Amanecer de otoño

Capítulo Treinta y ocho

Estas semanas han tenido de todo para mí.

Por un lado, estoy muy contenta por los avances que estoy teniendo con la novela, estoy avanzando muchísimo y creo que lo bien que me estoy sintiendo conmigo misma, hace que se note mucho más. Estoy fluyendo en mi escritura como hace rato no sucedía y según mi planificación, estoy muy cerca de terminar con la novela.

Por otra parte, en mis clases de cocina, mis progresos han sido muy buenos. En palabras de mi hermana mi progreso ha sido fantástico considerando que antes solo podía cocinar unos simples huevos revueltos. Sí, lo sé, no podía ser más penosa, solo pudiendo cocinar lo básico, siempre fue igual para mí, porque no heredé la beta cocinera de mamá.

Mi hermana además dice que las clases se terminarán la próxima semana y que está segura de que podré seguir avanzando mucho más. Mi progreso lo ha notado y sólo me recomienda seguir practicando y cocinando más en casa. Lo que me deja muy aliviada, porque finalmente conseguí mi propósito.

Desde que inicié mis clases, en mis ratos libres, me dispongo a ir al supermercado y comprar los alimentos necesarios para cocinar algún plato de comida o algo de repostería para sorprender a Logan y los niños. Cuál de todos más contento, no sabría decirlo, pero sin duda, me siento feliz porque es un enorme progreso para mí y qué mejor que realizarlo con la ayuda de mi hermana.

Espero pronto poder sorprender a toda la familia con una gran cena y que sea del gusto de todos.

Ahora voy camino a ver a Claire, mi editora. En unos días tenemos reunión programada con el equipo, pero quiero darle una sorpresa.

Logan se ofreció a llevarme más temprano, pero no quise. Mucho provecho fueron todas las veces que me llevaba a clases de cocina, por más que me negué. No puedo estar interrumpiendo en su trabajo sabiendo todo lo que tienen que hacer.

Lo bueno de todo, es que el camino me lo sé de memoria y puedo manejarme con la locomoción pública de la ciudad.

Me bajo del taxi y entro al edificio.

—¡Lauren! ¡Qué alegría verte por fin!

―Lo mismo digo. ―le respondo a Abigail―. No sabes lo que echaba de menos pisar este lugar. Ha pasado mucho tiempo.

―Es verdad, pero con todo lo que has pasado es totalmente comprensible.

―¿Está Claire?

―Sí, claro, en su oficina. Ya le aviso que llegas.

―No te molestes, yo misma me anuncio. Quiero darle una sorpresa. En unos días tenemos una reunión, pero quiero verle antes.

―Entonces no te interrumpo más. ¿Te veo más tarde?

―Claro que sí. ¿Te parece si almorzamos juntas? ―La invito. Hace mucho no compartimos con Abby y es una excelente amiga.

―¡Sería fantástico! Nos vemos más tarde entonces.

Nos despedimos y subo por el ascensor hasta el piso de Claire. Al salir de este, la veo en su oficina a través del vidrio que la separa del pasillo y como siempre está al teléfono. Le hago una seña mientras camino hacia ella y se sorprende de verme. Rápido cuelga el teléfono y se abre paso hacia mí.

―¡Lauren! ¡Qué sorpresa! ¡Qué fantástica estás!

―Hola para ti también, Claire. ¿Interrumpí algo importante?

―Para nada. Solo hablaba con Jamie, ya sabes cómo es él. Siempre disculpándose por su actitud infantil, intentando de que volvamos otra vez.

―¿Qué hizo ahora? ―pregunto sin tanto asombro, ya que cada tanto sale con alguna sorpresa.

―Lo mismo de siempre, se emborracha y me gasta todo el cupo de la tarjeta de crédito.

―¿Y qué esperas para terminarlo? No puedes dejar que se siga aprovechando de ti.

―Lo sé, lo sé. Soy yo la blanda que siempre le perdona, pero esta vez, ya no más. Ni te imaginas las de cosas que ha comprado, pareciera que quiere dejarme en la ruina. Ya basta de hablar de él. ¡Qué gustazo me da verte! Tenemos una reunión en unos días más, no me esperaba verte por aquí.

―Esa es la idea, quería darte una sorpresa.

―Y vaya que me la has dado. Ven, vamos a mi oficina. ¿Quieres algo de beber?

―Un cappuccino estaría bien.

―No se diga más. Le pediré a Jacqueline que vaya por unos cappuccinos y unos donuts del Dunkin’ de la esquina. ¿Te parece?

―Suena perfecto.

Le llama y pide el favor. Mientras conversamos nos ponemos al día de todo.

Me cuenta que las ventas de mis novelas se han normalizado, pero que siguen en número alto, ―lo que es muy bueno, por supuesto, tanto para la editorial como para mí―. Y que, debido al incremento de esto, han acordado algunas firmas de libros en las próximas ferias y librerías de la ciudad, así como en otras ciudades del país.

Estoy perpleja, no creí que todo lo que me ocurrió sería de tanto interés público.

Jacqueline nos interrumpe trayendo el pedido de Claire. Nos saludamos y se retira dejándonos solas de nuevo. Al parecer mi editora, tenía algo de hambre, porque ataca directamente los donuts bañados en chocolate.




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