solo está traumada por lo vivido. 

—¿Y dónde está ella ahora? 




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