Amanecer de otoño

Capítulo Cincuenta

Mi panza ya está enorme, Arthur y Paige, mis niños han crecido rápidamente, que ahora ya debo tomarme un reposo esperando por su llegada. Me agoto fácilmente y mi genio ha sido de los mil demonio. Por suerte, me siento comprendida por todos quienes me apoyan y ayudan si lo necesito.

Logan ya terminó la obra y está entregado el proyecto, así que pasa el tiempo conmigo en casa, solo sale cuando hay que ir a dejar a los niños y vuelve pronto. Salimos de vez en cuando para poder despejarme, porque me estoy cansando de estar en casa, necesito aire puro, además de que apenas pongo un pie fuera de nuestro hogar, me voy sintiendo más calmada.

Agradezco totalmente sus mimos y comprensiones. Jamás pensé que estar con embarazo doble fuera de esta forma, así que admiro a las mujeres que pasan por esto, porque si ya es tarea importante el llevar un bebé en nuestro vientre, con dos todo es doble, es doble trabajo, doble sensaciones, doble cansancio.

Cada mes he tenido que ir comprando más ropa porque la que tengo ya no me queda. Extraño tanto poder usar mis jeans favoritos. Las prendas que uso ahora me quedan gigantes, pero son las que necesito, aun así, no me siento cómoda, más bien como una morsa, por lo mismo casi no salimos de casa y si lo hacemos es a un lugar cercano porque, aunque sé que, visto así por los mellizos la gente no deja de mirarme raro y a apuntarme con el dedo y eso me incomoda. Ahora comprendo todo lo que sienten quienes tienen sobrepeso extremo. Sé también que ambas cosas no tienen comparación una con la otra, pero ahora comprendo lo que sienten porque lo vivo en carne propia y molesta. Ahora es cuando más me arrepiento de la actitud que tenía cuando era adolescente porque me burlaba de todas esas personas con obesidad mórbida y les decía cosas hirientes. Quien diría que, por solo sentir unas miradas sobre mí, me sentiría así.

―¿Podemos volver a casa? ―le pregunto a Logan inquieta, luego de ver como unos adolescentes me apuntan con el dedo.

―De acuerdo, cariño. ―Me besa la frente―. No te agobies, ¿sí?, sabes que si estás así es por nuestros hijos. Eres hermosa no importa cómo te veas.

―Gracias, Logan. Me dices las palabras perfectos en los momentos juntos. ―Él sonríe.

―Ven, vamos a buscar a los chicos.

Nos levantamos de la banca y vamos hasta los juegos a buscarlos.

Al llegar a casa, lo primero que hago es ir al baño por una ducha. Cuando salgo, me seco rápido y me envuelvo. Yendo hacia el vestidor, me comienzo a observar frente al espejo de cuerpo entero y me quito la toalla. Acaricio mi vientre y veo lo enorme que está.

Sabía de antemano que el cuerpo de una mujer puede aumentar mucho de tamaño y soportar muchas cosas, pero verlo en mi propio cuerpo es increíble.

―Mis niños, los amo y no saben cuánto deseo porque estén ya con nosotros. ―digo cerrando los ojos y sin dejar de acariciarme el vientre.

―Pronto estarán con nosotros, amor. ―comenta Logan entrando a la pequeña habitación y poniéndose por mi espalda y tocando mi abultada barriga y apoyando su cabeza suavemente sobre mi hombro derecho―. No te sientas así, preciosa. Ya te dije antes, eres hermosa no importa como te veas. ―agrega sabiendo exacto lo que estoy pensando. Suspiro.

―Lo sé, pero… ―Me interrumpe.

―Pero nada, Lauren. Eres bella y con el cuerpo más hermoso que jamás vi. No miento ni exagero cuando lo digo.

―Tienes razón, mas es inevitable sentirme así. Eso sí, voy a dejar en claro una cosa. No quiero tener más hijos después de esto. Contigo y los niños, tengo la familia perfecta que siempre soñé.

―Créeme que yo siento igual, el que hayas llegado con Lucy ha sido una enorme bendición.

Me gira suavemente y me abraza brevemente para luego besarme con ese cariño y devoción que siento con cada beso. Estoy más enamorada que nunca de esto hombre.

 

 

Logan

 

En el último mes el vientre de Lauren ha crecido muchísimo y veo todos los cambios de ánimo que ha tenido. Quiero que entienda que es bella en todas las formas posible y aunque me responde que agradece mis palabras, sé que en el fondo sigue pensando lo mismo y con lo terca que a veces se pone, necesito hacerle ver que no hay nadie más hermosa para mí y que estoy feliz de estar a su lado.

Acabo de ir a dejar a los niños al jardín y voy en camino a donde Pam, porque voy a darle una sorpresa a Lauren.

«En diez minutos estoy por tu casa». ―Le envío en un mensaje de texto.

«Aquí te espero».

Al llegar, ya me espera en el pórtico.

―Hola, Pam, ¿cómo estás? ―consulto saludándole con un beso en la mejilla cuando entramos a su casa.

―Bien, preparando algo de comer para mí, que Clarise me dejo sin leche por la mañana. Y tú, ¿cómo estás?

―Te ayudo si quieres.

―Claro, sería fantástico. Así mientras voy a buscar tu encargo. ―Vamos directo a su cocina.

―¿Ya lo tienes? ¡Genial! ―expreso contento, no pensé que ya lo había conseguido.

―Claro, por quien me tomas. ¿Cómo va todo con mi hermana?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.