Amar Después de Amar: Todavía te quiero

2

Esperanza

Desperté y los ojos me pesaban, mi mamá estaba a mi lado sosteniendo mi mano mientras lloraba, y al frente de mi camilla los padres de Juan, al recordarlo me moría de miedo.

—Creo que lo maté.—dije llorando y todos se acercan.

—¿Qué? ¿A quién mataste, mi amor?—pregunta mi mamá acariciando mi cara.

—Perdón.—dije llorando a sus padres, ambos estaban deprimidos, y Teresa llorando—. Solamente quería escapar y no sabía cómo hacerlo, fue cuando supe que no podría librarme de ese cautiverio si no hería al depredador.

—Shh—intenta calmarme mi mamá.

Me senté y la miré—. ¿Renzo? Quiero verlo.—quería levantarme pero ella me lo impide, a la habitación entra su padre, me sonríe con melancolía y se acerca.

—No, Sara, tenés que descansar.

—Al carajo con descansar, quiero ir a ver a Renzo.

—Que no, Sara. Estuviste mucho tiempo sin ser atendida por un médico y casi morís, no quiero correr el riesgo de perderte.—se le empezaba a quebrar la voz, Franco acaricia su hombro dándole confort.

—Mamá, necesito verlo.—empecé a llorar, mis ojos y mi cara ardían al hacer contacto con las lágrimas.

—Tranquila, mi amor, que vaya a verlo, a él le va a hacer bien, los chicos pueden quedarse en la habitación por si ella los necesita.

Después de dudar ella asiente y Franco me ayuda a levantarme de la camilla. Descalza y con el camisón fui al cuarto en donde él se encontraba. Ya no estaba herido, pero no despertaba. Miré hacia la puerta y estaban Nahu y Kev.

Me acerqué a Renzo, acaricié su cara y empecé a llorar.

—Perdoname, mi amor.—las lágrimas caían sin parar—. Todo esto es mi culpa, por mi culpa vos estás donde estás, por mi culpa sufriste tanto, y si a vos te pasa algo yo me muero.—le di un beso en los labios y no pude evitar recordar como se sentía besarlos.

Esa calidez, el sabor a menta que siempre tenía. La dulzura con la que me besaba. Cerré los ojos mientras seguía con esa corta distancia donde nuestras narices se rozaban, y una lágrima mía cayó en la comisura de su labio.

Cuando me separé miré al cielo llorando.

—Dios... Te pido por favor que lo salves, que despierte, que vuelva a ser el que era. Que vuelva a mí.—cerré los ojos sin bajar la cabeza—. Pero si él despierta, te prometo que me alejo de una vez por todas, que dejo de causarle tanto dolor, a él y a mi mejor amiga. Te prometo que no voy a volver a acercarme, que lo dejo en paz. Es una promesa.—terminé de orar a Dios y volví a verlo a él—. Me voy a alejar para que seas feliz, es el mayor acto de amor que puedo ofrecerte. Te amo, Ren, tanto que aunque me duela te voy a dejar.—besé su frente y quise irme, pero una mano agarra mi muñeca, era él.

No puedo creerlo.

—No te vayas.—dice con dificultad. Lloré más fuerte.

Los chicos me habían dicho que estuvo en coma por siete meses, ¿no podía despertar cuando yo salía de ahí? Iba a ser menos doloroso que escuchar su voz y después tener que irme.

—Tranquilo, tenés que descansar.—dije acariciando su frente.

—Te amo, Sara.—dice cerrando sus ojos—. No te vuelvas a alejar de mí, por favor.

—Acá estoy.—fue una mentira horrible pero necesaria, y cuando sepa que no voy a estar como le acabo de prometer, me va a odiar.

Con las lágrimas empapando mi cara, deslicé mi mano por la suya hasta alejarla por completo.

—¿Estás segura que es lo que querés?—pregunta Kevin una vez que llegué a ellos, asentí y salimos del cuarto.

Sonreí mientras secaba mi cara y me dirigí a Franco.

—Despertó.—todos se alegraron y su padre fue corriendo por una enfermera mientras que mis amigas me abrazaban. Las abracé con fuerza y empecé a llorar. De nuevo.

—Despertó, Sara, ¿por qué llorás?—pregunta Cassie acunando mi cara.

—Hice una promesa.—respondí llorando—. Prometí que si él despertaba yo me iba a alejar por completo. Así no lastimo a nadie más.—acaricia mi cara para secar las lágrimas.

—Si es por lo que pasó hace siete meses, por mí no tienen que alejarse.—dice mi amiga y yo negué llorando.

—Es que no es justo, no puedo hacerte esto, y también es por él, por mi culpa está en este estado.

Estuve media hora en el pasillo para saber más noticias hasta que después me obligaron a ir a mi habitación a descansar un poco. Hace ya una hora que estaba mirando el techo sin saber qué más hacer, la puerta se abre y veo a mi hermano con su novia, o esposa, ya que se iban a casar en noviembre. Sonreí y ellos a mí.

—Quiero que me cuentes detalles sobre la boda.—le dije a mi cuñada, ella se siente frente a mí y pone su mano en mi rodilla.

—No hubo boda, Sara.—fruncí el ceño.

—No nos casamos porque vos no estabas ahí.

—Y sin mi dama de honor no podía casarme.—sonreí—. Pero...—agarra mi mano y la lleva a su vientre, quedé anonadada por lo que estaba queriendo decirme. Mis ojos se humedecieron.

—¿Estás...?—ella asiente.

—Y queremos que vos seas la madrina.—sonreí e iba a decirles algo pero un grito desde afuera nos interrumpió.

Salimos los tres del cuarto y vemos a Cloe sosteniendo a nuestra amiga.

—¿Qué pasa?—pregunté asustada.

—El bebé ya viene.—dice Cassie en con un grito. Abrí los ojos sorprendida.

—¡Pero era en dos semanas!—grita mi amiga desesperada.

—¡Lo sé pero llega en este momento!—responde la pelirroja todavía más desesperada.

Un médico llegó con una camilla y se la llevaron, Cloe y yo nos miramos para después seguirla. Ella quería que nosotras estemos en el parto, por lo que el partero nos dejó pasar por petición de la paciente.

Sus gritos desgarradores eran horribles. Estábamos una de cada lado agarrando sus manos mientras el partero le indicaba qué hacer.

Estuvimos unas cuatro horas y media ahí adentro, fue horrible, sus gritos desgarradores, estaba transpirando demasiado, lloraba. Con Cloe no sabíamos qué hacer más que dejar que apriete nuestras manos con fuerza e intentar hacer que se tranquilice.



#7643 en Novela romántica

En el texto hay: secuestro, amor, adda

Editado: 03.08.2024

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