La cama estaba algo desordenado y el cuarto muy oscuro. Por la ventada se colaba la luz pálida de la luna y de los postes de luz que flanqueaban la calle principal. Nathalia dormía profunda y plácidamente, mientras en sus brazos sostenía fuertemente el peluche que le regalo su madre cundo era niña, un regalo de cumpleaños ¡aun lo recuerda como si fuera ayer! Lo apretaba entre sus senos como si este quisiera escaparse. Un sonido de pasos suaves se desplazaba por la estancia y lejos de ella, en la oscuridad algo se movía de lado a lado como tratando de sacarla de su descanso. La sabana se movió un poco… como si alguien la hubiera halado tratando de arrebatarla del cuerpo de Nathalia. ¡Un golpe en el colchón! Al abrir los ojos vio como una sombra corría frente a ella de un lado a otro como si alguien estuviera en el cuarto. Al tratar de levantarse noto que las sabanas estaban mojadas, húmedas y pegajosa, babosas. Trato de sentarse, pero al hacerlo sentía como un líquido, burbujeaba, se escurría, se expandía y rodeaba sus nalgas gracias al peso de su cuerpo. Comenzó a escurrirse por sus piernas y a expandirse por todo su cuerpo. ¡Era como si la cama se hundiera poco a poco en una solución viscosa y aceitosa! al hacer presión con las manos sintió como las sabanas burbujeaban. Y como comenzaba a escurrirse el liquido entre sus dedos. Con la mano toco la parte mojada y se la llevo a la nariz ¡notando el olor de inmediato!.. Un olor a aceite, aceite de autos, de motor o algo parecido. Se estrujo los dedos y noto la textura babosa y resbaladiza. Se fue a levantar de la cama y al llegar al borde vio como algo salió de la oscuridad. Algo sin forma que se desplazo rápidamente, como si fuera algo eterio pero dejo entre ver dos piernas que se escabullían bajo su cama. Nathalia salto al suelo y al caer se arrastro de inmediato ¡llorando y gritando! trato de tomar a lo que ahora se había trasformado en una niña que se metió bajo su cama pero al parecer la cama se había ensanchado tanto que no podía alcanzarla.
La niña tenía en sus manos unas pinzas o tenazas de plástico y con ellas jugaba al mecánico, como si estuviera debajo de un auto. Nathalia lloraba a moco suelto, una tristeza se apodero de ella, una llanto descontrolado domino su cuerpo, le gritaba que no lo hiciera mientras estiraba su brazo para tomarla. Un sonido le llego a sus oídos un sonido de un autos que se aproximaba rápidamente y una fuerte luz se coló por debajo de la cama. Nathalia se levanto y vio como un autos se aproximaba para arrollarla.
¡Despertó de un salto! su corazón latía tan fuerte que casi salía de su pecho, le faltaba el aire y de su frente brotaban gotas de sudor que comenzaban su travesía atreves de su cara mientras trataba de recuperar el aliento tomando grandes bocanadas de aire y haciendo presión con su mano en su pecho. La camilla estaba empapada de sudor, el plástico que la cubría rechinaba. Nathalia se sentó en el borde y con su manga limpio el sudo de su frente. Quedo sentada un largo tiempo, las lágrimas se confundían con el sudor.
En las afueras del hospital un ajetreo de gritos y sirenas llamo su atención pues aunque era normal que a esas horas llegaran muchas emergencias; más que todo herido de accidentes de autos. ¡El sonido de gritos era inusual!.. fuera de lo común. Se acerco a la ventana secándose las lágrimas y pudo ver la cantidad de autos que obstruían la entrada de emergencia. Los camilleros salían a ayudar a los heridos y varias patrullas de policías estaban detenidas en los alrededores. Un sonido apagado, un sonido de un rotor, de un rotor, de unas hélices que provenía del cielo y al elevar la vista pudo ver el gran helicóptero que cruzaba el cielo de Este a Oeste a muy baja altura pasando por encima del hospital. Nathalia froto su muslo. Se agacho y tomo el bisturí y de un jalón bajo su pantalón mostrando sus muslos torneados. Se sentó en el piso recostada de la pared.
En su muslo derecho tenía varias cicatrices de cortes que se disponían horizontalmente a menos de medio centímetro de separación. La primera de arriba hacia abajo todavía estaba abierta y la que le seguía todavía con unas zonas moradas. Acerco el bisturí a su muslo a menos de medio centímetro de la herida que aun sanaba, hundió la punta y cuando se disponía hacer el corte un sonido le llego del fondo del pasillo en las afueras del consultorio donde se había acostado. Era sonido metálico, como si golpearan el piso con un tubo de metal hueco o un tanque de buceo. de un golpe Nathalia se subió el pantalón guardando el bisturí en su bolsillo donde tenía varios lapiceros. Una y otra y otra vez golpeaban el suelo y el sonido se hacía más fuerte. Nuestra enfermera se encamino al fondo del pasillo en dirección hacia donde provenía el sonido, al irse acercando esta aminoro la marcha aunque con paso firme, no podía disimular el miedo que sentía. El sonido pasó de ser un golpe a una especia de chillido. Dejaron de golpear el suelo y ahora arrastraban el objeto que emitía un sonido ahora más preocupante. Nathalia llego al final del pasillo.
- ¡deja de verme y ayúdame! – dijo un paramédico cargando un tanque de oxigeno. – ¿qué haces acá sola? – pregunto mientras jalaba la bombona hacia el ascensor. – ¡baja! creo que necesitan ayuda.