Te espero toda la vida
Miércoles, tercer día de la semana, y hoy era mi primer ensayo con Renzo, habíamos quedado en practicar en mi casa, pero que hoy en el taller teníamos que decidir la canción y algunos pasos.
«Que agotamiento». Me quejé internamente.
El embarazo: llevo cinco días con este secreto, no tan secreto porque Renzo lo sabe, pero nadie más.
Él estuvo acompañándome, cuando estábamos con gente me mandaba mensaje en vez de preguntarme directamente para que nadie sospeche. Es un dulce.
Me prometí a mí misma no pensar en él más de lo debido, y lo tengo que cumplir.
Estaba en clases y me dieron náuseas, Dios, ¿justo ahora? ¿No podía esperar a que sea el recreo? Mínimo. Era lo único que pedía.
Le pedí a la profe para salir y gracias al cielo me dejó, fui y vomité en el baño, odio hacerlo, creo que es lo que más odio en el mundo. Mientras me lavaba la cara me suena el teléfono, miro la notificación y el nombre de Renzo ilumina la pantalla.
«¿Qué te pasó? ¿Las náuseas otra vez?»
«Sí, pero no te preocupes, ya pasó. Gracias Ren»
«Estoy afuera del baño, te espero»
Fruncí las cejas y me asomé por la puerta, su sonrisa hace acto de presencia. ¿Cómo fue que pudo hacer que la profesora lo dejara salir? Que suerte.
—No es necesario que pierdas clase por mí, fue solamente un poco de náuseas.
—Shhh — pone su mano frente a mí para que no siga —. ¿Cómo te sentís?
—Mejor. Gracias, pero no es necesario que pierdas clase cada vez que me pase algo.
Sonríe —. Soy el único que lo sabe, por ende ¿quién va a ayudarte? Simplemente... no quiero que te pase nada. Dejate ayudar, por favor. — suena en modo de súplica y lo abrazo.
La verdad es que él hacía que me sienta menos sola. Nos separamos pero mis brazos siguen en sus hombros y entrelazo mis manos atrás de su nuca. Nos miramos a los ojos de una manera que no supe explicar, pero su mirada era cálida, suave y tierna.
Sus manos seguían en mi cintura. Mis ojos se rehusaban a dejar ir los suyos, su sonrisa era comprensiva y dulce, algo muy fuerte sintió mi corazón, pero no fui capaz de descifrarlo.
Vi como su mirada viajó de mis ojos a mi boca, acercándome a terreno peligroso hice lo mismo. Cuando él se acercó lentamente a mí, el timbre sonó. Nos soltamos rompiendo el mágico contacto visual pero sus manos vuelven a posarse en mi cintura cuando un fuerte mareo se apodera de mi cuerpo.
—Vamos a la cafetería. Tenés que comer algo.
Me ayuda a caminar con su mano en mi cintura y cuando nos encontramos con los chicos lo suelto lentamente. Sintiendo una opresión en el pecho.
—¿Qué hacen los dos juntos? — pregunta la pelirroja un poco confundida.
—Me la encontré en el pasillo del baño, la vi mal y cuando se mareó supe que necesitaba ayuda.
—¿No querés ir a la enfermería amiga? — pregunta Cloe preocupada.
El tema es que yo ya sabía por qué estaba así, supe que no necesitaba ir a la enfermería.
—No, por ahí se me bajó un poco la presión, no desayuné, por eso.—mentí.
Vamos a la cafetería, Renzo y Cassie van a pedirme algo para comer. La verdad es que en eso no mentí, tenía hambre, desayuné pero considerando mi estado no era lo suficiente.
Después de tomar un té, ya que el café le hacía mal al bebé, y también Renzo me compró una porción de biscochuelo de chocolate. Un antojo. Mientras Ren estaba haciendo la fila le mandé el mensaje haciéndole el pedido, el cual no me negó.
Todos hablaban y reían mientras mis pensamientos volaban, después se acercó Juan con Carolina y me tensé, Renzo se dio cuenta pero lo único que hizo fue mandarme mensaje para ver si estaba bien o si me quería ir. Como no quería levantar sospechas preferí quedarme, además, se podría malinterpretar la situación ya que siempre Renzo está conmigo y no quiero pelearme con Cassie por un malentendido.
Después del recreo de veinte minutos tuvimos taller de Baile, cada cual se fue con su pareja correspondiente y Renzo volvió a preguntarme si estaba en condiciones de ensayar.
En vez de hacerlo, lo que hicimos fue ponernos de acuerdo con la canción que íbamos a bailar. Nos pusimos de acuerdo con «Aléjate de mí» de Camila. Una hermosa canción, lenta, pero hermosa.
Y sí, la dejamos ahí porque mis piernas estaban frágiles, se lo dije y fue a buscarme agua. Me la extendió y tomé un poco;
Me hace sentir mal que sea Renzo quien esté acompañándome cuando no soy su responsabilidad. Siento que estoy siendo una carga y todo por cobarde, no soy capaz de decírselo a Juan, a mi mamá estuve pensando en cómo darle la noticia, y mi hermano... él es un capítulo aparte. Me va a matar, y no, no es una pregunta, ni una duda, es más bien una afirmación. Con lo protector que es, Dios, a él mucho Juan no le gustaba como mi pareja, pero tampoco le caía mal porque lo conocía desde que nació. Simplemente que prefería otro tipo de persona al lado mío. Porque él sabía que Juan iba a lastimarme, y como boluda no le hice caso.
Y es que sus palabras me las acuerdo como si fuera ayer que me las hubiera dicho.
« Fijate que Juan no es de esos que son para relaciones serias y estables, no hace falta ser inteligente para darse cuenta de eso, y no quiero que sufras porque sos mi hermana y te quiero. »