Abro los ojos con un inmenso dolor apoderándose de mi cuerpo, las cortinas de mi habitación están cerradas de par en par. Pero un pequeño rayo de luz entra por una rendija de las telas. Ni siquiera intento moverme porque el simple hecho de respirar ya me quema la garganta.
Cierro los ojos y los abro a la velocidad de la luz cuando me recuerdo de ella, la humana. ¡Lilith! Debía saber que ella estaba bien, no recuerdo mucho después de que ese perro maldito me hiriera.
Llamo a un alma sirviente para que traiga a uno de mis hermanos, este entra al poco tiempo.
—Es bueno verte despierto hermano ¿Como te sientes?
—De la mierda, pero no te llame para una visita formal Leviatán.
—Que es lo que deseas.
—Tráela a ella, quiero verla.
—¿Hablas de esa chica? Por ella estás así ahora.
—Estoy así porque quiero, no me obligó a ir por ella. Lo hice porque lo sentí, así que tráela... A Lilith.
Decir su nombre me causa un agradable hormigueo que logra mitigar por instantes el dolor que siento. Leviatán sale algo resentido, pero al final siempre cumple mis órdenes.
LILITH
Solo Asmodeos y yo comemos en la gran mesa del comedor, sus hermanos estaban ocupados. Mañana se llevaría acabó el ritual que tanto esperaban y Lucifer seguía en cama, no habíamos tenido noticias nuevas desde ayer. Eso era bueno y malo a la vez. No había empeorado, pero tampoco estaba bien por completo. Todo el aura del lugar se sentía más pesada y creo que todos lo percibimos.
Apenas si puedo digerir la comida, mi garganta se siente apretada. El aire me cuesta que fluya con normalidad, quema en mis pulmones.
—Es la presión por el ritual, el reino está mermando su poder y por eso se siente más hostil —explica Asmodeos como si me leyera la mente.
—Es mañana ¿Cierto? El ritual de las siete almas.
—Si, después de mañana verás este lugar con nueva cara, si ahora te parece genial. Mañana será indescriptible.
—Lo espero con ansias.
Le sonrió a Asmodeos y la puerta del gran comedor es abierta, ambos nos volvemos a la persona o demonio que entra, es su hermano Leviatán con cara de pocos amigos, aunque siempre la tenía.
—Lucifer despertó, pidió hablar con ella.
Trago grueso cuando ambos me miran a mi como si fuera una presa en medio del bosque. Pero Asmodeos me da seguridad cuando pone su mano sobre mi hombro.
—Yo la llevaré enseguida.
—Está bien, después ven con nosotros. Debemos acabar para la ceremonia de mañana.
Él asiente y nos levantamos de las sillas para caminar por el pasillo adornado por jarrones o pinturas que no logro entender, parecen relatos pintados.
Llegamos a las puertas de la habitación de Lucifer que están al otro lado del castillo, en un ala solitaria. Del otro extremo a las habitaciones de sus hermanos, parecía estar aislado por voluntad propia o por comodidad de el mismo.
—Él no te hará daño ¿Sí? Cuando termines aquí, búscame en la sala del trono.
Me da una palmada como conforte y se va por el mismo pasillo, lo dudó por un momento, pero me animo a tocar la puerta con un hilo de movimiento.
—Adelante —Se escucha desde dentro.
Abro la puerta enorme pero que es bastante ligera, me adentro con dos pasos, lo encuentro sentado frente a su cama, con pantalones de vestir negros, sin camisa y con ese gran torso y espalda es imposible no sentir vergüenza.
—Lo siento, me dijeron que querías verme.
—Acércate.
LUCIFER
Analizó cada uno de sus movimientos cuando se acerca hacia mí y se queda parada justo enfrente, mira a todos lados menos a mí y eso me hace enojar de forma estúpida. Esta ante Lucifer, es obvio que va a temer.
—¿Me tienes miedo? —Su respuesta me sorprende.
—No. Solo es que no nos conocemos y me siento un poco culpable de que ahora estés herido.
—Ya. Entonces hagámoslo bien. Soy Lucifer, primer príncipe del infierno, nacido de la soberbia.
—Pensé que eras el Rey del infierno, algo así dijo Asmodeos.
—Lo soy ante todos, pero me siento desbordar con un título tan grande, no siento que esté por encima de mis hermanos, la igualdad es clave para la estrategia.
—Tus palabras son todo, menos soberbias.
—Y eso te sorprende —ella asiente— ¿Quién eres tú humana?
—Lilith Rean, una simple "humana" al parecer.
—Me agrada tu sinceridad, así que Lilith. Si te hice venir fue para decirte... Gracias. Pensé que yo sería el héroe, pero termine siendo la víctima.
—No deberías darme las gracias, si en primera instancia yo tuve la culpa. Tu no tenías por qué salvarme.
—Pero quería hacerlo, nunca te culpes por las decisiones de los demás, solo por las tuyas. Y aún si te equivocas nunca pidas perdón, eso no arregla nada, solo tú accionar.