"FLASHBACK"
Tenía 13 años cuando mi madre murió y 16 cuando llegó el turno del señor Evans, mi padre. Era una niña que no deseaba mudarme con mi única tía ni entrar a un orfanato, y aunque me obligaron al inicio desistieron después de ver las altas deudas que mi padre había dejado tras su muerte.
No me quedé sin casa, al menos no en ese momento, pero tenía que comenzar a buscar fuentes de dinero por donde fuera. Cómo mesera, cajera o fácilmente vendiendo drogas en las esquinas.
Nada fue fácil desde que nací y fue peor con la muerte del hombre que odiaba. No era yo quien se había prestado dinero, no tenía porque llorar en un callejón después de ser echada de casa sin nada, no tenía que vivir con miedo de ser atrapa por los deudores y menos olvidar mis sueños.
En algún momento soñé con algo, deseé algo y lloré por ese algo, y después solo tuve que abrir los ojos, borrar mi sonrisa y aceptar mi realidad.
Conocí a los Benedit a los 21, las cosas en mi vida no iban bien y cada vez estaba al borde de un acantilado sin salida y con menos dinero que el anterior año.
Fue difícil hallar a los Benedit, pues ellos no eran gente corriente que permitieran saber su ubicación, pero fue peor tratar de entrar a su clan. Pero Héctor, uno de los hombres del líder Darius, me permito hacer una "entrevista".
—¿Qué buscas aquí? —dijo.
—Trabajo —contesté con simpleza— Quiero aprender sobre el negocio del tráfico de drogas —Aunque en parte era mentira, no podía descubrir si lo que dijera fuera falso o verdadero.
Él me miró un segundo y después se rió con fuerza, sin ocultar su mirada burlesca. Aunque solo bastó parar de reír para dirigirme una mirada peligro y decir:
—Largo de aquí.
—Estoy hablando en serio —hablé con rapidez, tratando de no fruncir el ceño ni dirigir una mirada de odió.
Héctor volvió a quedar en silencio, abrió varías veces la boca en buscá, de tal vez, una palabra con tacto.
—Escúchame bien esto no es un mundo para alguien como tú. Tu futuro será inserto, tu familia estará en peligro y... —suspiro— no tengo ningún trabajo que tú puedas realizar.
Me decepcioné un poco, pero tragué el nudo en mi garganta y me esforcé a insistir.
—Puedo ser de mucha utilidad se manejar cuchillos y..
—¿Por qué estás tan desesperada por tener este trabajo? —me interrumpió.
Pensé un momento sobre su pregunta y me vi contestar con honestidad.
—Tengo una deuda que pagar, perdí mi empleo y no me reciben en otros trabajos por mi dudosa experiencia laboral y mis antecedentes penales. Este trabajo, si es que logro conseguirlo, será mi única fuente de ingresos.
A la mitad de mi confesión baje la mirada a mis manos y no las subí hasta escuchar su respuesta.
—vere qué puedo hacer.
Subí rápidamente la mirada con asombro, sonreí un poco y él volteo la mirada un tanto incómodo.
—Gracias
Héctor se dirigió a la puerta pero antes de cruzar volteo y me sonrió, claro que después me miró con frialdad.
—Regla número uno niña, los Benedit nunca agradecemos a nadie, es una humillación.
Héctor cerró la puerta y mi corazón se llenó de un sentimiento agrio, pero sabía que estaba haciendo lo correcto porque conseguir trabajo dependía de si vivía o moría.
Ya habían transcurrido dos horas desde que Héctor se fue y pensé en volver a casa. Salí de la habitación, esperando encontrar pronto la salida, pero el lugar se volvía completamente diferente a cuando ingresé y el pasillo se volvía interminable con las muchas puertas que están cerradas. Pero había una en especial donde se escuchaba murmullos. Me acerqué con curiosidad sorprendiéndome al escuchar a Héctor discutir con otra persona sobre "El alemán".
—Debemos hacer lo que sea para descubrir que está tramando —dijo la otra persona.
—Podríamos enviar a un infiltrado pero su fidelidad al clan pende de un hilo. No podemos confiar en ellos si no confían en nosotros.
Me pare a pensar y mi cabeza solo dijo: está es nuestra oportunidad Sabrina. Ya no pensé y solo abrí la puerta de golpe y grité con emoción.
—¡Yo puedo hacerlo!
Los dos hombres en la habitación pararon de hablar y me miraron con sorpresa. Pero solo un minuto después el otro hombre me dirijo una mirada asesina.
—¿Quién es esta mujer? —habló enojado.
—Por dios niña, sal de aquí —escuché a Héctor tratar de reprimir su grito y aunque me ordeno irme solo lo deje pasar.
—Necesitan una infiltrada y yo soy perfecta.
—Héctor —el hombre advirtió.
—Señor, ella es una chica que vino a pedir trabajo pero no creo que sea comb.....
—Dime, Señorita —me pregunto el hombre — ¿por qué debería elegirte?
Pensé un momento, y aunque sabía que no me creería solté mi única razón.
—Nunca traicionaría a mi gente—respondí con firmeza, sin dudar.
—Eso no me asegura nada—corté mi respiración con miedo—pero me sirve—abrí los ojos con emoción y oculte con suerte mi sonrisa victoriosa.
-Pero sabes lo que implica pertenecer a una red de narcotráfico, tu vida estará en peligro y no sabrás el día en que vas a morir.
—Lo sé, y estoy decidida a asumir el riesgo.
—No se diga más, desde ahora Héctor será tu tutor y verá cómo te desenvuelves en la pelea.
Sonreí
—Sí... señor.
No puedo decir que sea fuerte, porque si así lo fuera no perdería las ganas de vivir y arriesgar mi vida de esta manera, pero soy lo suficientemente egoísta para no rendirme. Al menos había conocido a Héctor, alguien a quien tal vez podría llamar... amigo.
"FINAL DE FLASHBACK"
—Veo que ya despertaste.
*Sabrina regreso de sus recuerdos y volteo su mirada de la pared hacia la puerta, encontrado a un Héctor con varios golpes en su rostro pero con una pequeña sonrisa. Gracias a dios tras la ardua pelea con el clan Moretti lograron escapar pero no ilesos, prueba clara estaba Héctor, con su cara llena de heridas, y ella que había sido impactada por una bala provocando que se desmayara.*
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Editado: 08.06.2025