Amanecer de otoño

Capítulo Cuarenta y siete

Estamos llegando hospital, Max nos llamó hace unos diez minutos para avisarnos que mi hermana ha roto la fuente y que van camino también para que mi sobrina nazca pronto. Salimos inmediato de casa junto a los niños, ya que llamamos a Kendra y no podría cuidarlos. Vamos directo al sector de maternidad y vemos a algunos familiares de Max que cuidan de Annie.

            ―Hola, ¿cómo están? ¿Se sabe algo? ―le consulto a los suegros de mi hermana.

            ―Max está con ella. Estamos esperando noticias.

            ―Dios quiera que todo salga bien.

            ―Ya verás que sí. Tu hermana es una mujer fuerte.

            ―Segura de que lo es. Me sorprende que la fuente se haya roto antes de tiempo.

            ―A veces sucede, pero esperemos que todo esté bien.

La puerta principal se abre y vemos a Max salir.

―Hola, Max. ¿Cómo están? ―Que se acerca a nosotros.

―Bien por ahora, solo esperando que Pam dilate un poco más para que pueda nacer mi niña.

―Ojalá no demore mucho.

He oído que, en algunos casos cuando la mujer rompe la fuente, puede llegar a demorar hasta veinticuatro horas o veces un poco más. De pronto se oye un grito femenino desde el interior y puedo reconocer que es la voz de mi hermana.

―Volveré adentro. Apenas tenga noticias saldré de nuevo. Gracias por venir.

―Qué dices, claro que vendría, son mi hermana y mi sobrina las que están allí dentro.

Max se aleja y entra por la misma puerta de donde salió.

Voy a sentarme un momento, que toda la venida hasta el hospital me ha pasado un poco la cuenta. Logan me ofrece traer un botella de agua la que acepto. Me quedo con los demás junto a los niños, mientras él va por ella, lo bueno es que no tarde en volver. Agarro la botella, la abro y bebo casi la mitad del contenido de un solo sorbo.

Los minutos pasan y desde adentro solo se escuchan algunos gritos y no solo de mi hermana, supimos que hay otra mujer también en trabajo de parto, así que ya están habilitadas las salas de parto, por si tienen que hacer trabajo simultáneo.

No tener ninguna noticia y solo escuchar aquellos gritos, hacen que me ponga más nerviosa, por el solo hecho de pensar que yo también estaré en esa situación en unos pocos meses. No sé si pueda soportarlo o bien mis bebés tendrán que nacer por cesárea. Será lo que tenga que ser.

Max sale de nuevo y nos informa que mi hermana, solo ha dilatado un par de centímetros, por lo que están a la espera nada más. Y que según los médicos en cualquier momento se llega a los diez que son necesarios para que mi sobrina nazca.

Mi cuñado está muy nervioso y bueno, qué hombre no lo estaría si está recibiendo un hijo o hija por primera vez. En el caso de Annie, cuando ella nació, él estaba al otro lado del mundo trabajando para su antigua compañía y no encontró vuelo que lo pudiera traer a tiempo para el nacimiento. Así que conoció a su hija después de tres días de nacida.

Recuerdo que aquella vez se prometió a si mismo y a Pam que si volvían a ser padres, no se perdería el parto por nada del mundo. Sé que, hoy en día, aún hay veces que se autoincrimina por ello, pero tanto mi hermana como yo, le hacemos que no es culpa y que es algo que si puede suceder.

Desde adentro, sale un enfermera pidiendo a Max que vuelva con Pam que la niña ya está pronta a nacer. Se despide de nosotros y se apremia en volver con mi hermana.

El tiempo pasa y no tenemos novedades ni de mi cuñado ni de algún médico o enfermera.

―Todo estará bien, ya lo verás. ―comenta Logan para calmarme―. Si hubiese pasado algo malo ya nos hubiéramos enterado. ¿No crees?

―Tienes razón. Los nervios me tienen así.

Se escucha ruido desde el interior y sale Max sonriente.

―¡Clarise ya está aquí! ―grita emocionado. La algarabía que se forma en la sala es instantánea. Todos nos acercamos a Max para felicitarlo―. Tres kilos, cien gramos y cuarenta y ocho centímetros. ―Nos comenta.

―Mi hermana, ¿cómo está?

―Agotada. La bebé estaba lista para salir, pero al parecer no quería hacerlo, Pam tuvo que pujar mucho para ayudarla.

―Pobre de ella. Ahora por fin descansará un poco. ―comento aliviada de saber que se encuentra bien―. ¿Y mi sobrina?

―Mi niña está perfecta, aunque nació adelantada, todo está bien. Con medida y peso adecuado a su tiempo de embarazo.

―¿Ya podremos verla, hijo? ―pregunta su madre.

―En unos minutos la trasladarán a la zona neonatal.

―Debe ser preciosa, mi niña.

―¿Mi mamá está bien? ―consulta Annie acercándose a su padre que la toma en brazos.

―Sí, mi amor. Mamá está bien. Ella es fabulosa, ¿lo sabías? ―Mi sobrina asiente con la cabeza―. Ya pronto podrás ir a verla y a conocer a tu hermanita.

―Ya quiero verla, papá. ¿Es muy pequeñita?

―Sí, lo es. Así que cuando podamos tenerla en brazos, hay que ser muy cuidadosos, ¿de acuerdo? ―Annie vuelve a asentir y mi cuñado la deja en el suelo de nuevo―. Volveré con ellas. Apenas pueda salgo de nuevo.




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