Amar a Lucifer

14. De amor no se muere

Lilith nos toma de la mano a ambos y por su cuenta cierra los ojos, cuando todas las imágenes empiezan a transcurrir frente a los ojos de Asmodeos su primer reflejo es ver a Lilith y se tranquiliza cuando la ve con los ojos cerrados, luego me mira a mí de pasada.

Las imágenes borrosas se vuelven claras, su cabello negro, sus ojos verdes. Su rostro se percibe de manera clara. Se que ella lo recordaría en algún momento y yo estaría a su lado esperando pacientemente.

El viaje termina y los tres aparecemos en la sala penitente, en ella solo se encuentra Belcebú que no deja de llevarse comida la boca con tanto aburrimiento, pero sin ánimos de detenerse, se pone de pie cuando nos ve a los tres.

—¡Volvieron! Eso fue rápido.

Antes de que podamos decirle algo, sale corriendo gritando que hemos regresado, en poco tiempo llegan los demás. Todos van a regañar a Asmodeos, me quedo junto a Lilith que solo ríe y los mira con tanta diversión.

—Deberías ir a descansar. —sugiero en un susurro— los portales absorben la energía de los humanos. No quiero tenerte dormida por mucho tiempo.

Su cabeza se gira tan rápido como sus palabras dejan su boca.

—¿De qué hablas?

—Me refiero al ritual de las siete almas, te desmayaste por más de un día.

—Tal parece que cuando duermo a la gente le da por desaparecer.

Ambos volvemos la mirada a donde están mis hermanos.

—Tranquila, yo me encargo de que no huya.

Asiente con la cabeza y se dispone a ir a la puerta, pero se queda parada con un pie dentro y otro fuera. Su mirada busca la mía y sus palabras duelen, aunque sabía que ese había sido uno de los precios que pagamos por el pasado.

— ¿Podrías olvidar lo que pasó en la tierra? Ese beso.

—Y si no quiero olvidarlo?

—Entonces tratamos de no repetirlo. No voy a estar aquí por mucho tiempo.

—Y temes enamorarte de mí? Suele pasar.

—Que gracioso eres, solo temo que después seas tú quien no pueda vivir sin mí.

Embozo una sonrisa y le guiño el ojo, no tenía una respuesta a eso. Porque perfectamente sabía lo mucho que me dolía vivir sin ella.

—Descansa pequeña Lilith.

Sus pasos avanzan hasta escucharse lo suficientemente lejos. He escuchado decir de los humanos, que de amor no se muere. Aunque hasta la muerte es mejor salida que una eternidad sin amor.

Me acerco a donde están mis hermanos, precisamente a Asmodeos y le doy una leve palmada en la parte trasera de la cabeza, le rebota hacia el frente y se acaricia la parte afectada.

—¡Oye, eso me duele!

—Mo vuelvo a irte pequeño problemático. —le digo pasando un brazo por sus hombros— me hiciste irte a buscar y lo más importante, la hiciste llorar a ella. Debes compensarlo idiota.

—Lo haré.

—Es bueno tenerte de vuelta.

MIGUELO

La sala está llena de bullicio, algunos ángeles susurran entre ellos, otros arcángeles gritan a los cuatro vientos lo que, según ellos, sería lo mejor para mantener el equilibrio. Ese sucio inmortal se mantiene sentado en su lugar, viendo cómo todos parecen querer despedazarse para ver quién tiene la razón.

Esto me encanta, lo sé.

Después de todo, este problema que viene desde hace centenarios es por su culpa. La historia fuera otra, si su ambición por obtener más poder, no se hubiera interpuesto ante algo que si prometía y se juró ser puro.

A lo lejos siento el aura de la última entidad que hace falta en esta sala para dar inicio a esta reunión de urgencia, que fue convocada por la mayoría de altos mandos, aunque sabía a la perfección que solo lo hicieron por las mentiras que Adamo les hizo creer para que hicieron esto y le facilitarán el trabajo.

—¡Silencio!

Todos se quedan en silencio ante mi petición, me levanto de mi silla y acomodo mi armadura. Los demás toman mi ejemplo, algunos dejan de revolotear por el techo y sientan pies en el suelo, otros se levantan y toman una postura firme, el único que no lo hace es Adamo, con toda la clara intención de no querer doblegarse ante mí.

Aunque poco le dura el gusto, cuando las puertas de la sala son abiertas por un par de guardias celestiales y de inmediato se pone de pie algo asustado.

Miro al frente con la cabeza en alto y las manos atrás de la espalda, me inclino como acto de reverencia al todo poderoso que entra iluminando más la sala con su inmensa aura.

Sus pasos son firmes y lentos, se que está escaneando a cada uno en la sala para formarse una idea de lo que podría ocurrir. Su larga casulla que arrastra por el suelo, tela blanca y pulcra que se adorna con toques dorados. Su cabello y barba blanca le dan una personalidad imponente. Aunque su simple aura era tan intensa como para doblegar el poco poder que los demás tenían.

Él puede no parecerse físicamente en nada a ella, pero su mirada es la misma. Esa mirada de misericordia, de curiosidad y de destrucción.

—Saludamos al creador, padre de la creación.

Hablo y los demás repiten mis palabras, me hago a un lado y dejo que el tome asiento en la cabeza de la larga mesa donde se sientan once personas más además de él y yo.

Cuando toma asiento los demás somos libres de hacer lo mismo, el silencio es sepulcral, solo se escucha como uno de los ángeles encargados de la información despliega su pergamino para leer lo que han reunido.

—Esta reunión ha sido convocada de manera urgente al saberse que... Lilith —Puedo sentir como el todo poderoso se tensa al escuchar ese nombre— se encuentra de nuevo en el infierno, ha habido reportes de que ha estado viajando entre el infierno y la tierra.

—También al cielo.

No es la voz del todo poderoso lo que sorprende a todos aquí, incluyéndome a mí, si no lo que dice. Busco la mirada de Renzo y Arkeon que se encuentran en la reunión al ser las únicas legiones, pero ambos permanecen callados y con la mirada perdida entre sí. Era evidente para mí, que fueron los causantes.




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