Amante de un vampiro

Capítulo cinco

LILIBETH BELLEROSE

***

Después de una prolongada conversación con mi suegra, finalmente llegó el instante del té. Esta vez, lo había preparado con seriedad y sin interrupciones. La extraña actitud de Harken me hacía sospechar que ocultaba algún secreto; su rostro expresaba más de lo que sus palabras se atrevían a revelar, un rasgo de su carácter que me intrigaba. Al dar un sorbo de la bebida caliente, solté un suspiro profundo. Había estado conversando con su madre, quien ofreció consejos sobre cómo manejar las peculiaridades de su hijo. Harken, siendo delicado y caprichoso, requería que no cometiera errores respecto a sus gustos. El silencio que reinaba en la habitación aumentaba mis nervios. Me sentía fuera de lugar; anhelaba mi hogar, deseaba dormir en mi propia cama y escuchar las voces familiares de mis padres y sirvientes. Extrañaba toda la comodidad de mi zona de confort.

Ahora me enfrentaba a una realidad de la cual no podría escapar y que debía aceptar, como si se tratara de un obsequio indeseado. Había sido ingenua al pensar que el matrimonio sería sencillo; la verdad era que me costaba aceptar lo complicado de la situación. Mientras disfrutaba de mi té, observaba el entorno con curiosidad, como si buscara algo sin ningún objetivo claro. En realidad, aspiraba a distraerme de la incomodidad que sentía al estar rodeada de una familia ajena en la que no podía confiar. Intuía que había algo extraño en ellos.

Sus miradas eran inquietantes; se intercambiaban gestos entre sí ante cada una de mis preguntas, como si compartieran secretos incómodos que yo desconocía. Parecía que querían comunicarme algo sombrío, pero las palabras no encontraban su camino hacia sus labios. Después de dar el último sorbo a mi té, mi querido esposo me invitó a pasear por los jardines, tal como habíamos hecho días atrás. Aunque esa no era mi actividad favorita, un gesto tan romántico era difícil de rechazar. Solté un suspiro suave, esforzándome por contener las palabras que amenazaban con salir de mi garganta. Tomé su mano, fría y suave, como la mejor tela que pudiera tocar, sintiendo la delicadeza de sus hilos. Me levanté de la silla y caminé a su lado, intentando mostrar la mejor sonrisa posible para ocultar mis dudas sobre su familia.

El viento cálido me acarició el rostro cuando Harken abrió la puerta del jardín y me dejó pasar primero. Comencé a avanzar, sintiendo el suave césped bajo mis pies. La falta de sol convirtió la atmósfera en algo más llevadero, y Harken parecía disfrutar de ello. Sin embargo, preferí no comentar. Él me trataba como a una reina; en ese momento, experimentaba una sensación de amor extraño y nuevo que provenía de alguien que no era de mi familia biológica. A pesar de que Harken ahora formaba parte de mi nueva familia, carecíamos del vínculo sanguíneo, lo cual era completamente inusual para mí. Aún sentía su tacto en mi mano mientras nuestros pasos resonaban en el húmedo suelo, cubierto por el rocío de la noche anterior.

—¿Hay algo que quieras decirme, Harken? —pregunté, ansiosa por descubrir los secretos que parecían estar ocultos. Sin embargo, el silencio incómodo reinó, y ni siquiera me miraba. Me ruboricé, consciente de que había cruzado una línea y de que estaba siendo juzgada por mi audacia.

Mi corazón latía con una tal fuerza que parecía a punto de salirse de mi pecho; incluso dolía. Sentí su silencio como un rotundo no, así que decidí no insistir, no deseaba tensar la relación; Harken ya debía estar lidiando con mis numerosas preguntas. La caminata fue tranquila, acompañada por el cálido viento, mientras las hojas caían y los pétalos de las flores del jacaranda se asentaban suavemente sobre el césped. Inspiré el aire fresco del jardín, sintiendo una extraña liberación de restricciones que creía nunca haber tenido. Sin embargo, mis únicas ataduras eran las de un matrimonio forzado, que brindaba conveniencia y comodidades que había disfrutado con mi familia, sin sentir la necesidad de una mentira romántica o, mucho menos, de casarme. Jamás lo habría imaginado.

Durante esa caminata, el silencio nos rodeó; solo se oían nuestros pasos, el roce de nuestras manos, el aire fresco que hacía ondear nuestra ropa y el aroma salado del mar. A pesar del ambiente inquietante, decidí dejar de lado mis preocupaciones, aunque siempre estuvieran latentes. El vestido se tornaba incómodo; la tela comenzaba a lastimarme, y la mano de Harken apretaba con una intensidad que comenzaba a ser dolorosa. Todo parecía un mal sueño, pero cuando finalmente me solté del dolor que sentía, una calma empezó a restablecerse. Mis nervios se disiparon, el dolor en mi pecho y en mis manos se suavizó, y mi mente dejó de elaborar escenarios cada vez más oscuros y agresivos.

Las dudas sobre lo que sucedía en la familia de Harken y su historia continuaban acechándome. Suspiré nuevamente y tomé su mano, que había intentado soltar tras ese pico de dolor. La suavidad y ligera frialdad de su piel me provocaban escalofríos, pero de alguna manera me agradaba, a pesar de temer ser juzgada por ello. Le miré de reojo, deseando decirle algo, pero las palabras no hallaban su camino, y no sabía cómo sostener una conversación amena con aquel chico de ojos cautivadores. Esperé que él rompiera el silencio, y así poder seguir su ritmo. Me sentí ridícula mientras lo observaba, sabiendo que él probablemente no diría nada ni me miraría de regreso. Nos sentamos bajo el jacaranda, en un silencio inquietante, dejando que los pétalos de las rosas cayeran sobre nosotros, decorando nuestra ropa y cabelleras.

Desvié mi mirada hacia el cielo, observando a los pájaros que se deslizaban volando mientras cantaban sus encantadoras melodías, evocando recuerdos de mi infancia. Recordé cómo mi padre solía cazar aves por diversión, lo cual me hacía llorar, aunque a él le hacía gracia. Eran buenos recuerdos, lejanos, que guardaba en una pequeña caja dentro de mi mente. Sin embargo, debía concentrarme en el presente. Suspiré, manteniendo la mirada fija en el cielo azul, adornado por nubes que parecían suaves al tacto. ¿Cómo sería volar entre ellas, acompañada de aves y sus preciosos cantos?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.