Amanecer de otoño

Capítulo Cuarenta y nueve

            El último mes ha sido uno de los mejores de mi vida, después de la fiesta por el lanzamiento de mi novela y la petición de Brian para que sea oficialmente su mamá, nos ha tenido aún soñando. Tanto para él decirme mamá y para mí el llamarle hijo, se volvió natural. Fuimos al municipio de la ciudad para actualizar su acta, donde ahora figuro como su madre.

            Por supuesto, que no podía faltar la celebración por aquel acontecimiento, el que también se realizó en casa de los Hart.

            Aún estoy sorprendida con Logan, es increíble que no me dijera lo que Brian tenía planeado. Se lo tenía muy bien guardado.

Este mes, además mi vientre aumentó bastante de tamaño, lo que me ha provocado el volver a las tantas idas al baño porque mi vejiga no aguanta mucho tiempo. Incluso por sugerencia de la ginecóloga, he estado usando toallas higiénicas para evitar cualquier escape de líquido. Se siente raro usarlas estando embarazada, pero bastante bien que ha funcionado.

También tuve la compañía de mi hermana para este último control, porque también me harán una fiesta. Al igual que como hicimos con Pam, ahora seré yo quien tenga una revelación de sexo y baby shower para los mellizos. Ahora también será en su casa, y estamos prontos a llegar.

―¿Podrías apurarte? ―le pido a Logan. En este preciso momento tengo unas ganas enormes de ir al baño y el protector que estoy usando no ayudará a retener el líquido.

―A quien se le ocurrió tomar semejante cantidad de agua después de comerse un banana split.

―Los antojos son más fuertes que yo y, además es por el bienestar de tus hijos.

―No pongas a los niños como excusa, que ellos no tengan la culpa de tus antojos raros. Solo a ti se te ocurre tomarte un litro y medio de agua como si fuera a acabarse el mundo.

―Bueno, bueno ya. No me regañes tanto y llega pronto, por favor. ―pido sabiendo que no podré aguantarme mucho más.

―Tranquila, entre cinco a diez minutos ya estaremos con los chicos. Todo depende del tráfico. Y ustedes, niños, ¿todo bien? ―les pregunta mirando por el espejo retrovisor y ambos asienten.

―Quiero llegar para jugar con mi prima Annie. ―comenta Lucy.

―Ya pronto, princesa.

Dicho y hecho, en menos de diez minutos, ya estamos aparcando frente a la casa de mi hermana.

Nos bajamos y luego de entrar voy directo al baño. Al regresar a la sala donde están todos por fin puedo saludar a mi hermana y a los demás. Por lo visto, todos asisten, porque no hay ningún rostro que me falte por visualizar.

Toda la terraza está decorada, hay dibujos de bebés y decoraciones alusivas a la celebración por toda la pared. En una mesa, hay distintos platos de comida, cupcakes, mini tortas, galletas y palomitas de maíz teñidas, son solo algunos y al igual que en la fiesta que hicimos para mi hermana tiempo atrás, todo está en tonos azules y rosas. También hay una mesa donde hay muchísimos regalos. Si para Pam había muchísimos, ahora veo tres veces más presentes.

Al medio hay un arco como esos que se ven en los matrimonios, pero decorado con globos azules y rosas y en la parte de abajo. Distintas flores, también en aquellos colores. De seguro será el escenario principal. A diferencia de la fiesta de mi hermana, todos debían venir de blanco a excepción de Logan y yo, que debíamos venir en rosa y azul, pero combinando ambos colores en la vestimenta. Brian pidió venir de azul y Lucy de rosa, así combinarían con nosotros.

―Pam, toda la decoración te quedó preciosa. ―digo sentándome en el gran sofá.

―Qué alegría de que te haya gustado, pero no lo hice sola.

―Ah, ¿no? ―pregunto curiosa.

―Kendra y yo lo hicimos. ¿Ves los dibujos que pegamos a la pared? ―Asiento―. Ella los hizo.

―¿Es en serio? ―pregunto mirando a la aludida―. Están bellísimos los dibujos.

―Gracias, me alegra mucho que te hayan gustado, los hice con mucho cariño.

―No sabía que eras dibujante. ―confieso.

―La verdad no lo soy, pero sí me lo dicen bastante, no me dedico a ello, solo es un pasatiempo que tengo.

―Pues deberías dedicarte a ello, eres fantástica. ―digo honesta. Y, de hecho, me has dado una idea, de la que podría hablarte después. ―Guiño el ojo.

―Bueno, cuando quieras, tú solo dime. ―responde conciliadora.

Observamos a los niños que juegan por todo el jardín. Esta vez, ya se notan los tiempos de invierno, así que Max ha tapado la piscina para evitar accidentes. No queríamos a nadie enfermo, mucho menos los niños, así que fue una buena idea de que lo hiciera.

La música ambiental que nos acompaña es música infantil y aunque la disfruto durante un rato, le pido a mi hermana si pueden cambiarla por algo más calmado. Acepta y pone algo de música clásica de la que me gusta y ayuda a calmar los nervios.

Conversamos de todo y vamos comiendo de todas las delicias que hay aquí.

―Si me disculpa, tengo que ir al baño. ―Me excuso poniéndome de pie.

―¿Otra vez? Pero si fuiste apenas llegamos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.