Quedate conmigo
El lunes por la mañana me dejó un mal sabor de boca. A las siete estaba Juan desayunando con mi mamá y conmigo. ¡A las siete de la mañana! Para mi desgracia entró en la misma escuela, y mismo curso que yo. Si esto no es una señal de que la vida me odia, entonces no sé nada sobre señales.
Mi mamá me tendió la mano con otro mate mientras hablaba con Juan. No me interesaba lo que decía, nada que tenga que ver con él me interesa.
Estaba dándole pequeños círculos con la yema de los dedos a la boca del mate mientras pensaba en cómo desaparecer de la Tierra e instalarme en Marte, por lo menos hasta que Juan se digne a dejarme tranquila, como si no fuera poca la paz mental que tenía.
Es que intento pero no entiendo por qué me pasan estas cosas a mí, primero Juan, y seguramente después Carolina, si no entendí mal, su familia también se viene para acá. Parece que todos me odian. Ojalá pudiera irme a la mierda y no tener que verlo a ninguno de los dos.
—Se pone fuerte el mate. — dice mi mamá después de unos minutos. Fue cuando me di cuenta que no lo había terminado desde que ella me lo dio —. ¿Todo bien hija?
Asentí y mordí una galletita —. En mi mejor momento. — dije irónica y le dediqué una mirada asesina a Juan mientras masticaba.
A las siete y media nos fuimos, en realidad nuestro horario de entrada eran las ocho, pero mi mamá al ser profesora tenía que estar antes, y la verdad es que prefería estar veinte minutos antes y no irme caminando sola con este energúmeno, o, de una manera más tierna, este individuo mal parido. Ahora de verdad creía en eso de “del amor al odio hay un solo paso”.
Salimos para la escuela en nuestro auto que mamá compró hace unos días, era un Renault Logan color negro, era ideal para nosotras porque no era muy grande, pero tampoco muy chico.
Nos subimos y cuando me senté, ella acaricia mi rodilla desnuda, yo estaba con mi codo apoyado en la puerta y la cabeza en el puño de mi mano, lista para perderme mirando por la ventanilla. Ignorando a Juan que estaba detrás de mi asiento, e ignorando al mundo.
Ya estaba mejorando mi aspecto, o al menos el maquillaje logró tapar la mayoría;
El camino a la escuela fue en silencio, sentía de vez en cuando la mirada de mi mamá en mí pero yo solamente quería perderme en el paisaje.
Cada cosa que veía era hermosa, parecía otro país totalmente diferente, otra cultura, gente diferente, todo.
Admito que esperaba ansiosa a que el invierno llegue, sé que acá nieva y la nieve yo no la conozco, y eso me da un poco de ilusión.
Llegamos y antes de bajar agarra mi mano y besa el dorso de esta, me sonríe de una manera cálida y ambas bajamos del auto, Juan ya estaba esperándonos afuera. Entramos y mi mamá se fue para la sala de profesores.
Miro para los costados esperando salvarme de esa situación porque sino iba a empezar a llora, no quiero quedarme a solas con él, es lo último que quería. Cuando di vuelta la cabeza, encontré a Cloe y a Cassie, mis nuevas amigas que se acercaban a donde estaba yo, eran mi salvación.
—¿Cómo estás, hermosa? — dice Cass, le sonrío de manera forzada.
—Bien, ¿y ustedes? — ambas asienten respondiendo mi pregunta, saludan con la cabeza a Juan, vi a mi mamá salir de la sala y acercarse a nosotros para encararme.
—Hija, ¿por qué no orientás a Juan? Lo necesita para no perderse. — me haría un favor, pensé. Tragué hondo y asentí. Aunque sería más efectivo que se lo llevara un ovni, pero eso era imposible. Así que me tenía que conformar con hacer que no se pierda y mostrarle mi nueva escuela.
Moví la boca sin hablar pidiéndole a las chicas que no me dejen sola. Ellas me ayudan con eso, y le mostramos todo.
Después de que le hayamos hecho un tour por casi toda la segunda planta, fuimos a la clase de Inglés.
Cuando entramos al salón, casi me choco con Renzo pero sus manos en mi cintura evitando que lo choque, me frenan.
—Esta vez pude evitarlo. — dice guiñándome el ojo con una sonrisa. Le sonreí tímida y cuando iba a decirle algo, la profesora entra pidiéndonos que nos sentemos.
Él se sienta al lado mío pero en la fila del medio, habiendo solamente un pasillo entre nosotros, en mi mismo banco del lado de la pared se sienta Juan, la sonrisa que tenía antes se desvaneció.
Mientras la profe tomó lista y empezó con la clase, me pasé las dos horas muy tensa por el individuo que me tocó como compañero, de vez en cuando mi mirada se chocaba con la de Renzo u otras veces cuando lo veía estaba tonteando con Cassie. Bueno, igual es problema de ellos, no me tiene que importar, ¿no? Es un amigo que muchas veces me prestó la oreja, su amistad y nada más.
Después de Inglés me tocaba taller de música, en este estaban Renzo y sus dos amigos, y bueno, Juan, que escuché cuando en el tour Cassie le preguntaba.
Ahora que me acuerdo, Cassie no sabe nada, ni de él ni de mi papá, la única es Cloe, que Ren no sepa también me pone mal, porque es mi amigo. Las dos horas de Inglés terminaron y cada alumno se fue para los talleres que se habían anotado, hay diferentes horarios para que no se junte demasiada gente en un solo aula.
En el taller de música incluían baile también. Pero ese día no hicimos gran cosa, solamente nos presentamos e hicimos un juego dividiéndonos en grupos para contestar preguntas sobre canciones, músicos o bailarines y danzas.