Un sol vivo y resplandeciente se elevo desde el horizonte, las nueves flotaban como jirones de algodón de un color gris muy claro y detrás de ellas un cielo azul intenso como de medio día.
En la base militar reinaba un silencio total. Dentro del edificio principal nada se movía, todo estaba quieto sin ruido alguno puesto que todo estaba muerto y desparramado por el suelo. Nathalia despertó de un golpe, como si estuviera encerrada en un sueño del cual no podía salir. Su cuerpo estaba entumecido, engarrotado y sus extremidades frías, heladas difíciles de mover. Su mente se quedo en el limbo entre dormida y despierta, entre la realidad y el sueño mientras que por esa mente dormida pasaban imágenes de heridos atacando a los militares, sangre saliendo a chorros de los cuerpos vibrantes, explosiones, gritos y chillidos que se mesclaban en su mente impidiéndola reaccionar. Un haz de luz se coló por el pequeño ventanuco y se fue abriendo en abanico alumbrando la celda y el viejo colchón mal oliente donde Nathalia la noche anterior se escondió metiéndose debajo para que los heridos no la vieran mientras invadían en lugar y mataban a los militares. Estaba arrinconada tapando el cuerpo frio de Nathalia. Sintió el calor de los rayos del sol que entraban por la pequeña ventana, mas no podía verlo, para ella todo era oscuro.
Su cuerpo se fue calentando poco a poco y fue saliendo de ese estado de somnolencia y su mente se fue aclarando. Recordó la explosión, el sonido… el sonido de gritos, disparos y… chillidos como una sinfonía de horror. Recordó que tomo el colchón viejo y maloliente y se escondió debajo del… hasta que… todo eso pasara. Poco a poco saco la mano por una esquina y se quito el colchón de la cabeza. Aunque todo estaba oscuro a acepción de lo que alumbraba el pequeño haz de luz cerró los ojos y los fue abriendo poco a poco has que se acostumbraron a la luz. La poca luz. De su boca salía aire caliente que se enfriaba formando pequeñas nubes que se disipaban desapareciendo como por arte de magia. Se levanto lentamente y se encamino a la ventana viendo el rayo de luz que entraba por el ventanuco, podía ver las motas de polvo que flotaban en el aire, poco a poco pudo sentir el aire cálido que de vez en cuando se enfriaba gracias a las corrientes de aire frio que provenían de los pasillos ahora menos oscuros. Llego a la ventana, estiro los brazos, tomo los barrotes y con fuerza alzo su cuerpo hasta asomar la cabeza por la ventana, solo pudo ver el cielo de un intenso azul y en el cual flotaban nubes entre blancas y grisáceas que se movían lentamente al Oeste pasando sobre su cabeza. Sintió el sol, la luz, la calidez que le acaricio el rostro tratando de animarlo a seguir, se soltó y cayó de nuevo al suelo frio y oscuro y de inmediato camino al centro de la celda donde se proyectaba el haz de luz en el suelo y poco a poco mientras pasaba el tiempo la celda y los pasillos se fueron alumbrando.
Mientras que el sol tomaba posesión del cielo el edifico principal se fue alumbrando, la luz buscaba forma de colarse por cualquier rendija, ventana, puerta u orificio para alumbrar el interior. Nathalia camino a los barrotes que la separaban del pasillo y pudo ver… pudo ver los cuerpos mutilados de docenas de militares esparcidos por el pasillo y los charcos de sangre terminaban de tapar lo que quedaba del suelo descubierto. Nathalia cerró los ojos y volviéndolos abrir poco a poca, trato de asomarse inclinando la cabeza por los barrotes pero no podía ver más de un par de metros y de igual forma lo único que podía ver eran cuerpos y más cuerpos mutilados… despedazados. Trato de afinar el oído para escuchar mejor pero de los pasillos solo le llegaba el sonido de un lugar desolado. El ambiente fuera de la celda era pesado que casi se podía cortar a cuchillo. Se movió a la Izquierda hasta llegar a la puerta de la celda, saco la mano y tomo el candando. Estaba cerrado. Busco en sus bolsillos y encontró el gancho que le dio Michelle la noche anterior antes de desaparecer. Con cuidado trato de abrir el candado con el gancho pero después de varios intentos desistió, no sabía cómo utilizar el objeto para abrir un candado aunque en las películas se veía tan fácil. Barrió el suelo con la vista. ¿Será que alguno de los guardias que estaban muertos frente a ella tendría la llave de su celda? Se pregunto.
- ¡Nada pierdo! – exclamo mientras se agachaba y estiraba el brazo fuera de la celda tomando el cuerpo de un soldado por el cinturón y jalándolo hacia ella hasta pegarlo a los barrotes, podía ver el rastro de sangre que dejaba el cuerpo al ser arrastrado por el suelo. Al tenerlo cerca comenzó a revisar los bolsillos del cadáver sin encontrar alguna llave, pudo ver que por su espalda se cruzaba una tira y por debajo y por un costado del cuerpo sobresalía la culata de un arma. Tomo el cuerpo por la cintura y le dio vuelta. De inmediato Nathalia sintió como el vomito poco a poco subía por su garganta quemándola. Voltio el rostro inclinándolo hacia abajo abriendo la boca y dejando que el vomito saliera de su cuerpo. Al recuperarse y tratando de no ver el rostro destrozado y a medio comer del militar. Comenzó a quitarle la escopeta tratando de no hacer contacto físico con el cuerpo. La celda está asegurada con una cadena y un vulgar candado.