Amar a Lucifer

16. Te necesito lejos de la destrucción

Say — Taylor Haynes

La sala penitente es una acalorada sala de reuniones esta tarde, mis hermanos cada uno sentado en su lugar discutiendo entre si algunas decisiones que tenían que tomarse lo antes posible, las cosas habían estado cambiando mucho últimamente y debíamos adaptarnos a estos cambios.

Le entrego a mis almas sirvientes algunos papeles para que lleguen a mi despacho y los archiven como asuntos resueltos. Repiqueteo mis dedos sobre la fina madera, esperando que los demás terminen lo suyo. Cuando lo hacen ya todos me prestan la debida atención.

—Bueno, creo que ya hemos tratado todos los pendientes de hoy, eso ha sido rápido. Gracias por su ayuda hermanos míos.

Un tímido Asmodeos levanta torpemente la mano mientras su mirada esta en todos los lugares posibles menos en mis ojos.

—Adelante, ¿Qué sucede?

—Es sobre Lilith. —había pasado una semana y la había visto escasamente.

—¿Hay algo que ella necesite?

—Hemos conversado y cree que es hora de regresar a la tierra.

La mirada de todos mis hermanos se clava en mí. Eso había sido un golpe repentino, no había hablado de esto precisamente por lo mismo, pensé que si lo ignoraba nunca tendría que hablar de su partida. No estaba en mi imponerle quedarse, pero tal vez el vivir aquí para siempre, no sea algo que ella anhele.

Medito con calma la respuesta, aunque no importaba cual fuera. Siempre perjudicaría a uno de los dos. Mis pensamientos son interrumpidos por un fuerte estruendo que hace sacudir la sala penitente, aunque seguramente el castillo entero también. Fuertes destellos entran por las ventanas.

Algunas almas penitentes entran con fuerza por la puerta y se acercan conmocionados hacia mi.

—¿Qué esta sucediendo? —exijo un informe.

—Son los celestiales mi amo. Están atacando la barrera bajo el mando del General Miguelo.

Eso no podía ser cierto, Miguelo nunca haría eso. Él más que nadie a tratado todas estas décadas de evitar una nueva guerra. Él nunca estuvo de acuerdo con la última masacre. Renzo me advirtió que el tiempo se estaba acabando, pero nunca imagine que eso fuera tan pronto. Tengo el poder del infierno restaurado, eso solo hará que las almas sigan con vida y no se extingan, pero no me servirá de nada si debo de luchar cuerpo a cuerpo con ellos.

—Imposible.

Me acerco a las ventanas donde mis demás hermanos ven la conmoción de afuera. Y efectivamente, esto era un ataque de ellos. Las alas blancas eran inconfundibles al igual que el dorado de sus armaduras.

Ellos a comparación de estas almas, contaban con habilidades de nacimiento y el resto de mis súbditos con entrenamiento en ataques. Algunos ángeles que también fueron exiliados conmigo podían darme tiempo, pero no estarían de pie por mucho tiempo.

Todos me miran en busca de mis instrucciones, mi cabeza era un desastre que solo se concentraba en los días pasados que empezaron de esta misma forma. Solo hay algo en lo que puedo concentrarme.

—Belcebú, Leviatán y Amón. Necesito que cubran el frente y traten de acabar con todos los ángeles que puedan. Belfegor y Mammon irán por las tropas y cubrirán lo que ustedes dejen pasar. Asmodeos me seguirá a mí.

Todos reciben bien las instrucciones y salen de inmediato de la sala sin mediar palabra.

—Sígueme.

Le ordeno a Asmodeos que no deja de ver por las ventanas, camino con prisa por los pasillos.

—¿A dónde vamos? —le doy una leve mirada para que entienda el objetivo— Lilith.

—Necesito sacarla de aquí. Si llegan a lograr pasar las barreras de nuestros hermanos, vendrán a tomar el castillo. Es claro que ellos saben que esta aquí. Yo sentí su aura, es imposible que el creador no lo haya hecho. No voy a perderla dos veces.

—No estamos seguros de que en verdad sea por ella que estén aquí.

Me detengo abruptamente y el choca con mi pecho.

—Crees que hay otra razón por la que Miguelo sea quien este liderando esto, él al igual que nosotros no quiere otro exterminio. Si él ha venido personalmente el solo porque le han encargado llevarla ante él.

—Es su padre, tal vez ha cambiado de opinión y quiere arreglar las cosas con ella. —lo tomo fuertemente de la camisa porque parece incapaz de medir el peligro.

—Reacciona maldita sea, él la creo y la puede destruir si quiere. No necesita arreglar nada, tiene el poder suficiente para destruir su alma y hacer otro hijo.

Sus ojos se abren ante tal abominación, los humanos eran un ciclo constante, morían y reencarnaban una infinidad de veces según la pureza de su alma, Cuando esta ya estaba muy manchada de pecado era destruida por los arcángeles.

Pero en cambio nosotros éramos inmortales, no teníamos un ciclo que cumplir así que nunca morimos por edad, enfermedad. Solo por asesinato y en casos muy extremos porque el mismo creador nos destruía al vernos defectuosos. Pero eso era el ultimo nivel de castigo, el siempre mandaba al exilio, al olvido o a la tierra.

Aunque sabia que esta vez ya no sería así, ya habíamos infringido muchas reglas y nuestra destrucción sería lo mejor que podrían hacer para terminar con este ciclo de defectos. Así que debía ponerla a salvo a ella, esto lo provocamos ambos y ella ya había pagado su precio, además si uno de los dos moría prefería ser yo, me había dado cuenta que nunca lograría vivir sin ella, que mil veces elegiría no ser yo quien cargara con esa pena.




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