Amanecer de otoño

Capítulo Treinta

Acabamos de llegar a casa, y estoy agotada. El viaje se sintió demasiado largo, sin mencionar que tuve algunas molestias por las suturas de la cirugía, lo bueno es que tuve a mi enfermero —no graduado— personal junto a mí todo el tiempo. Es tarde y aunque me muero de ganas de ver a mi princesa, sé que lo mejor es esperar hasta mañana.  

—¿Deseas algo de comer, preciosa? 

—Solo algo ligero, siento el estómago revuelto con tanto viaje. 

—Te entiendo. No te preocupes, te prepararé algo liviano y nos vamos a la cama. ¿De acuerdo? 

—Déjame ayudarte, no quiero sentirme como una inútil. 

—Por ningún motivo, Lauren. Debes cuidarte. Ve a la sala y recuéstate en el sofá, puedes mirar algo en la televisión. No tardeo.  

Intento poner carita tierna para convencerlo de colaborar en la preparación, pero mi novio es estoico en su respuesta. Así que me dirijo al sofá y me recuesto, encendiendo la televisión y buscando alguna película mientras espero por la comida. 

Saco el teléfono de mi bolsillo y llamo a mi hermana  

—Hola, Pam. ¿Cómo están?  

—¡Hola, hermanita! Bien, ¿y tú? ¿Ya llegaron? 

—Sí, por fin regresamos. Ahora estamos en casa. ¿Cómo está mi princesa?  

—Ansiosa de verte. 

—También yo. La extraño por montones. Mañana nos volveremos a ver. 

—Así es. Estaremos temprano por allá.  

—Qué bueno saberlo, no soportaría más horas lejos de mi niña. Además, tenemos algunas noticias para contarles. 

—Qué misteriosa, espero sean cosas buenas, después de todo lo malo que ha pasado. 

—No te preocupes, lo son. Por cierto, ¿pudiste encontrar alguna enfermera? 

—Sí, Lau. Mañana me pongo en contacto de nuevo con ella para que vaya a tu casa. 

—Gracias, Pam, por hacerte cargo de eso. No tendría cabeza para hacerlo yo ahora. 

—Descuida, estoy para ti en lo que sea y lo sabes. Te dejo ahora, que tu princesa me necesita. 

—Dile que mamá le manda muchos besos. 

—Así lo haré, nos vemos mañana. Te quiero. 

—Y yo a ti, hermana. Nos vemos. 

Logan viene entrando a la sala con una pequeña bandeja con dos platos pequeños y un par de vasos de jugo. 

—¡Voila! Espero te guste. —Dice acomodando las cosas sobre la mesa de centro. 

—Viniendo de ti, por supuesto que así será. Sabes que lo de cocinar no se me da. —Agarro uno de los vasos y lo llevo a mi boca. Es jugo de manzana. 

—Bueno, habrá que hacer que eso cambie. Me encantaría que un día cocinemos juntos. 

—De acuerdo, está bien, pero tenme paciencia si el plato se quema. A diferencia de Pam, la cocina no es mi fuerte. —Me sirvo un bocado del sándwich, es de pollo con lechuga y tomate. Está delicioso—. Esto está muy bueno, amor, gracias. 

—De nada. Y qué bueno que te gustó, fue lo que encontré más a mano, menos mal le pedí a Pam que nos abasteciera con comida antes de llegar. —Agarra su vaso y da un largo sorbo. 

—Gracias al cielo por eso. No hubiera soportado una salida al supermercado. 

Deja su vaso sobre la mesa. 

—Mejor dicho, no hubieses aguantado la soledad aquí en casa, porque no te hubiera dejado ir.  

—Mmm, sí. Tienes razón. Hablando de Pam, hablaba con ella cuando llegaste, le comenté que ya llegamos. Estará aquí temprano con mi niña y los demás. 

—Qué bueno, cariño. Yo debo avisarle a Kristen que llegamos también, así trae a Brian mañana también. 

—¿Cómo crees que se lo tome Brian? 

—Qué pregunta es esa. ¡Ya sabes que te adora! ¿Por qué habría de tomarlo mal? 

—No lo sé. Es decir, creo en lo que me dices, pero yo sería la primera mujer con la que vives desde que nació y nunca te vio con nadie más. No quisiera que piense que quiero alejarte de él o algo así. 

—Al contrario, cariño, no te preocupes de eso. Él te quiere y estoy seguro de que se pondrá contento. Sabe muy bien que no eres su mamá, pero ya verás que te querrá como si lo fuera. 

—Ay, Logan, no me digas eso que me pongo más nerviosa. 

—Estará feliz de tener dos mamás, bueno, tres si contamos a Kristen. 

—Es verdad. Ella te ha ayudado mucho. 

—Gracias al cielo la tengo en mi vida. Ha estado conmigo y Brian siempre que lo hemos necesitado. Tanto para ella como para sus padres fue duro perder a Kendra y Brian es lo único que les queda de ella.  

—Por lo que me has contado, son hermosas personas. 

—Sí, lo son. Estoy esperando el momento para presentártelos. 

—Bueno, mañana al menos podré conocer a tu cuñada. 

—Es verdad. Espero que se lleven bien. 

—Lo mismo espero. 

Seguimos comiendo mientras vemos la película que están dando en la televisión. Al final como llamé a mi hermana, nunca busqué y solo deje la que estaba puesta en el canal sintonizado. Al terminar llevamos la bandeja hasta la cocina y pongo la loza en el lavavajillas. Una vez dejado todo ordenado, vamos a la cama, deseando que mañana sea un gran día. 

 

****** 

 

Luego de una merecida noche de descanso, voy despertando poco a poco gracias a unas manitos pequeñas que me hacen cariñitos en el pelo. Abro mis ojitos lentamente y me doy cuenta de que es mi pequeña, quien con mucho cuidado me acaricia la cabeza. Al darse cuenta de que la observo, ambas sonreímos. 

—Hola, mi amor. 

—¡Hola, mami! —Con mucho cuidado se posa sobre mí y me abraza muy fuerte, como si no quisiera soltarme nunca—. Te extrañé mucho. 

—Y yo a ti, amor. Estoy muy feliz de que estés conmigo de nuevo. Ya no nos vamos a separar nunca más. —digo con un pequeño quejido. Sin darse cuenta, mi niña me aplasto un poquito donde me duele. 

—¿Te hice dolor, mami? —pregunta al darse cuenta de mi mueca. 

—Solo un poquitito. —Le hace una seña con la mano—. Lo siento. —Pone carita triste. 

—No te preocupes, Lu, ya se me paso. —comento como si nada, no quiero hacerla sentir mal, ya que sé lo sentimental que es a veces—. Ven aquí. 




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