Amar A PuÑo Limpio

CAP 12 : EL DUELO.

Margarita y Ricardo habían llegado a la Academia Danza de Dragón.

Ella se adelantó al tocador mientras Ricardo se quedó paseando por los pasillos, hasta que vio a Héctor acercarse.​​​​​

—Al fin llegué… de noche, pero llegué —dijo Héctor, entrando por la puerta principal.

—¿Entrarás así nada más? —le dijo Ricardo, poniéndose frente a él para bloquearle el paso.

—Oye, quítate —exclamó Héctor, molesto.

Ricardo le lanzó un puñado de polvo en la cara. Héctor lo olió y comenzó a sentir cosquillas en la nariz.

—¿Qué demonios te pasa? —dijo Héctor, casi estornudando.

—¿A mí? Nada —respondió Ricardo con una sonrisa burlona.

—Yo seré la pareja de Margarita —alcanzó a decir Héctor antes de soltar un fuerte estornudo.

¡Achís!

En un instante, Héctor desapareció… y en su lugar estaba Peter, el conejo. 🐇

Ricardo abrió los ojos, satisfecho.

—Lo sabía. Creí que no era cierto, pero ahora sí: te conviertes en un conejo al estornudar.

Se agachó frente a Peter, que intentaba morderle los dedos.

—Escucha, Héctor: no molestes más. Margarita y yo ganaremos esta competencia. Yo seré su pareja.

Tomando a Peter con una mano, Ricardo lo llevó hasta la mesa de los jurados, donde lo dejaron como si fuera el “premio”. Después, se dirigió al vestidor de los hombres. Allí estaba Rafael Aquino, su contrincante, ajustándose los zapatos.

—Ah, hola. Eres Ricardo, ¿verdad? —preguntó Rafael.

—Así es —respondió él con seriedad.

—Qué gane el mejor… y que pierdas tú —dijo Rafael con una sonrisa provocadora.

—No hables antes de tiempo —replicó Ricardo, amarrándose los cordones.

—Claro. La verdad no me importa mucho la competencia, solo lo hago porque no puedo dejar sola a mi pareja… —Rafael bajó la voz y sonrió de lado—. Pero, tu pareja está muy bonita tal vez eso me anima más .

Ricardo frunció el ceño con irritación, pero no respondió.

Mientras tanto, en el tocador de mujeres, Margarita conversaba con Estrella Ferreira.

—No te dejaré a Sol —dijo Estrella.

—Se llama Peter —replicó Margarita con firmeza.

—Bueno, no importa. Igual no te lo voy a dejar. Yo me lo encontré primero.

—Ya lo veremos —dijo Margarita, saliendo del tocador.

En la pista, los jurados presentaron primero a Rafael y Estrella. Al aparecer, el público estalló en aplausos: las chicas gritaban por Rafael y los chicos por Estrella.

Después fueron presentados Margarita y Ricardo. Los aplausos fueron más apagados, casi con desgano.

La música comenzó. Era won't you like Rafael y Estrella se movían con gracia. Cada giro parecía un ataque disfrazado: patadas dirigidas hacia Ricardo y Margarita, choques de cadera que buscaban desestabilizarlos.

—Es nuestro turno, Margarita —dijo Ricardo.

—Sí —respondió ella, firme.

Ricardo tomó su mano y la hizo girar. Sorprendentemente, se movían bien juntos. Margarita no lo podía creer: de la noche a la mañana, Ricardo parecía haber aprendido a bailar.

La pareja comenzó a contraatacar, sus pasos convertidos en golpes elegantes . Ricardo lanzó a Margarita al aire, pero justo en ese instante Estrella empujó a Ricardo y lo rodeó con los brazos. Margarita, en cambio, cayó en los brazos de Rafael.

—Escucha, Ricardo —dijo Estrella, acercándose peligrosamente—. ¿Por qué no dejas todo esto? Quédate conmigo y déjame a ese conejito.

—No puedo —respondió él, firme.

—Un hombre tan guapo como tú no debería perder el tiempo aquí —susurró Estrella, antes de besarle de improviso.

Ricardo abrió los ojos sorprendido y la apartó con brusquedad, irritado.

Al voltear, vio a Margarita aún en brazos de Rafael. Su pecho se encendió de celos.

—Oye, Margarita… ¿tú estás con Ricardo? —preguntó Rafael, sonriendo.

—¡Claro que no! —exclamó ella—. Y ya bájame, no me toques.

Rafael le tomó el rostro, acercándose cada vez más para besarla. Margarita trataba de zafarse, pidiéndole que la soltara.

Fue suficiente. Ricardo corrió hacia ellos y empujó a Rafael, separándolos. Tomó la mano de Margarita con fuerza.

—¡Te dije que no la tocaras! ¡A ella no le gusta! —gritó Ricardo, lleno de celos.

Rafael lo miró con arrogancia.

—Te lo confieso: me gusta Margarita. Es preciosa, perfecta… y quiero besarla. Pero tú estás haciendo que todo mi esfuerzo sea inútil.

—Ja, y no solo va a ser inútil… va a ser imposible. Escucha, desgraciado: Margarita es mi prometida —exclamó Ricardo, su voz cargada de celos—. Y si te vuelves a acercar a ella, ¡te juro que te mandaré al hospital y te pondré en coma!

Margarita lo escuchó, sorprendida. ¿Su prometida…? murmuró para sí.

Rafael sonrió con soberbia.

—Con que tu prometida, ¿eh? Entonces tengo más razones para querer besarla. Ella no debería estar con alguien como tú.

—Así es —agregó Estrella.

—Bien, terminemos esto —dijo Rafael, volviendo a la pista.

El baile-combate continuó con mayor intensidad. Rafael logró darle una patada a Ricardo, lanzándolo contra la pared. Margarita corrió a socorrerlo.

—¿Estás bien? ¡Ricardo, háblame!

—Estoy bien… —dijo él con dificultad, poniéndose de pie tambaleante—. Esto no es nada.

—Ricardo, mejor vete a descansar, yo lo haré sola.

—¿Estás loca?

Pero Margarita lo toco suavemente en el torso, haciéndolo caer.

—¡ Porque hiciste eso, me dolió! —protestó Ricardo desde el suelo.

En ese momento apareció Héctor, ya de nuevo en su forma humana. Logró escapar e de la mesa de jurado.

—Es verdad, Ricardo. Vete a centar. Yo bailaré contigo Margarita.

—De acuerdo —dijo Margarita, dudosa.

—¡No! Estamos haciendo esto por tí—gritó Ricardo, levantándose de golpe. Tomó a Héctor y lo lanzó contra las gradas, furioso.

—¡Tú y yo terminaremos esto, Margarita! —dijo, tomando con firmeza la mano de ella y volviendo al duelo.

La batalla continuó por una hora entera. Ricardo estaba golpeado y con una cortadora en la cara. Entre pasos, giros, ataques y bloqueos, finalmente Ricardo lanzó a Margarita al aire. Al caer, juntos lograron noquear a Rafael y Estrella con golpes certeros en la nuca.



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En el texto hay: romace comedia drama

Editado: 18.09.2025

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