Amar a Lucifer

22. Terminando algo que empezamos juntos

Vuelo con prisa al castillo, entro por una de las ventanas rotas y los destellos son la única luz que alumbra por dentro. la noche parecía eterna hoy. Camino apresurado y me encuentro con su figura viendo a través del cristal hacia donde se estaba peleando el comienzo del segundo exterminio.

Me detengo de golpe, mi cuerpo rígido como sintiendo que mi interior arde en llamas con la posibilidad de volver a perderla como hace cien años, en un mismo día como hoy, en las mismas crueles circunstancias de un destino que no nos quería juntos. Ella se gira en mi dirección y sonríe, como en los viejos tiempos.

A donde se había ido esa sonrisa descarada.

Los golpes del pasado avasallan mi mente con crueldad y me dejan con todas las ganas de darme la vuelta y salir corriendo para evitar enfrentarme a este momento, que claro que había esperado tanto, cuando por fin volviera a recordarme y a todo lo que pasamos, pero que también me daba miedo, porque todos esos recuerdos no eran ni la mitad de felices que me gustaría que fueran.

—Estas aquí.

Digo tontamente apretando mi mano en un firme puño, me acerco con pasos lentos a ella hasta tenerla a menos de un metro, ¿Que debía decirle? nunca había pensado en que haría cuando este momento llegara. Pensé en una vida a su lado, pero me salte estas pequeñas trabas en el camino, me salte las tontas, pero necesarias explicaciones.

Aprieto los labios enfadado de no poder hablar decentemente con ella. Guardarme las ganas de gritarle lo mucho que la he extrañado estos años, no era lo mismo tenerla aquí sin recuerdos a saber que ahora, posiblemente volvía a ser mi Lilith, la que si recordaba todo lo que habíamos vivido.

—Lo recuerdo todo, Lucifer.

Mi nombre en su boca dolía más de lo que debería. Me detuve en seco al escuchar primero sus palabras, el aire se volvió espeso a mi alrededor. Había cosas buenas que recordar, pero también había miles más que eran malas. Pero ella recordaba todas y cada una sin excepción.

—¿Todo?

Asintió.

—El exterminio... la sangre cayendo como lluvia negra sobre nuestras cabezas. Las llamas devorando a los inocentes. Y a ti... gritándome que no lo hiciera. Que me detuviera, aunque supieras que no lo haría. Lamento haber elegido morir antes de encontrar otra solución contigo, pero el tiempo ya no nos esperaría más y lo sabias.

—¿Aun me amas? —pregunte, no por curiosidad, sino por miedo. El miedo de que su recuerdo la rompiera de nuevo y prefiriera no volver a pasar lo mismo de nuevo, después de todo, ahora si tenía la libertad de vivir o morir como un simple humano y no como un Dios. — no soportaría una segunda vez que decidas morir y me dejes solo.

—No quería dejarte solo, pero al final fue todo lo que hice, te dejé... Y fue por qué elegí arder en tu lugar, no me imaginaba vivir sin alma.

Guardé silencio. Podría haberle dicho que su elección no fue la mejor. Que yo no le pedí que se sacrificara. Que la guerra no se ganaría con su amor por otros, sino con sangre. Pero habría sido una mentira. Porque sí se lo pedí. No con palabras, pero con miradas, con la cobardía de un corazón que no soportaba verla caer.

—Morí porque te amaba —continuó—. Porque el cielo nos negó y el infierno nos ofreció una segunda oportunidad.

Me arrodillé. No por reverencia, sino porque mis piernas ya no sostenían la carga de su verdad. Ella, la primera mujer que ame, la deidad más deseable ante mis ojos, la que eligió el fuego antes que el olvido... recordaba.

—Lilith... —susurré, y fue como si su nombre me quemara la lengua.

Ella se inclinó hacia mí, tomó mi rostro con manos frías y suaves.

—No vine a reclamarte nada, Lucifer. Solo vine a terminar con una guerra que yo misma empecé. Tal vez no me sacrifique por querer ser un héroe sino por cobardía de saber que inevitablemente perdería.

Miro sus ojos tan llenos de decisión y luego sus labios, no me contengo más y la besó, tan necesitado de ella que no me importa que al principio no sea correspondido, pero los segundos me dan otra oportunidad y ella empieza a mover sus labios hasta que el oxígeno nos obliga a detenernos.

—Esta vez no quiero olvidar esto. —la escucho decir— sé que ahora no siento nada por ti, pero también soy consciente de que en el pasado te amaba lo suficiente como para elegir morir en tu nombre, esta vez voy a ganar esta guerra. Voy a ganarla por ti, por mí y por todos los que aún luchan junto a nosotros. El cielo nos debe una tregua.

Asiento con la cabeza, aceptando que no hay vuelta atrás esta vez. Que los dos debíamos enfrentarnos a esto de forma inevitable, ya no había a donde correr y el tiempo ya nos había alcanzado. Dejo de abrazarla y doy un paso atrás. En un destello de luz hago aparecer un cetro negro de principio a fin, con una piedra rubí roja tallada en forma de manzana.

—Es tuyo, antes de que todo pasara iba a dártelo como regalo. No tienes tus poderes ahora así que esto te ayudara a pelear sin terminar muerta en combate.

Le extiendo el cetro y ella lo toma entre sus manos, lo mira fijamente y por un instante sus ojos se reflejan en la piedra que brilla con parte de mi poder dentro de el. Luego levanta la mirada y se lanza a mí en forma de abrazo.

—Gracias...




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