Amante Fiel

CAPÍTULO V

Alba

Nuevamente mamá se encuentra de viaje. Así que también de nuevo estoy sola. Casi es como si viviera fuera y pasara por aquí de visita. Mientras tanto, yo estoy aquí completamente sola el resto del tiempo. Ethan siempre se ofrece para hacerme compañía pero yo sé que lo mejor es que no sea así.

Pensar en él me hace sonreír y me genera un poco de ternura ver como improvisa respecto al regalo cuando yo sé que se le ha pasado por alto la fecha. Si hay algo de lo que no goza mi perfecto Ken humano, es de buena memoria. Cada año pasa igual y ya no me sorprende. Mi corazón no padece afección ni decepción alguna.

Sé que no es su culpa.

Ethan hace todo cuanto puede por compensar su falta de retentiva con detalles. Algunos sumamente innecesarios, costosos o extravagantes he de decir, pero así es él. No comprende que solo con su tiempo y compañía ya me hace más que feliz.

No recuerdo haberme quedado dormida pero la tenue luz amarilla que se filtra por las cortinas Twinline recientemente adquiridas y la alarma sonando son un claro recordatorio de que mi descanso ha concluido.

Alargo el brazo hasta que consigo apagar ese irritante sonido y de inmediato recuerdo algo que me hace dirigirme de un salto a la ventana que da directo al exterior de la vivienda.

Sonrío al ver que mi auto esta abajo.

Ethan debió de enviar a alguien muy temprano o muy noche, pienso.

Cumplo mi rutina de ejercicios diarios, me doy una relajante ducha fría que contribuye al fortalecimiento de los músculos, bajo a tomar un desayuno ligero pero saludable junto a mis vitaminas y rehago el camino escaleras arriba para vestirme.

Elijo una falda y suéter manga larga negro, unas Thigh high boots de tacón negras, un clásico saco gris a cuadros de cuello shawl y un satchel negro. Además de un cómodo abrigo parka 
también negro con botones dorados.

Hago un rápido repaso mental para asegurarme de que tengo todo lo necesario; llaves, celular, dinero, agenda...

Sí, estoy lista para salir.

Una vez afuera noto dos cosas que antes ignoré.

Detrás de mi coche está un Mercedes negro que desde luego reconozco como uno de los autos de la seguridad de la familia Vega. La segunda cosa es que en mi parabrisas descansa una hermosa y delicada rosa azul con una tarjeta que reza "Me encantaría que quisieras un cambio de coche. Tuyo siempre, E.V"

«Tan casual, ¿no? »

Desde luego, concuerdo.

–Señorita –Una voz ronca y fuerte capta mi atención. Es el jefe de la seguridad de Ethan– Buen día.

–Hola buen día, Andrés –saludo cordial– Dígame.

–Tome. –Extiende una mano en mi dirección y deposita un objeto pequeño de metal con un colgante en forma de signo de interrogación en la mía.

Son las llaves de mi auto.

–Muchas gracias pero no ha debido esperar – Me pregunto desde cuándo estará aquí –Las podía dejar en el contacto.

–¿Cómo cree? –explaya los ojos– El señor fue muy claro en que las entregara personalmente en su mano. Además, no es ninguna molestia.

–Entiendo – resoplo al recordar lo paranoico que puede ser Ethan, armando teorías conspirativas con todo lo relacionado a mí –En ese caso, gracias de nuevo. Que tenga un buen día. – sonrío al despedirlo con un gesto de mano.

Avanzo hacia la puerta de conductor no sin antes notar que Andrés seguía estático en el lugar como a la espera de algo.

¿A qué se debía aquello?

¿También le había pedido Ethan que vigilara hasta que me hubiese marchado?

Al desactivar la alarma y abrir la puerta, finalmente Andrés llama de nuevo.

–¿Si?

–¿No desea que le de algún mensaje al señor? – De pronto parecía nervioso.

–¿Mensaje respecto a qué? –le miro confusa.

¿Por qué habría de enviarle algún recado?

–Más bien señorita, es bueno... por lo de la tarjeta. –Confesó con algo que identifique como ansiedad– Ya sabe... va a querer una respuesta.

Por supuesto.

Él tenía que tratar este asunto como correo en negritas en la bandeja de urgente. Lo que esperaba era una respuesta acerca de aceptar o no un auto nuevo. Un tema ya discutido por cierto... pero no lo suficiente cuando su personal de seguridad que debería estar cuidando de su integridad física en este momento se encontraba haciendo encargos de agente automovilístico que busca persuadir a la chica más renuente del país...

«O del planeta, quizá. »

¿A qué sí?, inquiero riendo pero esa pequeña yo solo me devuelve una mirada entre sarcástica y de ¿en serio crees que es algo bueno?

Así que la ignoro y sigo con lo mío.

–Comprendo pero ya hablare con su jefe al respecto. Le marco en cuanto esté en el consultorio.

De camino al consultorio le doy vueltas al asunto. Ethan sí que podía ser persistente cuando se lo proponía.

¿Qué de malo tenía mi coche?

Venga, puede que mi Lexus ES 350 no estuviese valorado en un millón de dólares, ni entraría en una subasta multimillonaria... pero era suficiente.

Al menos para mí.

Un cómodo modelo medio de lujo, medio ejecutivo al que además le tenía cariño. Tenía tres años conmigo en los que jamás había fallado. Bonita pintura, control de clima automático de zona-dual funcionando y un motor sano. No podía pedir más y no era de las que promovía el despilfarro innecesario.

«Además, ¿Un coche como obsequio? ¿Quién dice, oye aquí tienes, te regalo un auto nuevo?»

En cuanto lo pensé supe la respuesta.

Solo Ethan.

El trayecto se me hizo más corto que de costumbre. El reloj del salpicadero apenas daba las ocho menos cuarto. Una vez arriba noto que Emyl no ha llegado porque su puesto está vacío 
y me sorprendo al descubrir que me espera un madrugador paciente que no tiene cita para hoy.


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Ethan

Tengo el corazón acelerado, la angustia hace mella en mi sistema y no consigo esperar que baje el ascensor ya que está en la última planta y prefiero tomar las escaleras de dos en dos.




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