Amar a Lucifer

6. Las siete almas y una más

Nota: particularmente recomiendo leer este capitulo con la canción "Let me sing - Robert Pattinson" de fondo. Transmite el sentimiento que estaba buscando. Sin duda mi capitulo favorito.

Hoy en especial todos en el castillo estaban extremadamente ocupados, después de todo, el dichoso ritual se llevaría a cabo en unas horas. Esto debía salir bien, sería la única oportunidad de restaurar el poder del infierno al cien por ciento después de tonto tiempo que no sucedía.

Mientras me encuentro recostada en la cama del cuarto de Asmodeos, él va y viene de un lado a otro. Al menos yo ya estaba acostumbrada a su tardanza al arreglarse, pero suponía que esto no era algo que les gustara a sus hermanos, ya habían venido a apresurarlo más de una vez.

—Creo que deberías apurarte Asmodeos. Presiento que el próximo hermano que venga a apresurarte no será tan gentil.

—Ellos no lo entienden, la belleza es tardada, sé que me miro genial siempre pero hoy debo verme jodidamente radiante.

—Siempre lo estas.

—Lo dices solo para que me dé prisa.

—Lo digo porque es verdad.

Me levanto de la cama y camino junto a él frente al espejo, la altura era considerablemente notoria, me sacaba más de una cabeza. Con esa vestimenta el realmente se miraba como un auténtico príncipe, el vestido negro que me pidió ponerme lucia tan bien junto a sus ropas negras. Me toma de la mano mientras estamos viendo al frente.

—Te miras como toda una reina.

—¿Tú crees?

—No tengo la menor duda.

—Pero ni siquiera has conocido a alguna Lilith de otro universo que sea reina.

Se queda en silencio y por el reflejo alcanzo ver como gira su cabeza a un lado para verme, en sus ojos percibo nostalgia y un dejo de tristeza. Su mano deja de tomar la mia y sus brazos me rodean con cariño.

—Lo siento tanto Lilith.

—¿Por qué te disculpas?

—No debí traernos aquí.

La puerta siendo abierta no me deja preguntar nada más. Asmodeos hace más presión en su abrazo antes de soltarme, a los pies de la puerta se ve a Lucifer, su ropa hace alusión a un alto rango de la milicia humana, solo que todo en negro, ese color le sentaba peligrosamente bien.

Sus ojos rojos hacen juego con una capa del mismo color que le cuelga de uno de los hombros. Y detrás de ella sujetado por su mano se esconce algo, parece ser una caja por la forma que tiene.

—Me han dicho que aún no estas listo. No podemos retrasar más esto.

—Estaba por ir donde ustedes.

—Dirígete al Jardín de los lamentos, todos estamos listos para empezar. —Los dos me voltean a ver— yo la escoltare a ella.

Asmodeos baja la cabeza y se retira dejándonos solos, Lucifer empieza a acercarse y yo solo me encojo en mi lugar. Me mira de pies a cabeza y una sombra de sonrisa le surca la expresión.

—¿Lista Lilith Rean?

—En serio es necesario que yo esté presente. Sería mejor que me quedara.

—Porque hoy estas acá, es que esto verdaderamente funcionara.

—No entiendo.

—Necesito tu ayuda.

De detrás de su capa saca lo que efectivamente era una caja de cristal gris, lo pone delante de mí y abre la tapa, dentro de ella brilla una corona negra, en el centro tiene una piedra blanca que se mira traslucida.

—Es la corona del sacrificio. Tomalá.

Lo miro con sorpresa, pero mis manos se dirigen a ella sin problemas, él deja la caja a un lado, mis dedos pasan por la piedra y luego la sujetan de extremo a extremo. Lucifer coloca sus manos sobre las mías y cuando nuestros ojos se encuentran mi cuerpo se tensa y se paraliza.

No tenemos mucho tiempo mi bello ángel.

No me importa, iré contra mi padre si es lo que necesitamos para estar juntos.

Sabes que no lo permitiré, no puedo dejar que esta lucha nos arrebate todo.

Debe haber otras formas.

No las hay, déjame quemar el cielo para ti.

LUCIFER

Sus manos sueltan con miedo la corona y da un paso atrás, Observo la piedra de la corna, vuelve a ponerse totalmente roja.

—Colócala en mi cabeza —le pido y ella me mira con algo indescriptible en los ojos, preguntarle que vio no sería algo bueno.

Vuelvo a tenderle la corona y la toma con más precaución que antes, me arrodillo para que se le haga más fácil ponerla. Cuando ya siento el peso en mi cabeza alzo la mirada y ella da un paso para darme permiso a levantarme por completo.

—¿Por qué no brillo de nuevo?

—Solo lo hace cuando las dos entidades que la crearon tienen contacto al mismo tiempo.

—Y si alguien más la toca ¿Qué sucede?

—Nada, solo responde a la energía de ellos dos, por eso mismo no puede ser tocada por cualquiera.




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