Empezar de cero
Mamá abrió la puerta de nuestra nueva casa y algo se sentía distinto, todo en realidad, se notaba que hace mucho no vivía nadie ahí, era una casa grande en San Martín de los Andes, una ciudad súper linda y grande de Neuquén, me gustaba pero... no estaba con ánimos para admirar la belleza, porque era un casa realmente grande y hermosa, pero no me sentía en lo absoluto con ganas de nada.
—Dejá esas cajas ahí, mi amor. Vamos a ir acomodando en la semana, ahora quiero dormir un poco y por ahí empiece a la noche a poner cada cosa en su lugar. — dice ella entrando con dos valijas.
No respondí, simplemente dejé la caja que contenía los utensilios y demás cosas de cocina en la mesa del comedor.
Volví al camión, habíamos contratado un flete y nosotras nos vinimos en avión.
Estuvimos bajando cosas por dos horas y al fin habíamos terminado.
—Mirá. — me dice con una sonrisa un tanto forzada, entra a la cocina y de ahí sale con una bicicleta, me quedé calculando el hecho de por qué había una bicicleta en la cocina —. Cuando vinimos con tu hermano a ver la casa, la compramos para que puedas recorrer el pueblo con ella. ¿Te gusta? — pregunta un tanto ilusionada. Era violeta pastel, muy bonita.
—Me encanta ma, gracias. — dije abrazándola.
—Sé el esfuerzo que estás haciendo, por vos, por mí, sos muy fuerte, aunque no lo veas, vamos a salir de esta, las dos juntas vamos a salir adelante y si bien no te prometo que vamos a ser la familia que éramos porque... eso ya no se puede, pero vamos a reconstruirnos, las dos juntas, porque juntas somos más fuerte, ¿sí amor?
—Sí ma. — puso sus manos en mi cara y corrió parte de mi pelo rojizo y besó mi frente.
—Me voy a descansar, deberías hacer lo mismo. — asentí con una sonrisa forzada.
Ella subió las escaleras y yo me senté en el sillón, si bien las personas normales cuando se mudan, lo primero que hacen es inspeccionar la casa, pero yo no tenía ganas, lo único que quería era sacarme este dolor de encima, irme a dormir y al despertar que todo haya sido un sueño, que papá no se haya ido, que Juan no me haya engañado, y que no tuviera la necesidad de empezar de cero, porque me estaba costando.
Hace seis meses que intento salir pero no salgo ni a la puerta, estuve dos meses encerrada en mí misma, apenas y salía del cuarto, el tercer mes de la partida de papá, salía una vez por semana a la casa de Juan, y después él era quien se acercaba para verme, supongo que en su momento lo entendió, o aprovechó ese tiempo en que yo no tenía ganas ni de asomarme por el umbral de la puerta para él acostarse como “mi mejor amiga”, no lo sé, la verdad. Ya no sé nada.
Los últimos dos meses de clases no los hice, me mandaron trabajos para que no repita el año.
Fue doloroso, para los tres tener que lidiar con todo, para Camilo fue difícil hacerse cargo de nosotras, y suena mal dicho de esa manera pero era la verdad, yo empecé a sacar mi dolor y tristeza con el alcohol, ya eso era tema para que me estén encima todo el tiempo, a la mañana iba sin hacer ruido a la cocina y sacaba una botella de lo que haya para tomar. Sentía que era de la única manera que olvidaba el dolor que de a momentos se me pasaba, y después terminaba vomitando todo lo que había tomado en el inodoro. A mi mamá le dolía verme así, muchas veces los escuché pelear a mi hermano y a ella por mi condición, dejaron de comprar bebidas alcohólicas.
Y como no había más en casa, cada vez que salía era para comprarme petacas de licor, de vodka, de lo que hubiese en el almacén, cuando vieron que mi situación se les estaba yendo de las manos, tanto a mamá como a Cam, decidieron que lo mejor iba a ser irnos de esa casa, alejarnos un poco de todo lo que nos recordara a él, porque mamá fingía que ya lo estaba superando, pero por las noches es donde revelaba su verdadero dolor, dejaba salir todo, lo sé porque la escuchaba todas las noches llorar y preguntando el porqué papá se fue y nos dejó.
En ocasiones yo entraba y llorábamos juntas, pero otras, corría y buscaba cualquier cosa para tomar y ponerme borracha, hay veces que salía para comprarme alguna bebida que me sirviera para olvidar.
Sé que a él no le hubiera gustado verme así, poniéndome mal y borracha para intentar ahogar el dolor, y ahora estaba mucho peor, soportaba dos pérdidas, la de él y la de mi novio, todavía no puedo creer cómo me hizo tal cosa, como me destruyó, y lo hizo de la peor manera, olvidándose por completo de mi existencia y de mi dolor, todo le importó cinco hectáreas de mierda.
Se cagó en mí, en el dolor que estaba atravesando, en mis sentimientos, en todo lo que hice por él. Se cagó en todo.
A mi mamá no le dije la verdad, ayer cuando llegué llorando le dije que terminamos porque la distancia no iba a funcionar para nuestra relación, por más que quisiéramos seguir juntos, era imposible. Creo que se lo creyó, pero no quería decirle la verdad. No quería arruinar su amistad con Tere y Vane, una amistad de hace años, de la secundaria. Porque los padres de ellos y los míos, fueron juntos toda la escuela.
No era culpa de ellos, esto era problema de Juan, Carolina y mío, no sé si ellos les habrán dicho la verdad a sus padres, pero yo no planeaba decirle nada a mamá. Y si a estas alturas mi mamá no se enteró, era porque ellos no le habían dicho a sus padres.