HARKEN DAVENPORT.
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Algo no estaba bien. Tras una conversación tensa con mis padres, una presión inusual se instaló en mi pecho, como si algo se hubiera desajustado en nuestro mundo. El crujido de la madera envejecida, el viento aullando afuera y las ramas de los árboles golpeando las ventanas más cercanas intensificaban esa sensación inquietante. Algo en el ambiente había cambiado de manera abrupta, provocando escalofríos que recorrían mi espalda.
—No voy a discutir más sobre esto. Ella no debe saber nada de nosotros —anunció mi padre, reclinándose en su silla. El estudio se llenó de un silencio incómodo mientras intercambiábamos miradas, sintiéndonos ridículos y atrapados en una situación sin salida.
Quería expresar mi opinión, pero temía agravar la discordia, así que opté por permanecer en silencio. Me levanté, les deseé buenas noches y salí de la habitación, en busca de algo que me distrajera hasta que el cansancio se apoderara de mí. Ser mestizo entre un humano y un vampiro era un reto; a menudo, mi cuerpo no podía soportar estar despierto toda la noche, y otras veces, simplemente no podía dormir. No lograba entenderlo, pero tampoco era algo que me preocupaba demasiado.
Al pasar junto a su habitación, sentí un impulso de entrar y verla dormir, aunque eso pudiera asustarla. Ya lo había hecho antes y la culpa me embargaba. Probablemente, pensaría que solo había tenido una pesadilla que pronto olvidaría. Me detuve frente a la puerta, como si esperara captar algún sonido, pero solo reinaba el silencio. Suspiré pesadamente y continué a través de los pasillos de piedra y madera, antiguos como nuestra familia, aunque eso era algo que me cuestionaba.
¿Qué pasaría si ella descubriera que éramos una familia de criaturas nocturnas, más conocidas como vampiros? Seguramente no nos vería con buenos ojos, especialmente a mí. La situación era irreversible, estábamos comprometidos y la boda estaba cada vez más cerca, aunque faltaban meses para su realización.
Me dejé caer sobre el sofá más cercano en la sala de estar. Hacía frío, pero no me importaba. El aullido del viento era mi única compañía, interrumpida de vez en cuando por la dama de llaves que cuidaba el hogar mientras los demás dormían o se sumergían en sus propios pensamientos. Una extraña sensación de ser observado me asaltó de repente. ¿Cuál sería su propósito y por qué me sentía así precisamente en este momento de soledad? Tal vez mi mente jugaba una mala pasada, y todo era producto de mi imaginación; con suerte, pronto se disiparía y podría disfrutar de una buena noche, más allá de los problemas familiares y las tensiones que enfrentábamos.
El silencio reinaba en la sala, y cada vez me sentía más solo. La dama de llaves había cesado sus rondas, dejando el lugar en un estado de quietud inquietante. ¿Qué podría pasarme allí? Nada, por supuesto. Sin embargo, una sensación de alerta persistía, tensionando mi espalda contra el sofá. Me sentía incómodo y miraba a mi alrededor, buscando algo sin saber exactamente qué. ¿Por qué estaba asustado? Estaba completamente solo y alejado de cualquier peligro externo, ni siquiera había depredadores cerca, salvo mi propia mente, que no me dejaba en paz ni un instante.
—Hijo, querido, ve a dormir, que ya es tarde —la voz suave de mi madre me sacó de mis pensamientos, surgiendo de las sombras del pasillo con su ropa de dormir.
Sin embargo, no me sentía cansado; no tenía una pizca de sueño, así que me resistí, deseando permanecer despierto un poco más. Ella aceptó, aunque a regañadientes, y se dirigió a sus aposentos, donde mi padre la esperaba para cuidarla mientras dormía. Era un comportamiento extraño en él, pero entendía que no quería perderla y se aseguraba de que estuviera bien. Resoplé y regresé a mis pensamientos; no estaba relajado, pero anhelaba algo que pudiera distraerme por un tiempo prolongado. Miré al techo, deseando que la noche avanzara y al amanecer le siguiera un día tranquilo.
A medida que pasaban los minutos, se volvían largos y tediosos, y mi debilidad aumentaba. La noche se hacía más madura, así que decidí retirarme a mi habitación, encerrarme y dejarme caer en un sueño profundo. ¿Cómo podía mi padre resistir casi toda la noche sin sentir la necesidad de dormir? Era algo que me parecía completamente irreal. Aunque a veces parecía cerrar los ojos y asomarse al mundo de los sueños, no duraba mucho y despertaba al poco tiempo. Según muchos, los vampiros no necesitaban dormir durante la noche, algo en lo que no creía del todo, basándome en mi experiencia viviendo con uno como mi padre. Las velas de mi habitación se consumían lentamente, tortuosamente, como si rogaran por ayuda. Las apagué antes de dormir; no necesitaba su luz.
Suspiré al dejarme caer en la cama, mirando al techo. ¿Así se sentía amar? Estaba atrapado en una espiral de sensaciones desconocidas. Cada vez que la veía, me sentía en el cielo, incapaz de evitar que mis ojos brillaran y mi corazón latiera más rápido, como si estuviera a punto de salirse de mi pecho. Sonreí casi de forma inconsciente, esperando poder dormir pronto.
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Los primeros rayos del sol se colaban a través de mis cortinas, iluminando las sábanas y cobijas de mi cama. ¿Ya había llegado la mañana, tan pronto? Me moví en la cama, sin deseos de levantarme o abrir los ojos, ni siquiera tenía ganas de hacerlo. Estaba agotado, cansado de no haber dormido bien la noche anterior. Pero el llamado de mi madre detrás de la puerta me hizo abrir los ojos y levantarme. Al salir de mi habitación, la vi esperándome, ansiosa por captar mi mirada recién despertada. La mujer sonrió, algo nerviosa.
—Vamos a desayunar, cariño, todos te están esperando —dijo ella, tomando mi mano y guiándome hacia el comedor, donde Lilibeth y mi padre charlaban tranquilamente.
Me resultaba extraño ver a mi padre tan conversador; no era habitual en él relacionarse así con personas fuera de su círculo familiar. Ahora, con la nueva integrante de nuestra familia, todo parecía diferente. Me llenaba de alegría verlo abierto a compartir cosas que nunca imaginé que contaría, aunque no fueran lo suficientemente interesantes para mantener una conversación fluida. Me senté al lado de mi padre y le di los buenos días, consciente de que seguramente desaparecería pronto, así que traté de conversar con él, aunque fuera brevemente. Como patriarca vampiro, es probable que se desplazara entre las sombras, alejándose de todos debido a lo agotador de la noche anterior, pero intentaba hacer un esfuerzo por permanecer despierto un poco más, disfrutando de la compañía familiar.