Te amaré por siempre aunque jamás lo diga,
te amaré en secreto con el alma a la deriva
No te escapes
Entré en la enfermería porque tuve unos mareos y las chicas me acompañaron, cuando la enfermera llegó ellas se fueron para no perder más clases. Me tomó la presión y me dio una pastilla para que esta se me regule, o algo así dijo.
—¿Tenés algún tipo de enfermedad?—negué mientras me paraba de la camilla—. Puede que se deba a tus emociones, no sé, como... Tristeza, nervios... amor.—la miré, hace que vuelva a sentarme y se para frente a mí—. ¿Estás enamorada? ¿Sufrís por amor?—tragué hondo y ella sonríe—. Okey, veo que no estoy tan equivocada, ¿me querés contar?
—Hay un chico... Ehmm... Me gusta, sí, y él dijo que está enamorado de mí pero... Tiene novia, y yo me siento muy mal por eso, no porque tenga novia, aunque también es un poco de eso, pero sino que su novia es amiga mía, y yo siento que soy una mierda de persona porque...—ella me calma. Sí, estaba hablando demasiado y mi corazón latía con fuerza.
—Calma, ¿ves? Eso es lo que te altera y hace que te agarren taquicardias. Tenés que estar tranquila. Y no, no sos una mala persona por eso. Nadie elige de quién enamorarse.
Asentí y ella me sirve un poco de agua para calmar mis fuertes pulsaciones.
—¿Estás comiendo bien?—dice tendiéndome el vaso.
Lo pensé unos segundos—. Sí... Sí, creo que sí.—dije dudosa.
Se cruza de brazos—. ¿Y para educación física desayunás bien?—asentí. Se pone el estetoscopio y lo arrastra por mi pecho.
—Bueno, y sobre ese chico... Pensá y fijate lo que hacés, pero hay algo que sí es seguro y lo que pasa siempre: siempre alguien va a salir lastimado. Lamentablemente es así.
Asentí desilusionada. Me bajo de la camilla y la saludo.
—Andá a pedir autorización para retirarte, yo te doy permiso. Andá a tu casa y descansá. —asentí de nuevo con una sonrisa de agradecimiento y me voy.
Hoy mi mamá tenía que estar con un curso así que iba a estar en la escuela. Fui a la sala de profesores y estaba hablando muy cómoda y animada con Franco, el papá del chico que me tenía...
«Loca»
«Enamorada»
«Locamente enamorada»
Ya entendí.
¿Él no tendría que estar en entrenamiento con los chicos? Carraspeé mi garganta y ambos me miraron poniéndose serios de la nada.
—Mi amor.—dice mi mamá poniéndose de pie, la conocía más que a mí misma y sabía leerla a la perfección, estaba nerviosa.
Ni yo siendo una adolescente enamorada me ponía así. Bueno, de vez en cuando.
—¿No tendrías que estar en clases?—interroga.
—Fui a la enfermería porque no me sentía bien y me dijo que pida autorización para irme a casa, Lucy dijo que tenía que descansar.—le expliqué.
—Bueno, ya voy a hablar con el director y te firmo para que salgas de la...—mi teléfono sonó interrumpiendo sus palabras.
Era Kev.
—¿Hola?
—... Escuela.—completa mi mamá.
—¿Seguís en clase?—se lo veía muy agitado. No me sorprendía porque estaba en entrenamiento.
—No, la última clase me la salteé porque fui a enfermería, porque...
—Necesito que vengas a la cancha, por fa.—me interrumpe apurado.
—¿Qué pasa, Kev?—dije más preocupada.
—Renzo y Juan se agarraron a trompadas.—me puse seria y y rodeé los ojos.
—¿Me estás hablando en serio?—dije enojada.
—Sí, necesito que me ayudes a llevar a Ren a la enfermería porque Julián y Nahu van a llevarlo al otro a la sala de profesores.—me explica.
—Voy.—corte. Cierto, las chicas estaban en clases. Todavía les quedaba una hora.
Les expliqué y nos fuimos todos para la cancha. Lo miré con mala cara a mi ex y después ayudé a Kevin a llevarlo a Ren a la enfermería.
—¡Cinco minutos los dejé solos! ¡Cinco minutos!—repite retando a Kev y a Renzo mientras yo lo curaba al segundo—. Les dije que iba por unos papeles y volvía, ¡¿no pudieron comportase como unos buenos chicos por cinco minutos?!—Kev estaba con la cabeza gacha mientras que Ren me miraba detenidamente—. Ahora voy a ir a hablar con el director para ver qué hace con vos y con Giménez, y después me voy a verlo a él, pero no te creas que te salvás por ser hijo del entrenador.
No sé por qué Kevin estaba así si él no había hecho nada más que intentar separarlos. Todos se fueron quedando solamente Ren, Lucy y yo. Ella me deja una crema antiinflamatoria, me guiña el ojo con una sonrisa y se va con la excusa de que tenía que ir al baño y que me dejaba a cargo de todo por unos minutos.
—¿Con qué necesidad?—dije una vez que nos quedamos solos. Estaba pasándole algodón con alcohol en las heridas de la ceja, casi estaba rota. También tenía un moretón en la comisura de su labio y el labio inferior roto.
—Él empezó.—se defiende—, no solamente verbal, sino también físicamente.—negué torciendo los labios mientras agarraba la crema y la abría—. Menudo tarado te conseguiste como novio.—no pude evitar sonreír.
Con la yema de mi dedo pulgar agarré un poquito de crema antiinflamatoria y se la pasé por la punta de la ceja, mis nervios estaban creciendo al ver como me miraba fijamente, sin poder evitarlo me mordí el labio. Masajeé la zona golpeada y repetí la acción con mi dedo para pasarlo por la comisura de su labio, me miraba de una manera que sentía que estaba intentando ver a través de mí, me moría por besarlo, y esa vez era imposible de disimular. Él estaba sentado en la camilla y quedaba a mi altura mientras yo estaba parada frente suyo entre sus piernas.
Dios... ¿Qué me hacía este hombre? ¿Qué poder tenía sobre mí?
Detengo mis movimientos circulares en la comisura de sus labios y él lleva su mano a los míos.
—Tus labios...—susurra.