Alba
En promedio, una persona dice 16.000 palabras al día. Unas 112.000 a la semana y da por lo menos para 5.840.000 al año. De las cuales invierte para expresarlas entre 4 a 5 horas al día. Puede que 35 a la semana y posiblemente unas 12.775 al año.
Y de todo esto, se estima que por lo menos el 55% de lo expresado era innecesario, superfluo o poco relevante. Un 20% útil, otro 10% en algún pasatiempo como canto, lectura en voz alta o incluso conversaciones consigo mismo. Y un elevado 15% en debates sin sentido, guerras perdidas o lo que es lo mismo, iniciar una búsqueda dando vueltas en círculo.
Es decir, a lo largo de la vida, por décadas y siglos las personas han invertido muchísimo tiempo valioso de su preciada vida en discusiones estériles que hasta la fecha no han dado ni darán frutos. De referencia se puede usar un tema que sigue siendo de todos y de nadie. Aquel tan controversial que sujeto a opiniones dependerá del cristal con que se mire
¿Qué es lo bueno y lo malo?
¿Lo correcto o lo incorrecto?
¿Quién dice qué y con qué moral lo hace?
Si algo enseñaba mi profesión era que lo que de pronto es convencional para unos para otros sea un completo enigma.
Lo que sucede porque se supone que todos compartimos el mismo oxígeno, sol y luna pero las similitudes no pasan de allí. A pesar de ello cada uno vive en su propio mundo, con sus propias creencias, costumbres y acepciones.
Una burbuja que si bien es penetrable tiene un mayor inconveniente y es que como humanos todo eso que creemos y defendemos nos mantiene sujetos a potenciales errores, tropiezos y posibles malas decisiones.
La cuestión es que aun en este momento, con tanta tecnología, avances increíbles en la medicina e innovaciones arquitectónicas sorprendentes, nadie tenía la posibilidad de recurrir a ningún invento extraño que le confirmara si la decisión que estaba tomando sería para mal o para bien.
Nadie tenía la capacidad siquiera de deducir por sí mismo que lo dispuesto por él en algo tan simple como elegir en que momento cruzar la calle pese a seguir lo recomendado (fijarse en el color del semáforo, mirar a cada lado y caminar por el rayado peatonal) no terminaría siendo desatinado.
Ya sabes, ¿Y si un coche se salta la señal? ¿Si alguien pierde los frenos? ¿Si una persecución policial se aproxima a toda velocidad?
En todas las opciones, podrías salir muy mal, si es que sales e irónicamente habría sido por hacer lo que se supone era socialmente acertado pero después de todo, internamente resumirías la situación en no haber elegido lo mejor, en que fallaste al tomar tu sencilla y nada trascendental decisión.
Nadie podía dar por sentado o asegurar nada en un 100%
Como es lógico, yo no era la excepción.
Y por supuesto, no me excuso en ello.
Solo que aunque todo lo que hice fue por amor y pensando en ellos... era consciente también de que allí radicaba el problema.
Yo pensé, creí, supuse... pero y ¿ellos? ¿Cuál sería su postura?
Podía jurar que distaría mucho de la mía.
Bien dicen que el ser humano peca en primer lugar por inocente y que no debemos hacer cosas buenas que parezcan malas porque bueno... no siempre salen como lo planeamos, pero ¿cómo saber si no lo intentamos?
¿Pertenecer al grupo de los que piden perdón o de los que piden permiso?
Yo, creo que conseguiremos más al arriesgarnos... bastante poco ético de mi parte, quizá, pero de todo corazón podía decir que no me arrepentía de nada de lo que hice, solo de aquello que no pude hacer.
A decir verdad, nunca tuve opción y por ello solo quedaba, unirme al club de los que piden perdón.
💙------------Nota de autora-----------💙
Siempre agradeciendo el apoyo de todos.
Gracias infinitas por dejar tu voto, por el tiempo dedicado a estos pequeños amantes. Gracias por recomendar. Gracias si has llegado hasta aquí. Simplemente Gracias.Te veo hasta el final...🤞
Editado: 21.07.2024