Amante Fiel

CAPÍTULO XXIX

     Ethan

Definitivamente no entendía lo que sucedía con Alba. A veces es tan extraña e insinúa cosas que... que realmente me descolocan. Y lo peor es que procura hacer eso justamente cuando no estoy con ella, he llegado a pensar que incluso es intencional.

No es la primera vez que lo hace y eso me está enloqueciendo.

Su comportamiento tan contradictorio definitivamente me trastorna. Y cada día que paso lejos de ella aumenta mi conmoción... lo que sin duda altera mis facultades mentales.

Ayer cuando hablamos me dijo que iba a salir pero sé que no ha puesto un pie fuera de su piso desde que entró hace cuatro días... los mismos cuatro días que llevo en este crucero que cada vez se parece más a un infierno. Sin Alba los días son más lentos y sentir que con cada minuto que pasa estamos más distanciados físicamente lo empeora considerablemente.

–Esta noche hablare para verte... lo necesito. Por favor, responde. –envié el mensaje de voz completamente abstraído, cuatro días sin verla...

– ¿Con quién hablas? –una voz chillona interrumpió mis pensamientos, devolviéndome a la realidad.

–Con Alba. –contesté sin ningún tipo de emoción.

– ¿Planeas pasar tiempo con tu familia o conmigo en algún momento? –preguntó Alicia

–Eso hago.

–Ethan, no es posible que estando aquí, te estés perdiendo todo lo que hay a tu alrededor por estar pegado al móvil y... y pendiente de Alba.

«Ya ves que sí » quiso responder mi consciencia y yo me negué por no ser grosero.

Si bien ella no tenía toda la culpa de mi estado de ánimo, lo cierto es que estaba esforzándose por serlo. Me estaba cansando de esta situación con Alicia. Yo había sido bastante claro al iniciar esto con ella. Nunca la engañé, nunca le dije algo con lo que se pudiese hacer ilusiones o dejar abierto a interpretaciones. Lo nuestro era una pantalla. Una pantalla para la sociedad elite en la que vivíamos, para la prensa amarillista y para los clientes más prejuicios que teníamos. Éramos una farsa para todos aquellos que pensaban que mi posición ya requería de una relación estable pero que no tendría posibilidad de ser verdad porque yo amaba a otra mujer.

Se lo dije, se lo expliqué y lo aceptó. Por ello me molestaba tanto que ahora se quisiera tomar atribuciones que no le competían o imponer cosas que estaban fuera de lo acordado.

Al final, resulta que ya no quería reprimir el malestar que la ausencia de Alba me causaba o las pocas ganas de continuar con la mentira llamada mi novia. Estábamos en la Metrópoli más moderna de Marruecos, Casablanca. Al noroeste del país. Mi padre había decidido hacer una pausa en "La bodega de Casablanca" un famoso y emblemático lugar ubicado en el boulevard Hassan II pero hace rato que lo había abandonado sin apenas probar bocado.

Por más interesantes, exóticos o sin importar la grandiosa historia que guardaran aquellos lugares para mí no significaban nada sin Alba. Lastimaba y mi pecho se comprimía al recordar la última vez que había estado en un país o lugar nuevo sin Alba desde aquella promesa, hace tanto lo compartíamos todo y sinceramente no estaba entre mis planes algún día verme sin ella...

 

Alba

Un destino que sinceramente tenía ganas de conocer era el de Las Palmas en las Islas Canarias. La ciudad más visitada del archipiélago y muy cosmopolita pero lo que más me atraía es el rico patrimonio histórico que albergaba. Aunque Vicky se había encargado de hacerme una importante recopilación audiovisual inédita quise observar un lugar en especial en vivo. Además, que ya era el séptimo día y no me permitirían uno más sin verme al menos a través del móvil. Sobre todo Ethan...

Suponía un esfuerzo enorme verlos, mantener la calma y no echarme a llorar pero tenía que hacerlo. Así que mientras me vestía lo repetí un millón de veces como un mantra. Decidí que lo mejor era salir así el fondo serviría para guardar las apariencias pero me sorprendí muchísimo cuando frente a mi entrada atisbé a un hombre de traje negro bajándose de un coche del mismo color y que yo conocía bien...

–Buenas tardes señorita, ¿se le ofrece algo? –me abordó de inmediato con su habitual amabilidad.

–Eh... ¿cuánto tiempo lleva aquí? –fue grosero lo sé, pero fue lo mejor que pude hacer teniendo en cuenta que mi otra opción era volverme y cerrar la puerta espantada.

– ¿Cuánto tiempo lleva usted dentro? –cuestiono a su vez con una débil sonrisa y no pude evitar devolvérsela o al menos eso intenté– Bueno, el jefe me dejó con un relevo que viene media hora al día mientras debo ir rápidamente a cambiarme pero expresamente ha querido que sea yo quien se quedara a su cargo en caso de usted necesitar algo.

–El señor lo sabe, ¿a qué si?

–Sí –esta vez me dio una mirada avergonzada y me sentí expuesta.

No podía creer que de nada habían servido todas mis excusas y mi historia. Ethan sabía la verdad. Sabía que no tenía ninguna paciente hospitalizada, que no estaba ocupada en lo absoluto y que le había estado ignorando a posta...

Era consciente de que no lo había compartido con el resto o de lo contrario ya me lo habrían dejado saber pero que solo él lo supiera era lo suficiente humillante para mí.

– ¡Oh! –dejé escapar verdaderamente afectada.

–Sí, ¡oh! –dijo este intentando quitarle hierro al asunto– Pero no se preocupe. No está enfadado.

– ¿Ah no? –inquirí más sorprendida aun.

–No...–se demoró en el monosílabo más de lo que mis nervios soportaban– más bien está... ¿preocupado? –se preguntó a sí mismo– Sí, creo que preocupado le define perfecto. –concluyó orgulloso de sí.

–Ya, vale...–musité no muy segura de cómo debía tomar su confesión.

– ¿Se le ofrece algo o quiere que la lleve a algún lugar?

–Puedo ir sola, gracias.

–Bien pero debe saber que le seguiré –manifestó apenado, ahora había bajado la mirada al suelo y resultaba irónico ver a ese hombre enorme, todo músculos y porte duro parecer intimidado ante mí, bien pequeña y escuálida– Tengo instrucciones de protegerla mientras el señor no está y no creo que... no quiero saber que sucedería si le llegase a pasar algo bajo mi cuidado.




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