Amanecer de otoño

Capítulo Treinta y cuatro

Hoy por fin es el día de la mudanza a casa de Brian y Logan y con Lucy estamos muy contentas por recibirles, que decidimos prepararles con la ayuda de Becky una pequeña fiesta con algunas decoraciones para celebrar su llegada, globos, pancartas y distintos adornos engalanan la casa a la espera de ellos. Por supuesto que todo es una sorpresa, así que no les dijimos nada. 

Cómo finalmente no son tantas las cosas que traen, podemos acomodarlas todas y dejarlas en algún espacio de la entrada mientras les damos la bienvenida. 

Me acaba de llegar un mensaje de Logan diciendo que ya han llegado. Me dispongo a apagar todas las luces y a esconderme junto a los demás. Sí, también vinieron Pam, Max y Annie a recibirles. Se siente el ruido en el exterior y de llaves moviéndose en el cerrojo de la puerta, hasta que finalmente...  

—¿Hola? ¿Cariño? ¡Ya llegamos! —grita Logan, pero queda en silencio al ver todo oscuro y no ver a nadie. 

—¡¡¡Sorpresa!!! —gritamos todos al mismo tiempo que enciendo las luces de la sala desde mi escondite. 

—¡Vaya! Pero, ¿qué es esto? —pregunta sonriente y sorprendido. 

—¡Bienvenido, amor! ¿Te gusta la sorpresa? —interrogo acercándome a él dando pequeños saltitos. 

—Cómo no va a gustarme esto. Es genial. ¡Gracias! 

—¡Bienvenido a casa tú también, Brian! 

—¡Gracias! ¿Todo esto es por nosotros? 

—¡Claro que sí, campeón! Tu papá y tú, son los hombres que esta casa necesita, así que estamos felices de recibirte. Ahora entra y disfruta de tu nueva casa. —Me muevo hacia un lado para que puedan entrar hasta la sala. 

—Preciosa, no sabes cuánto te quiero. —Logan me toma de la cintura y me besa.  

—Bueno, bueno, que hay niños presentes, dejen eso para más tarde. —dice mi cuñado en tono de burla—. ¿Traes mucho, Logan? 

—No tanto, pero sí varias cajas. Eso sí, debo descargar el camión ahora. 

—De acuerdo, ven que te ayudo a descargar todo. 

—Está bien, vamos. 

—Pueden dejar por ahora las cosas en el espacio vacío a un lado de la cocina. 

—Genial, gracias Lauren. Ya venimos. ¡Hey, campeón! ¡Diviértete! Ya regreso. 

Mientras los chicos van descargando las cajas, entre las chicas y yo vamos jugando con los niños a todos los juegos que se nos ocurren. Después de una hora, Logan y Max ya han terminado de subir todas las cajas y se nos unieron en los juegos, hasta que damos por finalizada la ronda. Ahora son los niños quienes juegan mientras que los adultos nos preocupamos de las cosas de la casa, los hombres, comienzan a llevar algunas cosas a la habitación de Brian y las chicas, nos preocupamos de la comida, aunque, mejor dicho, Becky y Pam, yo les voy dando apoyo moral además de ofrecer una buena conversación. El menú de hoy es lasaña, el plato preferido de los chicos.  

—Ya regreso, chicas, iré a vigilar a los niños. 

—De acuerdo, no tardes, que ya te va a tocar preparar la mesa del comedor. —dice mi hermana. 

—No te preocupes, no tardo. 

Voy a la habitación de Lucy y no están, les llamo y veo que están con Max y Logan en la habitación de Brian, buscando algunos juguetes en alguna de las cajas. 

—Chicos, no desordenen todo antes de tiempo. Dejen que los grandes terminen de acomodar los muebles. 

—Son solo un par de juguetes, tía Lauren. 

—Está bien, pero será mejor que vuelvan a la habitación de Lucy para jugar. Te prometo que más tarde, ya tendrás tu habitación lista y como a ti te gusta. 

—¿Qué sucede, cariño? —pregunta Logan entrando con una caja en las manos, seguido de Max que trae otra. 

—Nada, amor, los niños solo buscaban algunos juguetes en un par de cajas. 

—Ya veo. —responde mirando hacia el montón de juguetes desordenados en el suelo cerca del rincón—. Por suerte está menos desordenado a comparación de cómo estaba en la otra casa. 

—Más tarde, podemos ordenarlo todo. Los dejo terminar, por lo visto no queda mucho. 

—Por suerte ya estamos acabando por aquí. 

—Qué bueno, porque la comida va a estar lista pronto. 

—Esperemos no hayas cocinado tú, cuñadita, no quiero morir intoxicado. —bromea Max. 

—¡Idiota! —respondo riendo mientras los dejo solos. 

Las chicas ya están terminando de cocinar. 

—Qué bueno que ya llegas, te toca poner la mesa. 

—De acuerdo, ya me pongo a ello. 

Busco los platos y cubiertos y los llevo en una bandeja hasta la mesa del comedor. Gracias al cielo, se me ocurrió comprar una bastante grande, pensando justamente en esto, reuniones y celebraciones familiares. 

Después de unos cinco minutos ya tengo toda la mesa montada y Pam me pide que llame a todos a prepararse para almorzar. Llevo a los niños al baño de mi dormitorio, mientras que los chicos ocupan el del pasillo. Cuando estamos todos listos, vamos al comedor, pero yo me dirijo a la cocina para colaborarles a las chicas a llevar la comida hasta la mesa. Servimos y comenzamos a disfrutar de un delicioso almuerzo. 

Brian, cuando ve que las chicas han preparado grita muy contento por la emoción. 

—Por lo visto, no me equivoqué en elegir este plato para cocinar. —Le dice Pam. 

—¡No, señora Pam! Es mi plato favorito. 

—Pero no me digas señora, Brian, puede decirme Pam o tía si lo prefieres. 

—Está bien. —Le contesta con una sonrisa y mi hermana se la regresa. 

—Esto está delicioso, Pam. —la congratula mi futuro esposo. 

—Gracias, me alegra que les guste. Fue preparado con mucho cariño con la ayuda de Becky, porque la de mi hermana, ni luces. 

—¡Oye! Ya sé que no soy buena en la casa, pero solo les diré una cosa, eso va a cambiar, algún día, pero va a cambiar. 

Apenas respondo esto, todos comienzan a reír, no sé si sentirme ofendida o me uno a ello con la risa, porque de que tengo intención de aprender a cocinar, la tengo. Ahora que voy a casarme y ganarme un marido y un hijastro, debo hacerlo, no quiero quedar mal antes ellos. No sé si Logan se ha dado cuenta, pero si me siento mal por esto. 




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