Alba
Se reincorpora y logro atisbar una mirada fugaz pero que no pasa desapercibida. No es solo ira, hay algo más. Ethan parece ¿Mortificado? ¿Temeroso? ¿Un poco de ambas? Acorto el espacio que hay entre los dos con cautela. No sé exactamente cómo va a reaccionar pero ahora que estoy más cerca y no se mueve, acabo por completo con la distancia que nos separaba situándome frente a él en medio de sus piernas. Me mira expectante.
–Cariño, es solo un referido que quería aclarar un par de cosas. –le hago saber con mis manos sosteniendo sus mejillas.
–¡Peor aún! – profiere zafando su rostro –Hoy no es su día. –masculla y me ignora pese a que estoy literalmente a centímetros de su rostro.
–Lo sé, ya he dicho que ha sido imprevisto.
–¿Desde cuando haces ese tipo de excepciones? –cuestiona aun sin verme y sé que hay algo que no me ha dicho.
–Ha sido solo hoy. –suspiro resignada porque en parte tiene razón– ¿Qué tienes? ¿Por qué tanta prisa en localizarme?
–No es nada. –contesta evasivo.
–¿Ethan?
–No es nada dije –se enfurruña y su reacción me recuerda a la de un niño pequeño.
–Ethan mírame –lo hace pero solo por un segundo.
–Estaba preocupado por ti, ¿vale? –confiesa por fin desviando la mirada– Esta mañana no has hablado ni siquiera con tu madre, no cogías el móvil. Sabía por Andrés que saliste temprano y dijo que llamarías pero... no lo hiciste. Yo solo... pensé que quizá tú... no lo sé, –termina sacudiendo la cabeza como si intentara sacar así los pensamientos que evidentemente lo atormentaban– imaginé muchos escenarios, todos –hace énfasis– terriblemente dolorosos...
Mi corazón se encogió de manera inevitable ante la imagen que tenía delante.
Sus ojos rojos y aspecto torturado me hicieron abrazarlo aferrándome con ganas a su cuerpo.
Ethan era tan poco expresivo con el mundo pero conmigo era en exceso cariñoso, tierno e incluso frágil pero todo eso... lo debía reprimir la mayor parte del tiempo porque se ha procurado una fama de hombre duro para mantener las apariencias.
El futuro heredero empresario ideal.
Y no es que no sea cierto, es muy capaz, hábil, responsable y visionario. Siendo la ultima una característica más que favorable en su área de desempeño. Con lo que no estoy muy de acuerdo es con que no puedan coexistir ambos conceptos.
Sensibilidad y autoridad.
Mi niño se ha tenido que cohibir mucho más desde su graduación. Lo que le llevó a trabajar oficialmente junto a su insigne padre. Por tal motivo, cada que echaba mano de la reserva privada poco explotada de sus sentimientos no era tan sencillo para mi presenciarlo ni para él controlarlo.
–Te amo, ¿sabes? –le susurré al oído sin ser capaz de soltar el salvavidas que me mantiene a flote– y agradezco tu preocupación pero estoy bien, amor. Más que bien a decir verdad.
– ¿De veras? ¿y eso por qué?–pregunta ahora entre contrariado y enojado.
–Pues porque he conseguido el privilegio de tenerte en mis brazos muy temprano –me regodeo en el hecho– Ahora mismo me encuentro en mi lugar favorito.
Me pone sus tibias manos en los hombros para apartarme un poco y me observa divertido.
– ¿Tu trabajo? –inquiere mordaz.
–No –ruedo los ojos– Tus brazos... –le beso en la frente y suspiro.
–No te creo. –Frunce el ceño y agrega viendo el reloj en su muñeca– Debo volver al trabajo, pequeña. Háblame luego ¿sí?
–Por supuesto
–Una cosa más.
–Claro. –concedo.
–Primero se va él. –con su cabeza señala en dirección al consultorio.
–Ethan, por favor... –le dedico un mohín.
–No es negociable –zanja– Que vuelva en el horario que le corresponde.
Accedo por dos razones.
La primera es que actué mal en consentir esa terapia y la segunda es que después del Ethan que acabo de ver no tendría valor para decir que no.
–Mía –de manera inesperada empieza a repartir besos por todo mi rostro, mentón, mejillas, frente y culmina envolviéndome en sus brazos a la vez que deposita sus labios en mi coronilla sobre mi cabello permaneciendo la fuerza en su agarre por tanto tiempo que dejo reposar mi cabeza sobre su duro y reconfortante pecho.
Ahí, donde los latidos de su corazón me calman.
Ahí, donde la sensación de seguridad me aterra.
Irónico ¿no?
«El chiste se cuenta solo» concuerda abatida mi conciencia.
–Te amo. –musita en un hilo de voz que se escucha perfecto debido al silencio que nos envuelve.
–Yo más...
–No, yo más... –sentencia y no tengo ánimos de refutar.
No ahora.
Requerimos unos minutos más de contemplarnos el uno al otro, recuperar el aliento de afrontar el mundo exterior y ser capaces de separarnos.
Supongo que cuesta aceptar que todos merecemos a ese alguien que terminamos queriendo sin querer pero cuesta más darnos cuenta de que no es lo que queremos sentir.
Nada me duele como me dueles tú, porque sé que el día que no esté, seré yo quien te duela como nada.
Un pensamiento que no debía... pero fue.
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Nota de autora:💙
Pequeños amantes, ¿como vais?
Impresiones, teorías, rabietas que van pasando ... Jajaja quiero saber TODO 🤭🔥🥳
Editado: 21.07.2024