Amantes en Silencio

Capitulo XX

— quien mierda será?

—no importa continúa, te estas moviendo jodidamente bien

—estas loco

—te da miedo que vean como te follo ?

— no es eso , solo que me tienen encerrada y me salí para saber la situación

—Ángelo soy yo Lilith, voy entrar

—vete no quiero ver a nadie —dijo Ángelo indicarle a Sabrina que se moviera

—no seas malagradecido vine verte

—me importa un carajo , saca tu trasero de aquí

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De un momento a otro deje de escuchar la voz de Lilith detrás de la puerta me dejé llevar por mí inminentes empecé a moverme nuevamente mientras mis piernas temblaban al sentir como la carne caliente entraba y salía de mi cuerpo

sus ojos profundos me miraban con fiereza sin apartar su mirada de mí ni siquiera pestañear estaba sumido en un éxtasis.

sus manos acariciaban mi piel recorriendo cada centímetro cada lugar su mirada penetrante hacía que ya temblará más de lo normal y algo en mi interior no podía dejar de ver su ojos es como si me estuviera consumiendo en unas yemas de fuego ardientes.

puedo sentir su miembro en lo más profundo de mi estómago cada embestida nuestros cuerpos chocando y produciendo sonidos lascivos que nos hacen perdernos en la locura y el deseo.

el vaivén mis cadera se fue descontrolando poco a poco empecé a sumergirme en el placer y sus pequeños gruñidos de placer me estaban enloqueciendo por completo .

Ángelo es como una droga te envenena, te vuelve adicta a él, a sus besos, al placer de su sexo

no sé cómo carajos terminé envuelta en esta red venenosa de sexo, su miembro otra vez entra vez está entrando y saliendo espacio de mi cuerpo el placer es insólito, elocuente inimaginable, carne caliente Me vuelve loca y me estaba haciendo temblar.

empecé a colgar solo su cuerpo sin perder de vista sus ojos su mirada está clavada en mí Eso me pone más caliente.

Mi cuerpo estaba completamente envuelto en el placer. Cada embestida de Ángelo me hacía gritar de éxtasis. Su miembro era como un rayo de fuego que me quemaba y me hacía sentir al mismo tiempo. No podía evitar gritar de placer cada vez que él me penetraba con fuerza.

Ángelo seguía mirándome con sus ojos profundos y penetrantes, como si quisiera tragarme con su mirada. Sus manos acariciaban mi piel con rudeza, como si quisiera dejar su marca en mí. Me encantaba ese toque rudo y sin rodeos.

Empecé a descontrolarme por completo. Mis caderas se movían de forma errática, como si tuviera un motor en el interior. El placer era demasiado intenso, demasiado fuerte. Sentía que me iba a explotar en cualquier momento.

Ángelo seguía embistiéndome con fuerza, como si quisiera arrancarme el corazón. Sus gruñidos de placer me hacían perder la cabeza. No podía evitar gritar de éxtasis cada vez que él me tocaba.

De repente, sentí que mi cuerpo se tensaba por completo. El placer era demasiado intenso, demasiado fuerte. Me sentí como si estuviera a punto de volar en pedazos.

Ángelo se dio cuenta de que yo estaba a punto de terminar. Se detuvo por un momento y me miró con sus ojos penetrantes. Luego, me miró con una sonrisa lasciva y me embistió con fuerza una vez más.

Eso fue demasiado. Me sentí explotar por completo. Grité de éxtasis mientras mi cuerpo se tensaba por completo. El placer era demasiado intenso, demasiado fuerte. Me sentí como si estuviera en un sueño, como si todo lo demás no existiera.

Ángelo seguía embistiéndome con fuerza, como si quisiera sacar todo de mí. Finalmente, sentí que Ángelo también terminaba. Gruñó de placer de forma audible mientras su cuerpo se tensaba por completo. Luego, se detuvo y me miró con una sonrisa lasciva.

Me sentí como si estuviera en un sueño, como si todo lo demás no existiera. El placer era demasiado intenso, demasiado fuerte. Me sentí como si estuviera consumida por el fuego.

Isabella cerró la puerta de su habitación con un leve suspiro. La noche había sido intensa, y aunque su cuerpo pedía descanso, su mente no dejaba de analizar cada detalle. Ángelo era un enigma, una tormenta que la arrastraba sin remedio. Pero ahora, en la soledad de su espacio, debía recuperar el control.

Al día siguiente, mientras el sol apenas iluminaba el horizonte, un golpe firme en la puerta la sacó de sus pensamientos. Isabella se levantó con cautela, ajustando su chaqueta antes de abrir. Frente a ella estaba el tío de Ángelo, un hombre de mirada calculadora y sonrisa afilada.

—Isabella, ¿puedo pasar? —preguntó con un tono que no admitía negativas.

Ella lo observó por un momento antes de dar un paso atrás, permitiéndole entrar. Sabía que esta conversación no sería casual.

—Voy directo al grano —dijo el hombre mientras se acomodaba en una silla—. Necesito información sobre Ángelo. Sé que tú estás cerca de él, más de lo que cualquiera podría imaginar.

Isabella cruzó los brazos, manteniendo su postura firme.

—No sé de qué habla. Soy solo su guardaespaldas. Mi trabajo es protegerlo, no involucrarme en sus asuntos.

El tío de Ángelo soltó una risa seca.

—No subestimes mi inteligencia, Isabella. Sé que sabes más de lo que aparentas. Y estoy dispuesto a pagar por esa información. Millones de dólares, para ser exactos.

Isabella arqueó una ceja, pero no mostró ni un ápice de interés.

—¿Millones? —repitió con sarcasmo—. ¿Cree que mi lealtad tiene precio? Si es así, está más equivocado de lo que pensaba.

El hombre se inclinó hacia adelante, su mirada se volvió más intensa.

—No se trata solo de dinero. Se trata de poder. Ángelo no está preparado para liderar el clan Moretti. Yo, en cambio, tengo la experiencia y la visión para hacerlo. Si me ayudas, podrías asegurarte un futuro lejos de todo esto.

Isabella dio un paso hacia él, su voz firme y cortante.

—Escuche bien, señor. No traiciono a quienes confían en mí. Ángelo puede ser muchas cosas, pero es mi jefe, y mi lealtad está con él. Si quiere quitarle el puesto, tendrá que hacerlo sin mi ayuda.




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