Amantes en Silencio

Capítulo Xl

Angelo tenía una extraña relación con Dimitri, aunque para un extraño pareciera una relación de socios y conocidos, Sabrina había notado lo cercanos que eran, y el viaje que estaban a punto de emprender hacia Vladivostok en Rusia lo comprobaba más.

Los trámites con su nuevo proyecto habían tenido un pequeño error que podría costarles más dinero de lo que habían acordado, así que para arreglar el problema, y pasar unas lindas vacaciones cómo dijo Angelo, él viajaría hasta la mansión de Dimitri.

Y como todo rico multimillonario con una vida secreta oculta en las sombras, Sabrina pudo conocer el lindo bebé de Angelo, su Jet azul. En resumen, rápida, eficiente y tranquila.

Vladivostok era una de la ciudades más tranquilas de Rusia, lo suficiente calmada para que la mansión en medio del bosque de Dimitri no llamará la atención.

—¡Oh! Bienvenido Moretti— saludo Dimitri al ver a Angelo bajar de su auto. El Jet había quedado guardado en un almacén.

—Hola, Dimitri— saludo indiferente Angelo, sin molestarse en prestarle más atención a Dimitri.

Sabrina por otro lado cargaba dos maletas en cada una de sus manos, y negando con la cabeza la ayuda de Angelo, se mantuvo al margen de la situación, como los otros guardaespaldas que habían sido seleccionados para acompañar a su jefe. Claro hasta que Dimitri la notó.

—Pero si es ledi— dijo Dimitri sonriendo con picardía, bajando los pequeños escalones para dirigirse a Sabrina.

Al estar en frente, Dimitri intento tomar la mano de Sabrina, pero Angelo sin quitar su mirada sería, apartó a Dimitri sin demasiada educación.

—Te recuerdo que tú esposa está adentro — dijo Angelo en advertencia.

Sabrina se sorprendió un poco al escuchar eso. Que Dimitri tuviera mujeres a su alrededor no era sorpresa, pero que estuviera casado nunca lo había pensado.

—Ya te oí Moretti— contestó de mala forma Dimitri, pero con una sonrisa pequeña, casi como si la estuviera forzando —. Bueno, ¿que esperan por pasar?, el almuerzo se va a enfriar— Dimitri se dio la vuelta he ingresó a su mansión, sin esperar que sus invitados los siguieran.

Angelo tomó una de las maletas que cargaba Sabrina, y sin esperar a que ella refutara se adentro a la mansión. Sabrina tuvo que seguirlo.

Al ingresar a la mansión Sabrina se dio cuenta que las flores no eran escasas en ese lugar, pues entre más adentro entraban, los claveles y rosas rojas o estaban en cuadros o en floreros.

Ninguna sirvienta a mayordomo les indico en camino, pues Angelo parecía ya tenerlo memorizado, y al llegar al comedor, Sabrina escuchó una sutil risa.

—Bienvenido, joven Angelo— dijo una voz dulce y delicada, que venía detrás de ellos.

Sabrina y Angelo voltearon al unísono, y al ver a la persona parada bajo el umbral de la entrada del comedor, Sabrina se preguntó de dónde había salido pues no había escuchado sus pasos al acercarse.

—Señora Krasnov— saludo Angelo, y Sabrina solo asintió con la cabeza.

—Ya le dije que me llamara Larisa— soltó con una carcajada suave.

La esposa de Dimitri, Larisa, parecía una modesta ama de casa que le gustaba hornear galletas y consentir a su hombre sin medirse. Larisa llevaba un vestido largo color amarillo que combinaba con sus preciosos ojos azules y su sonrisa de revista, todo ella brillaban con luz e irradiaba armonía.

Sabrina jamás había visto esa aura en su madre, pero si ella a un estaría con vida era muy de seguro que tendría esa aura maternal.

—Por favor tomen asiento, Angelo y...—Larisa se detuvo al no saber cómo llamar a Sabrina.

—Isabella— contestó ella, con simpleza.

Larisa solo sonrió y asintió, para después dirigirse a una puerta que Sabrina juraba no haber visto.

Cuándo ambos tomaron asiento, uno al lado del otro, Dimitri ingreso con una botella de vino y algunas pequeñas copas. Poco después Larisa ingreso con una bandeja de platos seguida de una ayudante.

Dimitri ocupó el asiento principal y Larisa se sentó a la derecha de él.

—Bueno, ahora que la mesa está servida creo que podemos empezar a servirnos— dijo Dimitri.

La cena transcurrió en silencio, hasta que Larisa, un poco incómoda con el ambiente frío, decidió ser la primera en hablar, o de hecho preguntar.

—Joven Angelo, ¿Lilith no la acompaño está vez?— pregunto con duda, pero al percatarse de que Angelo había dejado sus movimientos en pausa, supo que algo iba mal.

—No— respondió Angelo sin atreverse a subir la mirada de sus cubiertos.

Larisa un tanto apenada busco los ojos de Dimitri en una súplica de ayuda, dándose cuenta de que había tocado un tema delicado. Dimitri apretó la mano de Larisa en consolación.

—Cariño, aunque Lilith no esté presente, Angelo trajo a Ledi, su acompañante— dijo las últimas palabras con lentitud, dirigiendo una mirada extraña a Sabrina, como si intentara no decir nada erróneo.

—Si, ya veo— Larisa dirigió una mirada emocionada al asiento de Sabrina —Eres Isabella, ¿verdad?

Sabrina un tanto incómoda de que la conversación se dirigiera a ella, intento sonreír de manera educada.

—Si señora Krasnov.

—Ya entiendo, es un gusto conocerte.

A Sabrina no se le pasó la actitud un tanto lejana de Larisa que, aunque muy educada, no parecía querer acercarse mucho a ella. Y eso le parecía perfecto.

Sabrina había dejado pasar el frío ambiente de la cena, pero antes de retirarse a descansar, había notado las miradas furtivas de Dimitri y su esposa, que iban más allá de la cortesía. Sin importar los pensamientos ajenos, retornó con Angelo a la mansión de Dimitri.

Esa noche Sabrina se acomodó en la habitación que le habían asignado, un espacio amplio con decoración sobria pero elegante. Se sentó al borde de la cama y abrió su laptop. Tenía la intención de explorar un poco sobre Vladivostok y sus alrededores, al fin y al cabo, era un lugar nuevo para ella.

Biodiversity of Birds in the Far East—el primer artículo que llamó su atención le recordó agradables días en compañía de su abuelo, quien era un ferviente amante de la ornitología. Seguir esa curiosidad parecía una buena manera de conocer más la ciudad y despejar su mente de las tensiones del día.




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