Capitulo 3
Iba todos los días a la misma parada con la esperanza de verla, aunque sea solo de lejos, se había vuelto una rutina por 2 semanas, me despertaba y me observaba en el espejo poniendo expresiones que me hicieran lucir bien, una sonrisa, levantar las cejas de modo coqueto, poner esa mirada de modelo, crear conversaciones y respuestas a posibles conversaciones, pero nada me preparo para lo que ocurrirá ese día, y es que, porque de todos los posibles escenarios tenía que ocurrir ese, justo ese.
- Chu, chuuuuu, veteeeee, ¡HAS ALGO!
- ¿Pero qué quieres que haga? - dijo desesperada ella también
- No lo sé, solo has que se valla, HAS ALGO defiéndeme
- ¿Tu deberías defenderme?, no yoo
- Ahhh y ¿eso por qué? - la observe con el rostro fruncido, y con las manos en la cintura- porque soy hombre y tu mujer- la señale con el dedo recriminándola- ¿por eso?
- ¿Qué? No claro que no
- Y entonces …- ni siquiera pude continuar porque el maldito perro se acercaba cada vez más a nosotros, un perro que nos mostraba sus dientes, y nos observaba como si fuésemos su bocadillo del día
- ¡PELUSA! ¡PELUSA! Ven aquí- una joven se acercó a nosotros con una correa para ala bestia que se llamaba ¿Pelusa? Que nombre más extraño para esa bestia de cuatro patas- ¿Los estaba molestando? Disculpen normalmente no suele compararse así, ¿verdad bonita? - ni siquiera nos dio tiempo de quejarnos y decirle que tiene que controlar a su perra, cuando ya había puesto a eso en sus brazos y le hablaba como un bebe, si pues será el anticristo den forma de perro, esa bestia.
Y se alejó, así como si nada, con su chihuahua
- Por cierto, no quise, bueno yoo…-mierda acabo de parecer un cobarde frente a ella.
- No te preocupes, sí que daba miedo
- ¿Si verdad?, chiquito pero peligroso.
- Siii, ahí viene mi bus- observé como el bus se acercaba a la parada, y también como ella se alejaba de mí, y yo solo pude despedirme con la mano, y con mil palabras queriendo salir.
- Por cierto, me llamo Abigail- y de nuevo esa sonrisa hizo que se me trabara la lengua y mi cerebro entrara en corto- ¿Creo que ahora tú debes decir tu nombre? - dijo observando divertida por la cara de menso que seguro tengo.
- Matías, me llamo Matías
- Pues un gusto conocerte Matías, aunque no fue como quería empezar a hablarte- al parecer se dio cuenta de lo que dijo porque su rostro de volvió completamente rojo, al igual que el mío- ¡NOS VEMOS!- y desapareció de mis vista
Y ese día, descubrí que lo planeado nunca sale, y que la vida que da momentos extraños, en el que dices ¡que carajos!, pero que son momentos que dentro de unos años serán uno de tus recuerdos favoritos, llenos de risas, y solo quero y deseo tener más de esos momentos.
Con ella.