You dont know - Katelyn Tarver
El dolor era palpable, los latidos de mi corazón se sentían por cada parte de mi cuerpo como si fuera una bomba contenida en la piel. No podía ver nada, solo una luz blanca cegadora que por más que forzara los ojos para enfocar, nada parecía hacerse tangible.
—¡Recapacita! causaras una terrible colisión entre dos mundos que no deberían tocarse nunca.
—Como puedes decir eso, él es parte de nosotros.
—¡Lo era! y perdió ese derecho en el momento que rompió las reglas. Ahora esta consumido por la maldad y a lo malo se le debe destruir si no queremos que se haga más grande.
—Profesas el perdón, pero no eres capaz de otorgarlo.
Podía sentir el miedo, la ira y el descontrol como si fueran mis propios sentimientos. Doy un grito de enojo y golpeo a la nada, la luz cegadora se desvanece y me encuentro en la absoluta oscuridad. Mis oídos empiezan a zumbar, cada vez más alto. Hasta que se detienen de golpe y una luz brillante me ilumina la espalda.
Volteo de inmediato y frente a mi hay un joven mucho más hermoso que Asmodeos pero que compartía muchos de sus rasgos, tiene cabello rubio y los ojos dorados, con un par de alas inmensas que mantiene extendidas y parecen bañadas en oro, mantiene las manos detrás de su espalda y sonríe con la vista clavada en mí.
—¿Quién eres tú? —pregunto mientras retrocedo lentamente, pero en un movimiento ya lo tengo pegado a mí.
—Sono Miguelo, bellissimo angelo.
Escucho esa voz que parece un susurro en mi mente y sin embargo sus labios no se han movido ni un centímetro para decirlo, se mantiene con esa sonrisa apacible. Mis recuerdos lo comparan con otra persona que me parecía casi imposible.
—Te pareces a él.
—¿A quién? —de nuevo no necesita mover la boca para escucharlo.
No lo digo solo lo pienso, pero su voz de nuevo susurra dentro de mi cabeza —Lucifer— contengo la respiración cuando hace mención de su nombre y él se gira dándome la espalda, empezando a caminar, exactamente a él se parece y a la vez no, era todo lo opuesto. Como el día y la noche. Lo persigo cuando sigue su andar.
—El portador de luz —sigue hablando— A veces el fuego ilumina más el camino.
—¿De qué hablas?
Siento como su mano atrapa la mia con fuerza y levanta el vuelo, jalándome solo del brazo, todo seguía siendo oscuridad, era como tratar de salir de la nada y no parecía tener fin. Se frena y me levanta con una sola mano colgada para tenerme de frente.
—Lo que un día ardió, de nuevo se hará cenizas. Los dos mundos se tocaron y reiniciar el tiempo no fue suficiente, uno de ellos debe ser el vencedor, porque no está permitido que existan juntos. —sus ojos parecían estar en un trance.
—¡Miguelo! —le grito para llamar su atención, pero su voz sigue resonando.
—El cielo está enojado, las reglas fueron quebrantadas, la sangre y lágrimas serán lo único que pueda lavar el pasado alterado.
Y de un momento a otro me suelta y me encuentro cayendo hacia la oscuridad de la nada mientras el permanece levitando y su rostro antes estático mueven sus labios para decir algo a lo lejos.
"Eres tú"
Siento una mano tocar mi rostro y la apartó de un manotazo cuando abro los ojos y me sacudo de la cama. Logrando por fin despertar. Respiró con dificultad y siento una presencia más en la habitación, la persona que antes me tocaba era Lucifer.
Verlo solo me hace asemejar sus facciones a los del otro ser, no había duda, la misma cara, pero diferentes tonos y colores. Mi mente se sentía en un bloqueo donde no sabía que sentir, lo único que sale son mis lágrimas.
—Hey, ¿Qué pasa? No llores. —se aproxima a mí y dejó caer mi cabeza en su hombro— ¿Quieres contarme?
—No es nada.
Me separo y me dejó caer sobre la almohada evitando verlo, mis pensamientos no dejaban de traer el rostro de ese tal Miguelo y compararlo con el que estaba frente a mí ahora mismo.
—¿El ritual funcionó?
—Si, el infierno volvió a su equilibrio. Gracias a ti. —eso logra llamar mi atención y busco su mirada. Esos ojos rojos hace que se me aclare la cabeza.
—Bueno... Tu trajiste a mi hermano, ayudaste a encontrar su cetro y...
—¿Y? Vamos no te quedes callado.
—Y nada más Lilith, todo esto salió bien solo por el hecho de que tú estuviste aquí. —me carcajeo un poco de eso.
—Mi presencia no hizo ninguna diferencia. Todo hubiera funcionado con el simple hecho de tener tu poder.
—A veces el poder no es intangible sabes.
—¿Entonces que es tu poder?
"Eres tú" de nuevo la voz de míguelo.
Siento una presión en el pecho que me hace toser sin control como si me faltará el aire. Lucifer acude a mi ayuda y me palmea la espalda y me vuelve a recostar.
—Deben ser efectos del ritual. Después de todo tienes el cuerpo de un humano.