Amantes en Silencio

Capítulo XV

Sabrina salió del baño sin obtener una respuesta, quedarse más de lo normal en los cubículos sanitarios iba a ser muy sospechoso. Caminó por el pasillo con dirección a la habitación que habían tomado como sala de reuniones, y al dar la vuelta en una esquina se encontró con la figura sutil del subordinado de Ángelo, aún tenía su nombre grabado en su mente, Sayri.

Ella no se mostró alterada y con más tranquilidad avanzó su camino.

—¿Tanto te demoras en los baños? —pregunto Sayri al llegar ella a su lado.

Sabrina lo miró por el rabillo del ojo después de detenerse, no volteó su cuerpo en su dirección y solo afilo su mirada.

—¿Por qué? —interrogó ella, manteniendo la calma a pesar de la tensión palpable en la sala.

Sayri cruzó los brazos y agudizó su voz.

—Trata de ser más sutil —Sabrina lo miró extraño, no solo por las palabras y la expresión de ese hombre, también por su tono de burla—. Sabes muy en el fondo que lo qué tratas de ocultar está fuera de tus manos —ella tragó saliva con fuerza sintiendo cosquilleos en sus manos—. No soy el único que lo piensa —espetó con fuerza.

Sabrina frunció los ojos con hastío.

—Claro —afirmó ella—. Aparte de usted la única persona que pensaría eso ya no puede ser ‘honesta’—Sabrina se burló y descaradamente disfrutó de la expresión indignada en Sayri—, ¿te has preguntado por qué sigo aquí a un con mis secretos?

El pasillo no era oscuro pero con las dos miradas en tensión aquel lugar era tan lucubre como una tormenta asomándose.

—No necesito saber tus métodos mediocres y poco éticos —respondió Sayri—. He estado aquí mucho tiempo para hacerme una idea —escupió con repulsión.

—Y sin embargo, funciona —asintió ella—. Cogerme al jefazo es un plus —agregó al final. Sayri agrandó los ojos indignado sin poder creer lo que había escuchado.

Antes de que la situación pudiera escalar Sabrina quito la mirada y avanzó su camino.

—¿Algún problema Sayri? —Al cruzar la puerta Sayri escuchó la voz de su jefe y se encontró con la mirada fría de aquella mujer vulgar.

Él murmuró algo bajo su aliento y, cediendo la victoria para aquella mujer, negó como respuesta.

—Bien, porque te necesitó enfocado. Tenemos un problema mayor en nuestras manos —dijo Ángelo volviendo su mirada a varios papeles desparramados en su escritorio.

Sabrina no midió el tiempo que les tomo trabajar en el contrataque, solo suspiró de alivió luego de ver que su mensaje al clan Benedit había sido leída, pero seguía sin obtener una respuesta de como proseguir. No le quedaba más opciones que tomar su decisión.

Las horas se mezclaban en una vorágine de discusiones, mapas estratégicos y llamadas clandestinas. Aquel lugar se había convertido en un centro de operaciones donde cada rincón susurraba planes y secretos.

—Nuestro objetivo es simple: neutralizar a su líder y recuperar nuestra mercancía. La carga es demasiada para llevarla en un avión, así que su única salida será por los puertos. Debemos atacarlos antes de que abarquen —comenzó Ángelo—. Vamos a dividirnos en dos grupos. Uno se encargará de la ofensiva directa, mientras el otro tomará posiciones estratégicas para bloquear cualquier intento de huida.

—Yo lideraré el grupo ofensivo. He investigado sus puntos débiles y sé como aprovecharlos —Sayri, que estaba de pie al otro lado de la mesa, habló con firmeza.

—Entonces Isabella y yo bloquearemos, y si es necesario tendremos que intervenir —declaró Ángelo, mirando a Sabrina por el rabillo del ojo

Sabrina no levantó la mirada de las fotos del cargamento que los Benedit habían robado.

La noche del enfrentamiento llegó, y el equipo se reunió en el punto de encuentro, aunque el grupo de hombres estaban entre los 30 y 40, ellos estaban divididos de hasta cinco hombres por posición. La idea era una emboscada.

El cargamento robado estaba dentro de un carro de carga con la tapadera de ser materiales de construcción. No tenía nada de diferente, solo se diferenciaba por los carros que venían detrás de el de forma sutil.

Cuando el camión pasó por la primera barrera de hombres armados Sayri dio el aviso de comenzar.

Los hombres dentro del camión de carga miraban con calma la carretera, con la fuerte música metal que cubría todo el espacio y también el olor de comida rápida. El conductor que parecía más cansado, miró por el espejo retrovisor y vio una figura extraña detrás, parpadeo para borrar rastros de sueño y se dio cuenta que los autos que estaban cuidando sus espaldas no estaban.

El hombre dirigió su mirada a su acompañante quien tenía su boca llena de una hamburguesa, lo llamó y le pidió que tomara el arma que estaba debajo del asiento. Su acompañante acato la orden con rapidez pero antes de volver a su lugar el camión se detuvo con fuerza y giró hasta salirse del carril. No les tomo mucho tiempo en darse cuenta que el enemigo estaba con ellos.

El enfrentamiento comenzó de manera abrupta. El sonido de los disparos resonó en el aire nocturno, mezclándose con los gritos y órdenes. Ángelo y su equipo se movían con precisión, avanzando hacia el centro de la lucha luego de dejar que algunos de sus hombres tomaran el carro de carga.

—¡Isabella, cúbreme! —gritó Ángelo mientras se movía hacia una mejor posición.

Sabrina se posicionó, proporcionando fuego de cobertura. El plan avanzaba, pero pronto quedó claro que Darius había previsto muchos de sus movimientos. Uno era librarse de ellos y escapar antes de ser encontrado.

Disparos cruzaban el espacio y Sabrina se encontró de momento en medio de la batalla, su mente trabajando a toda velocidad para mantener su cobertura. En medio de la confusión, Ángelo y un subordinado de los Benedit se encontraron cara a cara, las armas se alzaron y las miradas de odio se prendieron.

Los disparos se entrelazaron y en medio del caos Sabrina vio cómo Ángelo caía al suelo con un balazo impactando en su costado. Ella se quitó al sujeto que estaba encima suyo y con un golpe de su arma le rompió la nariz, y sin perder tiempo empujó a todas las personas que le impedían llegar hasta Ángelo. El tiempo pareció detenerse mientras se dirigía hacia él, su corazón latía con fuerza y resonaba en sus oídos.




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