Me concentre tanto en mi mundo de fantasía, de esas que crean mi mente, en mundos donde la protagonista era yo, donde las cosas buenas me pasaban a mí, y si de alguna manera algo mala pasaba no importaba porque se solucionaría tarde o temprano se solucionaría
Y quizás el mundo real no es tan diferente, cosas malas suceden, en un lugar a una persona o quizás a miles, pero también al mismo tiempo pasan cosas buenas, y pienso que es el equilibrio que el mundo necesita, después de todo el bien solo se conoce a través del mal, a través de la tristeza de aquellos momentos vulnerables que aparecen en un día soleado o gris y que te atormentan el alma.
Mi familia siempre me dijo que es bueno mirar el mundo real, porque podría perderme de aquellos regalos que nos da la vida, en forma de palabras, abrazos, o miradas de nuestros amigos, familias o … extraños.
Recuerdo aquel día, demasiado calor para mi cuerpo, de esos calores que te derriten, y en esos momentos es donde detesto el calor, pero ese día, justo ese día presencie el primer regalo de la vida, de esos que siempre me hablaron y yo no les creía.
Y venia envuelto en un cuerpo de unos 1.70m, de cabellos castaños y ojos marrones, unos ojos marrones que me miraban como si fuese lo más bonito que había visto, y justo en ese momento en aquella parada con esos ojos observándome, me sentí bonita.