Amar Después de Amar I

15

Un universo paralelo

 

 

El timbre sonó indicando la hora de salida, iba caminando hacia la puerta mientras metía uno de los libros en la mochila y distraída choco contra otro cuerpo. Renzo, para ser exacta. Mis cosas terminaron en el piso y mis manos en su pecho. Sus ojos conectaron con los míos y al ver lo cerca que estábamos las saqué como si me quemara.

—Perdón.—dije y me agaché para agarrar mis cosas. Él me copió.

—¿Cómo estás?—pregunta cuando estamos de pie nuevamente.

—Bien, ¿y vos?—le devolví. Volví a retomar las clases después de una semana entera sin ir, para mí se sintió como una eternidad.

—Bien.—estábamos un poco incómodos, al menos por mi parte. Desde que me dijo eso de que estaba enamorado... yo no podía verlo sin ponerme nerviosa.

—¿Vas para tu casa?

—Sí.—respondí.

—¿Querés que te acompañe?

—No. —dije como si estuviese asustada, cuando no era así—. Digo, mejor andá a la tuya a descansar.

—Si es por lo que te dije la última vez que estuvimos solos, fue la verdad, ya estoy cansado de mentirte.—da un paso hacia mí y yo pongo mi mano en su pecho.

—Renzo, por favor, no solamente estamos en pleno patio escolar a punto de salir, sino que también estamos a una cercanía peligrosa.—le aclaré empujándolo con delicadeza por el pecho.

Saco mi mano—. Hola, chicos.—aparece su novia feliz y lo rodea con sus brazos. Sonreí nerviosa y cuando iba a irme de esa escena incómoda para mí, me vuelvo a chocar con alguien, pero ese alguien era Juan.

No dice nada, directamente me agarra la cara entre sus manos y me besa. Hice fuerza para separarme de él pero no había caso. Cuando al fin se separó me quedé estática.

—¿Nos vamos juntos?—pregunta enrollando sus brazos en mi cintura.

—No, me voy sola.—respondí cortante.

—¿Segura?—asentí—. Te amo.—me besa de nuevo.

Sonreí sin ser capaz de pronunciarle esas dos palabras.

Llegué a casa y fui directo a mi cuarto, tiré la mochila al suelo y me senté con la espalda apoyada en la pared y agarré mi diario. Escribir era lo único que me hacía sentir mejor, me servía para desahogarme.

—Quizás en un universo paralelo... podría gritar todo lo que por vos siento. Podría amarte sin pensar en nadie más, sin herir a nadie más...—la puerta de mi cuarto se abrió y veo a mi cuñada que aparece con una sonrisa. Cerré el diario y lo dejé en la mesita de luz.

—Hola. — la voz de Gina hace acto de presencia en mi cuarto.

Cerré el diario y lo dejé sobre la mesita de luz, le sonreí.

—Hola.

—¿Interrumpo algo? — negué y le hice un ademán para que se siente frente a mí en la cama —. Quería comentarte algo.

—Decime. — la incité.

—Tu hermano... me pidió casamiento. — abrí los ojos grandes. ¡¿Qué?! osea, me encanta la idea pero llevan juntos cinco meses. Es un montón.

Igual, me parece hermoso por su parte, lo único que quiero es que mi hermano me haga tía para poder malcriar a sus hijos —. ¿Y? — pregunté impaciente para saber cuál fue su respuesta.

—Le dije que lo iba a pensar. — me tapé la cara exageradamente por su actitud. Está bien, por un lado la entiendo, y es que casarse no es una decisión que se toma a la ligera. No todos los días te piden casamiento.

—No me lo esperaba y entonces fue lo único que me salió. Pero obvio que quiero casarme con él, lo amo, amo a tu hermano y siento que quiero pasar toda mi vida con él pero no supe qué decir, me quedé sin palabras.

Le toqué el hombro en señal de apoyo y hablamos un rato de mujer a mujer, ella se moría de ganas de decirle que sí, pero en el momento se asustó, sin embargo, hablamos un rato y apenas terminamos nuestra conversación fue a verlo, a la noche nos dieron la noticia, festejamos y habían venido a cenar Juan con sus padres.

Al final se iban a casar acá y como luna de miel iban a ir a Francia, por mas que conocieran, hay lugares que se quedaron con ganas de ver, y después volverían al trabajo. ¡Que envidia! Yo quería conocer París, amo. Cam nunca me pudo llevar porque el pasaje era demasiado caro. Y que él no iba allá de vacaciones, sino a trabajar, me lo decía siempre.

Estaba comiendo el postre mientras escuchaba a los adultos hablar de algo que no entendí porque estaba en otra; otro planeta, otro universo. El teléfono suena a mi lado en la mesa y al leer el nombre de Renzo me levanto y salgo a fuera de la casa para que nadie escuche. No era que tenía algo que esconder, pero además necesitaba un poco de aire. Cerré la puerta de la entrada y atendí la llamada.

—¿Hola?—contesté al fin.

—Hola.—responde con un suspiro.

—¿Qué pasó, Renzo, para qué me llamás?—pregunté mientras llevaba todo el peso de mi cuerpo hacia una de mis piernas y puse mi mano libre en mi cadera.

—No dejo de pensar en vos—suspiré y me mordí el labio—. Te juro que lo intento pero todo lo que hago, digo o pienso me llevan a pensar en vos.

Me mataba que me diga esas cosas.

—Ren...

—Yo sé que está mal, todo lo que estoy haciendo está mal, pero quería llamarte, saber cómo estás, aunque no debería.—termina con tono de decepción.

—Estamos jugando con fuego.

—¿Y si me quiero quemar?

—Va a doler mucho.

—Mas me duele tener que fingir,.

¿Y ahora? Yo quería hacerme la indiferente a todo esto, quería olvidarme de lo que sentía mi cuerpo cuando estábamos juntos, olvidarme de mi corazón acelerado cuando se me acerca medio milímetro de mas.

—Renzo, no vale la pena que lastimes a alguien por algo que no va a poder ser, no solamente la vas a lastimar a ella, sino a vos mismo.

—¿Por qué no va a poder ser? ¿Qué sentís por mí, Sara?—me mordí el labio.

«De todo» opinó mi subconsciente..

—Yo... —la puerta se abre y Juan aparece.

—¿Todo bien?—pregunta acercándose.




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