Amar Después de Amar I

30

Es cuestión estar enamorado

 

—¡Noo!—me escuché a mí y a Cassie gritar con todas nuestras fuerzas.

Cuando lo vi a Renzo caer desde el segundo piso, el miedo me invadió por completo, me quedé inmóvil, las lágrimas salían de forma involuntaria, yo no estaba controlándome. Cuando al fin reaccioné, bajé las escaleras y antes de acercarme a él, Nahuel me frena.

—Dejame...

—No, escucha—seca sus lágrimas—. Renzo va a estar bien, ¿sí? Tú tienes que ir a por Juan, la ambulancia no tarda en venir, Franco está en ello, pero también van a llamar a la policía,  y Juan tiene que responder ante ella, ¿lo entiendes?—no podía concentrarme en lo que mi amigo me estaba diciendo, solamente quería correrlo de mi camino e ir con el amor de mi vida. Nahuel me tenía de la cintura y yo lo empujaba con mis manos en sus hombros.

—¡Hey!—ese fue Kev, intentó frenar a Juan, pero este salió corriendo—. Sara, tenemos que ir por él, no puede escaparse.

Yo estaba con los ojos llorosos y me costaba divisar bien a los chicos, pero tenía que concentrarme.

—Bonita—Nahuel gira mi cara hacia él para que lo mire—. Renzo estará bien, su padre está aquí, tu mamá también, y no lo dejarán solo, pero nosotros no podemos permitir que Juan se salga con la suya. ¿Vale? Hagamos esto por él.

Nahu tenía razón, Juan tiene que ir preso por un intento de asesinato. De solo pensar en lo peor me aterra.

—¡Vamos Cassie, esto te hace mal!—Cloe la arrastra a nuestra amiga para que salga del tumulto de gente. Yo lloraba en silencio, todavía seguía en shock, pero las chicas estaban desesperadas.

—¿Vienen, chicas?—ellas asienten y nosotros tres vamos corriendo para que Juan no se vaya, Cassie y Cloe caminan detrás.

No había ido tan lejos, yo desperté del estado en el que estaba y me tragué las lágrimas.

—¡Juan!—él se paró en seco, nosotros nos terminamos de acercar y él se dio la vuelta.

Estaba con una expresión que no vi nunca, estaba irreconocible. Me acerqué a pasos lentos a él, a pesar de que los chicos quisieron impedírmelo. Juan terminó con nuestra distancia y me agarra bruscamente de los antebrazos.

—¡¿Por qué?! ¡¿Eh?!—me grita mientras me zamarrea, yo estaba por empezar a llorar de lo fuerte que me agarraba.

—Suéltala.—le ordena Nahuel.

—No se acerquen, porque no respondo de mí.—les ordena él y todos se quedaron en el molde.

Lo miré con los ojos entrecerrados, y me devuelve la mirada.

—¿Qué te pasó, Juan?—pregunté decepcionada—. Te miro a los ojos y no te reconozco.

—Bueno, mirame bien, mirame bien porque vos me convertiste en esto.—dice con los dientes apretados—. ¡Ni siquiera sos capaz de pedirme perdón!

Miré a Cassie y supe que era a la única que le debía disculpas—. No, a vos no te debo nada. Cass, yo sé que te fallé, y te pido perdón, te pido perdón porque no me va a alcanzar la vida para remendar el daño que te hice, yo te quiero mucho, y si nunca pasó nada entre él y yo fue por vos, porque sabía que si pasaba algo más con él iba a terminar de romperte, y no quería. Te juro que intenté alejarme pero siempre había algo que nos unía, pero nunca quise lastimarte, y él tampoco.—la veo llorar, y yo hice lo mismo.

Vuelvo mi mirada a Juan y este explotaba de la bronca que me tenía.

Miro a los chicos, y entre ellos la veo a Carolina, parece un fantasma, está pero no me doy cuenta hasta que la veo.

—Fuiste vos, ¿no? Vos le llenaste la cabeza, estos días los vi juntos, y sabía que nada bueno podía salir de ahí, mucho menos de vos, perra.—pronuncié esa palabra con demasiada bronca.

—¿Yo?—pregunta sarcástica—. Vos tenés un don para enredar a los hombres, no sé cómo hacés, pero los volvés locos, y acá tenés las consecuencias. Por tu culpa, Renzo está en el estado en el que está.—empecé a llorar porque no podía creer cuándo ella se volvió así, tan víbora, tan venenosa.

—No es mi culpa.

—Ni vos te lo creés, sabés perfectamente que no miento, y no solamente sos culpable de que Juan se haya comportado así, sino que dejaste a una mujer embarazada, y viuda ¡antes de que se haya casado!

—¡No!—grité con dolor y empecé a golpear el pecho de Juan mientras él me sostenía cada vez con más fuerza.

—¡Juan!—la voz de su madre se escucha a mi costado vacío—. ¿Qué pasó? Viviana nos llamó porque dijo que pasó algo grave y que vos sos el responsable.

En ese momento se estaciona la ambulancia—. ¿Qué pasó, hijo?

Él no dijo nada, solamente me miraba con rabia mientras me apretaba.

—¿Por qué no la soltás?—pregunta su madre con advertencia, pero él solamente aumentaba su fuerza.

—¡Está loco!—dice Kev por primera vez, alterado—. Tiró a Renzo del segundo piso.

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué él y no yo?! ¡¿Eh?!—me grita y vuelve a zamarrearme, completamente fuera de sí.

—Hijo...—Javi intenta acercarse pero él lo frena.

—¡Para ustedes también va: no se acerquen porque no respondo de mí!—suelta uno de mis brazos y me agarra del cuello, sentí el ademán de Nahu de acercarse pero los chicos lo frenaron, yo solamente soltaba quejidos—. Te advierto: si este hijo de puta no muere por esa caída, yo te aseguro que lo mato con mis propias manos, soy capaz de hacerlo a golpes.—amenaza cerca de mi cara.

—¡Eres un maldito hijo de puta!—grita mi amigo.

—Estás loco.—logré decir con la voz quebrada, apretó un poco más mi cuello.

—Te aseguro, que todavía no viste lo loco que puedo llegar a ser.—soltó mi cuello y volvió a agarrar mis brazos, la piel me quemaba.

—Juan, hijo, soltala, hablemos bien.—intenta otra vez su mamá.

—¡Sara!—la voz de la mía hace acto de presencia.—giré un poco mi cabeza y vi como lo subían a Ren a la ambulancia, completamente herido e inconsciente. Los chicos se acercaron a él, pero cuando se lo llevaron, volvieron a la escena.




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