Ethan
Hablar con Emyl solo confirmó mis sospechas. Ya sabía que no existía tal paciente en crisis lo que no entendía era el por qué.
« ¿Qué escondía Alba tras ese repentino cambio de opinión?» me pregunté.
O será que nunca tuvo intención de venir... No. Eso no podía ser porque lo habría notado. Por David tampoco era quise convencerme. Incluso prometió mantenerse alejada de él y debía saber que de no ser así tenía manera de enterarme. No sé porque pero mi intuición me decía que algo pasó en los pocos minutos que estuvo a solas con Alicia.
Lo había visto en su rostro.
En el de ambas, de hecho.
Y Alicia seguía extrañamente cohibida desde que Alba informó de su imprevisto.
No pude evitar pensar en lo frágil que había estado Alba los últimos días. Así como esquiva y distante. Apenas compartíamos una comida al día con suerte y los fines de semana no mejoraba la cosa. No me sentía especialmente a gusto con la situación pero no podía hacer mucho por remediarlo. Alba usaba cualquier pretexto y el trabajo para mí en estas fechas había resultado extenuante. Absorber la dirección de IV, aunado al hecho de que a muchos les encantaba hacer inauguraciones o propuestas de proyecto a final de año, no me dejaba mucho tiempo libre.
Tampoco pude ignorar que toda esa evasiva se fundó el mismo día en que rastreé la ubicación de Alba hasta la casa cuna. Lo que me hizo recordar cuando volví para interrogar a la mujer que la atendió.
Kathie se llama.
No fue difícil conseguir información de su parte. Incluso, fue más detallista de lo que esperaba. Creí que tendría que recurrir a métodos más complejos y rigurosos pero no fue necesario.
A pesar de ser información de confidencialidad Kathie no era especialmente discreta y me confesó que Alba visitaba el lugar desde hacía más de un año. Hacía donaciones todos los meses (lo cual corroboré con el informe bancario que había solicitado, aunque buscaba pagos a médicos o algo parecido, saber de sus donaciones también fue una novedad. Nunca me comentó nada) y visitaba a los niños al menos una vez por mes. Pero eso había cambiado con la llegada de Ángel, el niño que acunaba cuando la encontré.
Me explicó que la madre lo abandonó con apenas unos días de nacido coincidiendo con la visita mensual de Alba. Al parecer, desde el primer momento se encariñó con el pequeño de ahora cinco meses. Tiempo en el que Alba se había encargado al completo de su manutención, aparte del dinero que ofrecía al centro. Además, asistía con mayor frecuencia. Una vez cada semana aunque en horarios y días no establecidos.
Sin embargo, no había vuelto desde que yo estuve ahí.
Lo sé porque ahora tenía alguien allí para informarme digamos de su... actividad. Kathie resultaría ser una buena amiga.
En mi vista me permití observar detenidamente al pequeño que respondía al nombre de Ángel, que casualmente mi informante alimentaba. El niño era robusto, se veía que estaba bien alimentado y saludable. Cabello castaño, tez clara y ojos azules. Bien podría pasar por hijo de Alba. El parecido era indiscutible. Tal vez por eso recibía su atención. Y quizá se debía a lo que yo pensaba de su posibilidad para concebir...
¡Joder! resoplé frustrado.
No sabía que hacer o que pensar. Hacer conjeturas y llegar a conclusiones posiblemente erradas o no, me desesperaba sobremanera. Aún no había podido confirmar o descartar mis teorías... teorías que se reducían a una en realidad y todo esto solo aumentaba más mi inquietud por dejar sola a Alba.
Sabía que no era el momento. Ella no estaba bien y yo lo sabía aunque Alba insistiera en negarlo. Con cada minuto que me alejaba de mi pequeña la incertidumbre crecía más y más. Así como las ganas de estar con ella y abrazarla hasta que entendiera que todo iba a estar bien, que yo estaría a su lado pase lo que pase y no tenía nada de qué preocuparse.
Y por jodido que fuese, aun sin tener idea de a qué, sabía que yo podía ayudarla.
Alba
En cuanto llegué a Madrid caí en cuenta de algo. Yo tenía pensado pasar todos los días encerrada en las cuatro paredes de mi habitación. No tenía ninguna emergencia o trabajo porque papi Roberto avisó con tiempo lo del crucero para que todos pudiésemos arreglar nuestras agendas de modo que estuvieran libres durante todo el tiempo del viaje. Ya había suspendido citas y terapias hasta principio del año entrante.
Por ello, la gran interrogante era « ¿Cómo mantener mi farsa?»
Improvisar y mentir al ya ser una constante en mi vida, se me daba cada vez mejor. Y por lo mismo, decidí que lo que eran video llamadas no las atendería las primeras dos semanas o por lo menos no durante el día. Así podría decir lo ocupada que estaba con mi paciente aunque estuviese como zombi en pijama dentro de mi habitación.
Así inicié cuando el siguiente día Vicky habló para decir que estaban en Valencia. Mantuvimos una breve llamada de voz y compartió algunos videos de la ciudad desde el mar mediterráneo con su habitual carácter que combina modernidad y tradición. Por la noche fue el turno de Ethan pero respondí con una nota de voz diciendo que estaba bien pero muy cansada. «Hinchada, destruida y extrañándote horrores» quiso delatar mi nada amable consciencia.
Esa noche fue más difícil conciliar el sueño porque haber escuchado su voz solo sirvió para recordarme cuanta falta me hacía y lo mucho que quería estar con él así como lo tanto que no debía. No me sorprendió cuando el sol se coló en mi habitación anunciando que otro amanecer había llegado sin permitirme descanso alguno. Lo bueno es que lo pasarían navegando y las posibilidades de comunicarse debían ser menores.
Al menos eso pensaba.
Mamá, Papi Roberto y mami Amparo fueron los primeros en llamar pero envié el mismo mensaje para los tres: En estos momentos no puedo hablar. Espero que os divirtáis. Recuerden que os quiero, marco luego.
Editado: 21.07.2024