Observaba por la ventana como las gotas de lluvia caían, el viento sacudiendo las hojas de los árboles, era de esos días que amanecía con el sol en todo su esplendor y de la nada una lluvia hacia presente, y yo como todas las mañanas antes de salir reviso el pronóstico del día, para evitar sorpresas, pero de nuevo la vida tomaba el camino que quería solo esperaba que para la hora de la salida el clima ya haya mejorado.
Y como llego el momento feliz del día, el horario de salida y como siempre tratando de que el jefe no me vea no vaya a ser que me dijo el “espera un momentito te muestro algo”, su frase de siempre.
Y de nuevo el volvía a mis pensamientos, Matías de solo recordarlo sentía el rostro caliente y mi corazón acelerándose, aun me parecía extraño y un poco tonto todo lo que había sucedido, y sin contenerme una risa salió de mis labios
Creo que tendré que dejar mi miedo por los perros, después de todo tengo que protegerlo cuando seamos pareja- y de repente me di cuenta de lo que pensaba, solo sabía su nombre y ya estaba pensando en protegerlo y mientras más pensaba en la posibilidad de una vida con él a mi lado más grande se volvía mi sonrisa.
Al entrar a la cafetería vi que Laura está tomando los pedidos, me acerque a ella.
Me giré a ver quién era el usurpador y cuando lo hice, el mundo me pareció más bonito, era como si el destino y la casualidad se unieran para que nos encontráramos.
Era como decir que la vida misma quería nuestros caminos juntos, y yo no me opondría a esa decisión.