Amantes en Silencio

Capítulo Vll

Después del incómodo silencio que siguió a la pregunta de Sabrina, ambos se quedaron mirándose, tratando de descifrar las intenciones y los pensamientos del otro.

—¿Cuándo te diste cuenta?— pregunto Angelo.

Angelo fue el primero en recuperar la compostura, aunque su mirada mantenía una chispa de cautela.

—Desde la piscina, cuando noté que me mirabas a hurtadillas.— Sabrina mantuvo su mirada fija en él, desafiándolo de manera sutil —Pensé que a estas alturas podríamos ser honestos, señor Moretti. Después de todo, pasamos bastante tiempo juntos.

Angelo asintió lentamente, reconociendo la validez de sus palabras.

—Tienes razón, pero... — bajó la mirada por un momento antes de regresar sus ojos a los de Sabrina —Para ser franco, no suelo mezclar el trabajo con... otros aspectos de mi vida. Pero hay algo en ti, Isabella.

Nadie habló más, Angelo a un tratando de ver mas haya de lo que "Isabella" le mostraba, y Sabrina sintiendo un ligero escalofrío ante sus palabras.

—En tu lealtad, tu valentía... y esa intensidad en tus ojos. Hay una historia detrás de ti que aún no conozco.

Sabrina se reclinó en su asiento, sopesando sus próximas palabras.

—Todos tenemos nuestras historias, señor Moretti. Algunas más complicadas que otras.— habló Sabrina, después de tomar un sorbo de vino —¿Y qué historia hay detrás de Ángelo Moretti?

Angelo se sorprendió un momento, pues no esperaba esa interrogante pero, con una sonrisa cansada, respondió.

—Es gracioso, pero es la historia de un hombre que ha visto y hecho demasiadas cosas. Algunas de las cuales preferiría olvidar.— Tomó otro sorbo de su vino, y mirando su reflejo en la copa soltó un suspiro —¿Sabes? A veces me pregunto si este es el camino que realmente quiero seguir.

Sabrina abrió los ojos con sorpresa. No podía evitar comparar la imagen del Angelo de ahora con el Angelo que le mostró una cara diferente cuando fueron atacados por los De Luca. Se veían solitarios, nostálgicos y anhelantes, como...

Sabrina tuvo que forzarse para dejar de pensar en eso y no dejar otro silencio en la mesa.

—¿Y qué te detiene de cambiarlo?

Angelo no respondió en algunos segundos, pero Sabrina supo, por su ceño fruncido, que estaba decidiendo en sí, decir una mentira bonita o una realidad agria.

—Responsabilidades— respondió Angelo —Las decisiones que tomé en el pasado me llevaron a este punto, y hay personas que dependen de mí. No es tan simple como dejarlo todo atrás, huir y olvidarme de quién en verdad soy.

Sabrina asintió, comprendiendo su dilema.

—Pero a veces, necesitamos recordar qué es lo que realmente queremos, más allá de las responsabilidades y expectativas.

Angelo la miró.

—Isabella, confío en ti más de lo que confiaría en cualquier otra persona. Lo sabes, ¿verdad?

Sabrina no respondió y solo cambió de tema esquivando la mirada profunda de Ángelo. No supo el porqué no dijo que si, si lo había dicho tantas veces.

La conversación se desvió hacia temas más ligeros después de eso, ambos relajándose un poco. La cena continuó sin más tensiones, aunque la pregunta de Angelo y la nula respuesta de Sabrina permanecían en el aire como un recordatorio de la complejidad de su relación.

Después de la cena, mientras conducían de regreso a la mansión, Angelo se detuvo y miró a Sabrina.

—Isabella, gracias por la conversación. Realmente la apreció.

Sabrina sonrió, una sonrisa que Angelo había visto pocas veces.

—De nada, señor Moretti.

Esa noche, Sabrina miró el techo se su habitación y se llenó de interrogantes, tontas interrogantes que solo hacían que se removerá con incomodidad en su cama.

Ella sabía que estaba jugando un juego peligroso, pero también sintió que había algo, como una especie de conexión. Esa conexión no era necesariamente romántica, pero se sentía diferente a cualquier cosa que haya sentido, algo parecido a lo que ella sintió con sigo misma.

En su cabeza llena de la misma cosa, Sabrina se repitió con fuerza que debía ser aún más cuidadosa, con sus acciones y con lo que estaba comenzando a sentir. Pues lástima era lo último que necesitaba para destruir a Angelo.

Los días siguientes pasaron sin incidentes mayores. Sabrina y Angelo retomaron sus rutinas, pero la dinámica entre ellos había cambiado sutilmente, una que ninguno de los dos mencionaba ni se paró a pensar.

Una tarde, mientras Sabrina estaba ocupada revisando algunos documentos, recibió una llamada de Darius, que sonaba más serio de lo habitual.

—Hoy a las tres, en la A.V312, necesito hablar contigo.

Fueran las únicas palabras que soltó Darius antes de colgar y dejar a Sabrina con incertidumbre.

Pero llegado la hora, Sabrina no se preocupo en ser cordial y solo se fue al tema.

—Darius, ¿qué está ocurriendo?

—Hector y Sara, han encontrado un pieza importante en su misión a Rusia, y tal parece que Moretti está planeando una movida importante, algo que podría poner en peligro a nuestro plan.

Sabrina sintió un nudo en el estómago.

—Angelo Moretti a conseguido un arma sorpresa, y tiene que ver con el heredero de Dimitri y su hija Michael.

Sabrina frunció el ceño. Ella no sabía nada, no conocía si Angelo había tenido contacto con extranjeros, no vio cartas, llamas telefónicas ni noticias de parte de sus compañeros de equipo. A menos que Angelo lo haya ocultado y solo pocos tuvieran acceso a esa información, o...

—¿Desde cuando supiste de esto?— pregunto rápidamente Sabrina.

Darius frunció el ceño sorprendió, y solo se limitó a responder.

—Hector me había hablado un poco antes del incidente con los De Luca, pero no fue que la semana pasada me confirmó mis sospechas, y ahora te lo digo pues suponía que no sabías nada al no informar de esto.

Sabrina se quedó callada.

—Debes ganarte aún más la confianza de Angelo— continúo Darius —Debes estar cerca de él, escuchar sus planes y, si es necesario, sabotearlos.




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