Renzo
El amor de mi vida
Ese día no entré a clases, antes de que tocara timbre me fui a mi casa. No dejé que los chicos, ni mucho menos mi papá me vean. Me fui directo, entré en mi casa y vi a Martha en la cocina, ella estaba quedándose con nosotros ya que desde que llegó no tenía donde quedarse así que papá se ofreció a darle casa. Fui a la despensa donde mi papá guardaba las botellas de Whisky y me agarré una y fui a mi cuarto.
Me senté en el suelo con la espalda apoyada en la cama y empecé a darle sorbos grandes a la botella. Era un poco fuerte y cada tanto hacía una mueca por el ardor que sentía en la garganta, pero les aseguro que dolía menos que lo que estaba sintiendo en mi pecho en ese momento.
Ya iba por la mitad de la botella y si me levantaba del suelo volvía a caer, empezaba a sentir mi cabeza doler pero no me importaba, nunca me había sentido así, y es una mierda.
Mi teléfono sonó y al agarrarlo vi el nombre de Cassie en la pantalla, leí su mensaje sin entrar al chat, no quería responderle.
«Mi amor, ¿dónde estás?»
Apreté el teléfono con una mano y lo tiré hacia atrás para que caiga en la cama, dejé la botella en el suelo y me levanté con dificultad, pero no me importó. Fui hacia el escritorio y empecé a tirar las cosas, quería desahogarme, todo lo que veía frente a mí lo revoleaba para algún lado de la habitación.
Grité, lloré, le pegué patadas a la pared, sin mencionar los puñetazos que también le di. Pero sin importar el desorden que hacía en mi cuarto, no lograba sentirme mejor.
—¿Renzo?—la voz desesperada de Martha se escuchó en la oscuridad de mi cuarto—. ¿Qué te pasa, mi amor?—ella me abraza. No me hizo sentir mejor, pero un poco logré tranquilizarme.
Cuando nos separamos, me agaché y agarré la botella para darle otro sorbo.
—Basta de eso.—me la saca de mis manos y yo me siento en la cama—. ¿No deberías estar en la escuela?—asentí dándole la razón.
—Debería. Sí. Pero ahora voy a hacer lo que se me dé la gana.—dije con rebeldía, en mi voz se notaba lo borracho que estaba.
—Pero no podés faltar a clases, ¿tu papá lo sabe?—negué.
—Mi papá si se entera que me escapé de ahí, pone el grito en el cielo. Aunque ya se debe de haber enterado.—respondí como si nada. Justo cuando dije aquello, mi celular suena y leí su nombre en la pantalla. Se lo muestro a ella y después rechazo la llamada.
Martha suspira y toca mi hombro—. ¿Qué te pasa para que te hayas puesto así?—suspiré y asentí, dándole a entender de que sí había una razón.
—Ella no me quiere.—se me quebró la voz, después de que hice lo imposible para que eso no pase.
—¿Quién no te quiere?—pregunta con la voz preocupada y confundida.
—Ella, la chica más linda del mundo, el amor de mi vida. Le entregué mi corazón—extendí mi mano abierta—, y ella me lo devolvió, pero en trocitos.—cerré la mano, y la atraje hacia mí de nuevo. Si no estuviera sintiéndome así de mal, me hubiera parecido graciosa la escena, porque lo era. Martha acaricia mi espalda.
—¿No te quiere?—asentí con los ojos llorosos.
—Ella dice que sí, pero, no quiere estar conmigo porque dice que lo que sentimos está mal. Pero yo la amo, Martha, la amo demasiado. Desde la primera vez que la vi—confesé con la mirada perdida, una sonrisa se me escapó—. Casi la choco con el auto, estaba lloviendo, y cuando la vi a los ojos, sentí algo especial, pero yo no entendía qué pasaba —suspiré—. Si tan solo hubiera sabido lo mucho que la iba a amar, nunca me hubiera acercado tanto a ella.—Martha solamente me escuchaba y me acariciaba dándome confort. No me había dado cuenta lo mucho que necesitaba abrirme con alguien, hasta que empecé a hablar con ella—. Sara es... la luz que ilumina mi camino, mi cielo soleado, y mi cielo lleno de estrellas en la noche.—sobrio lo que estoy diciendo me parecería demasiado cursi y patético, pero ahora necesitaba expresarme.
—Que lindo lo que decís.—responde ella con una sonrisa—. ¿por qué dice que lo que sienten ustedes está mal?
—Porque ella es amiga de mi novia, y porque voy a ser papá.—la siento asentir. Yo solamente miraba al frente, en ningún momento a ella.
—Debe de ser complicado para ella también.
—Sí, pero, ¿y ahora, que hago? Ella quiso mentirme diciéndome que no me ama, pero yo sé que me ama, lo sé porque lo veo en sus ojos.—pongo mi cabeza en su hombro.
—Ren, vas a ver que todo va a mejorar, dale tiempo al tiempo.
Negué con los ojos llorosos—. Si ella no quiere estar conmigo, lo demás me da igual. Yo sé que no voy a amar a nadie como la amo a ella, entonces estar con Cassie o con cualquier otra, es lo mismo. Pero yo me voy a hacer cargo de mi hijo, pero nadie me puede pedir que la ame a Cassie como la amo a Sara.—solté un suspiro—. Estamos con los amores equivocados. Cassie tiene que estar con Kevin, y yo con Sara. Pero ahora que ella está embarazada... todo es más difícil.
—Ojalá todo fuera más fácil, Ren, pero no tenés que ponerte mal. Vas a ver que en algún momento, si lo tuyo con Sara tiene que darse, se va a dar. Pero no apresures las cosas. Al principio va a doler. Pero todo va a ir mejorando de a poco.