Dime quien ama de verdad — Beret
Trato de escarbar con la mirada dentro del río de la memoria, pero lo único que consigo es hacerme con mi reflejo, sus aguas actúan como espejo. El único que puede ver lo que contiene es la persona que adentro a su cauce. Sigo mirando hacia el agua cristalina que parecía reflejar no solo mi rostro también todos mis pensamientos y recuerdos.
Cuando pienso que esto puede tardar un poco más de lo que ya lo ha hecho, una figura emerge del agua, mi corazón se detiene al ver a Lilith luchar por salir de ahí, su cabello negro chorreando y sus ojos verdes brillando con una intensidad que me hizo recordar la última vez que la vi y no pude hacer nada por ella.
Extiendo mi mano para que la tome y la ayudo a salir del agua, todo de ella chorrea de agua y su respiración se entrecorta. Su piel, genéticamente blanca, palidece de sobremanera como si eso aun fuera posible. Le doy espacio para que recobre el sentido y se calme.
Toce un poco de agua que seguramente trago cuando salió a la superficie, su mirada escrutadora como si estuviera buscando algo, se encuentra con mis ojos.
—Miguelo —dijo suavemente, ante la mención de mi nombre mi piel se eriza— ¿todo lo que vi es cierto?
Tragué saliva, sabiendo que todo eso que se proyectó únicamente para ella era real, que al tener conocimiento de todo el dolor que el cielo le causó y sin tener aún sentimientos por todo aquello, fácilmente podría seguir negándose a ayudar. Pero mentirle ya no era una opción más.
—Sí. —respondí, mi voz apenas era audible— El creador te puso tres sellos, Lilith. Uno para que no pudieras recordar, otro para que no pudieras usar tus poderes... y otro para que no pudieras sentir nada.
Lilith me miró fijamente, su rostro pálido como el mármol.
—Eso no puede ser correcto. Tengo sentimientos ¿Sabes? —aclaró, su voz llena de confusión.
—Por los humanos, pero no por ángeles y demonios. No por el creador, no por mi... que soy de tu especie. Y mucho menos por Lucifer.
—Comienzo a pensar que los verdaderos malos aquí, son ustedes los "Celestiales". Porque hacer sufrir a esa Lilith todo eso solo por enamorarse de Lucifer que al final también es de su especie. Porque quitarle todo a modo de castigo, si tu Dios es así de cruel entonces comienzo a entender porque mi vida fue así. Sea o no su hija, me hizo vivir un infierno. Le suplique que me matara y no lo hizo, le rogué que me diera una mejor vida y tampoco lo hizo.
Me encogí de hombros, sintiendo una oleada de tristeza.
—Te hizo vivir de forma cruel, pero nunca te lo quito todo. Sé que Dios nunca te quitó tus poderes, Lilith. Solo te los escondió, para que no los usaras. Y tampoco te quitó tus sentimientos... solo te los bloqueó, para que no los sintieras. Y los recuerdos...
—Esos si le agradezco habérmelos quitado, hubiera sido una tortura vivir una vida de mierda recordando que un día lo tuve todo.
Lilith me miró durante un momento, y luego se desplomó en el suelo, su cuerpo temblando con sollozos. Me era extraño esta situación, nunca había visto a un celestial romperse de esta forma por sus emociones. Vi a Lucifer hacerlo y volverse loco, pero eso no contaba porque ya era tomado como un demonio. Me senté a su lado, rodeándola con mis brazos, y la sostuve mientras lloraba, sabiendo que nunca podría borrar el dolor que había sufrido.
—Se que ver esos recuerdos no es suficiente para convencerte a ayudarnos, pero si me lo permites... yo puedo romper ese sello. Yo sé que nuestra Lilith no dudaría en luchar una guerra que debe terminar.
—Tal vez esa Lilith piense eso porque ella misma la inició.
—Eres la misma Lilith, con poderes, sin ellos, sin memoria o sentimientos. Tus ideales nunca han cambiado, lo que te detiene ahora es el miedo, el miedo a saberte responsable de toda una masacre.
Se queda en silencio por largos minutos, estoy por separarla de mi pecho cuando vuelvo a escuchar su voz.
—¿Puedes romper los otros dos sellos?
—No, esos van más allá de mi poder, puedo romper el de la mente porque ya está agrietado. Por eso has tenido esos vistazos al pasado, no son alucinaciones son fragmentos que escapan de la fuerza del sello.
Sus manos me empujan lejos de ella, su mirada perdida y una sonrisa confundida se le dibuja en el rostro.
—Tú hiciste eso ¿Cierto? solo para preparar este momento.
—No, tu naturaleza lo hizo. Tu yo esta tan desesperado de volver a sentirse vivo que busca la manera de traerte de vuelta, por eso sentiste familiar a Lucifer desde el principio. Además, tu plan siempre fue este, solo estoy ayudando a que pase.
—¿De qué hablas?
—La corona del sacrificio, en el ritual de las siete almas. Tú y Lucifer la crearon, no por voluntad de él sino de la tuya. Ambos pusieron copias de sus recuerdos en ella. Su magia agrieto tu sello desde el momento en que la tocaste. Por eso el ritual salió bien, el infierno comenzó a arder con fuerza porque te reconoció. Ese fue tu plan, volver para terminar con todo.
—Esa Lilith nunca pudo soportar que todo quedara en el olvido.
—Ella nunca soporto morir sin luchar. En el pasado iban perdiendo y tú siempre lo supiste por eso te sacrificaste para darle más tiempo a él. Necesitabas que Lucifer creciera en poder y así hacerle frente al cielo y la clave para eso eras tú. Crees que el nombre de esa corona es una coincidencia, la mente maestra detrás de todo siempre fuiste tú, no Lucifer, no yo y menos el Creador. Todos siempre te dieron lo que pediste y tú te encargaste de poner tus piezas en el juego y esperaste el momento donde asegurarías tu victoria. Ahora te pregunto ¿Cuál es tu decisión? Morirás una última vez mandando todo al vacío o seguirás con tu plan original.