Amanecer de otoño

Capítulo Treinta y dos

Estoy terminando de arreglar a mi princesa, mientras Logan lo hace con Brian. Deseamos tomar un desayuno en familia y qué mejor idea que prepararlo todos juntos.  

Lucy ya está lista y de la mano vamos a la cocina, los chicos ya están allí, buscando algunos ingredientes. 

—Buenos días, Brian. —Saludo nada más entramos. 

—Hola, tía Lauren. Hola, Lucy. Buenos días. 

—Buenos días. —responde mi niña con un gran bostezo. Se nota que aún tiene algo de sueño. 

—¿En qué les ayudamos?  

—Podrían mientras tanto poner la mesa, cariño. Hoy el desayuno lo preparamos Logan y yo. 

—De acuerdo. Y, ¿cuál será el menú de hoy? 

—¡Pancakes con jugo de naranja! —grita muy entusiasmado Brian. 

—Mmm... suena delicioso. —le respondo con una sonrisa. 

—Lo son, tía Lauren. Papá y yo solemos prepararlos algunas veces en días especiales y sobre todo en mi cumpleaños. 

—Así es, campeón. —agrega Logan revolviendo su cabeza —. Hoy es un día especial para todos, así que debemos prepararlos. 

—Espero me enseñes a hacerlos algún día, Brian.  

—¡Claro que sí! 

—Ven, amor. —le pido a Lucy—. Vamos a poner la mesa del comedor. 

—Sí, mami. 

Con la ayuda de mi pequeña vamos poniendo la mesa y cuando intentamos ayudar a los chicos, vuelven a negarse, diciendo que ellos harán todo por hoy. 

No pasa mucho rato hasta que terminan y llevamos las cosas hasta la mesa y acomodamos a los niños, a Lucy en su sillita y ahora tendremos que comprar otra para Brian, ya que la mesa del comedor le queda muy alta aún. 

Cuando estamos todos listos, nos terminamos de preparar para ir al jardín. Acomodamos a los niños en las sillas especiales del auto de Logan y partimos. 

En el trayecto, le aviso a mi hermana que voy camino al jardín para que pueda llamar a la enfermera y nos encontremos con ella en la cafetería más tarde. 

El ambiente dentro del vehículo es muy ameno. A petición de los niños, Logan pone música infantil conectada por bluetooth desde su celular y yo que voy sintonizando ya que él va manejando. Después de un rato de canciones como el “Osito gominola” o “Pin Pon”, finalizando con la del elefante que se balanceaba, damos terminada la sesión musical cuando llegamos al jardín. 

Nos bajamos del auto y tomados de las manos con los niños al medio, entramos al recinto. 

Me pone contenta ver que mi niña es tan bien recibida por los compañeritos y las tías de la sala, que le hacen sentir como si nunca se hubiera ido. Lo bueno es que, al ser compañera de Brian en la sala, sé que no se sentirá sola. Me despido por un momento de Logan que se dirige hacia la obra en construcción, la que tal y como me había comentado está en plenos avances. Lo bueno es que no se atrasó la obra debido a lo acontecido en Oregon, me sentiría demasiado culpable si todo se hubiese atrasado por la distancia de Logan por estar al pendiente de mí. 

Me dirijo hacia la oficina de la directora, esperando poder aclarar con ella lo sucedido y también disculparme con la profesora. Con un poco de nervios en el estómago toco la puerta. 

—Pase. —Se escucha desde el interior. 

—Con permiso, directora. 

—¡Señorita Collins! Qué alegría verla repuesta. —Se levanta de su escritorio y se acerca a mí. 

—Muchas gracias. He venido a hablar con usted. 

—Sí, por supuesto. Adelante, por favor. Tome asiento. 

—Gracias. 

Nos sentamos alrededor de su escritorio. 

—¿Desea algo de tomar? ¿Té, café? 

—Un té, estaría bien, gracias. 

—Perfecto. Enseguida regreso. 

Se vuelve a levantar y sale de su oficina para volver un momento después. 

—Antes de que diga algo, me gustaría disculparme nuevamente con usted por lo sucedido. No puedo llegarme a imaginar lo duro que fue para usted. 

—La verdad sí, fue demasiado difícil todo. El tiempo sin mi niña, su secuestro, todo. 

—Todavía es difícil de creer lo que el señor Brown fue capaz de hacer. Tan distinto que se veía, tan correcto. 

—Pues ya ve, conocemos caras, pero no corazones. Lo importante es que mi niña ya está conmigo de nuevo. 

—Le reitero nuestras más sinceras disculpas. Quién iba a imaginar todo lo que desencadenaría después.  

Somos interrumpidas por una de las asistentes que trae un bandeja y dos tazas. Nos las sirve y se retira. 

—Yo también debo pedirles disculpas, directora. La rabia del momento me cegó e insulté a todo el mundo. Como sabe, yo no suelo ser así, pero las circunstancias me llevaron a eso. Lo que me deja tranquila es que no volverá a suceder y su padre ya no volverá a molestar. 

—Lo lamentamos mucho por eso. Pobre de Lucy. ¿Ya lo sabe? 

—Aún no. Y es por eso que he venido a hablar con usted. No sé cómo pueda afectarla si llegase a enterarse de la verdad de Frank. Con todo lo que vivió, eso por sí solo ya es traumático para ella. —Tomo un sorbo de la taza de té.  

—La entiendo. Le prometo que estaremos al pendiente de ella, le estaremos avisando si notamos alguna conducta fuera de lo normal. 

—Se lo agradecería muchísimo. Tengo pensado enviarla con alguna terapeuta si es necesario, pero para eso, quisiera que estén al pendiente de ella y puedan redactar algún informe de ser necesario. 

—Déjelo en nuestras manos. Estaremos muy al pendiente de ella. —Tomo otro sorbo del té. Por suerte está como me gusta, con poco azúcar. 

—Otra cosa importante que quería comentarle, es que tengo una relación formal con el señor McLean, el jefe de la construcción de la ampliación del jardín y que ahora será él quien retire a la niña, cuando tenga que hacerlo por Brian, bueno mi hermana también de vez en cuando. 

—No se preocupe. Si gusta le podemos informar con antelación cuando alguien venga por ella. 

—Descuide, ya no será necesario. 

—Y mis felicitaciones por su relación, espero sean felices. 




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