Una despedida dolorosa
Desperté y todo me daba vueltas, me dolía cada centímetro de mi piel, de mi cara y de mi cuerpo. Los ojos no podía abrirlos de lo hinchado que los sentía, era un dolor horrible, sentía toda mi cara hinchada. Empecé a llorar del dolor y las lágrimas me quemaban los cachetes.
—¿Ves lo que pasa cuando me enojo?—dice Juan furioso, y yo estaba aterrada.
—Perdón...—dije con la voz temblorosa.
—¡Tu perdón no me alcanza! Incumpliste con tu palabra, y te aseguro que lo voy a matar a ese hijo de puta que me jodió la vida.
Arruiné todo, siempre soy tan estúpida que no mido el peligro de la situación.
—¡Él no tiene la culpa, ni siquiera quise comunicarme con él!—vuelve a mirarme.
No podía ni siquiera hablar, me dolía cada extremo de mi cara, era una tortura el dolor y su enojo me asustaba cada vez más. No sé qué va a ser de mí, incluso dudo de que pueda salir viva de esta ciudad. Y era horrible vivir cada día como si fuese el último, sin saber con certeza si lo iba a ser o no, cuando se acercó a mí con intenciones de tocarme, hice todo lo que estaba a mi alcance para apartarlo de mí ya que ni siquiera podía moverme, porque mover aunque sea un dedo era una tortura, pero no pude.
—Si no dejás de gritar van a venir a ver qué pasa y te aseguro que vas a estar muerta para ese entonces.—me susurra en el oído.
Tuve que tragarme las lágrimas que ahora caían en silencio, y atragantarme con mis gritos.
***
Pasaron tres días desde que Juan se enteró que intenté llamar a mi mamá, no tenía cómo enterarme si las cartas llegaron a sus destinos o no. Estaba con mucha frustración y cada vez estaba más adolorida, estos tres días estuve en cama sin poder mover ni un dedo. Ya me sentía menos hinchada, lo que más me aterraba era verme al espejo y notar mis moretones ocupando un 25% de mi cara. Mis piernas temblaban cada vez que intentaba bajarme de la cama para ir al baño y no podía ni caminar, literalmente.
Cada vez que Juan se iba a hacer las compras dejaba a tres chicos cuidándome, ni que fuera a ir muy lejos. Notese mi sarcasmo. No puedo ni ir al baño y ese imbécil se cree que puedo intentar escapar. No gracias, sería firmar mi sentencia de muerte. Está loco si cree que voy a comer otra estupidez.
—¿Me ayudás?—le pedí a uno de los chicos que estaban haciendo guardia.
Me dio la mano y me ayudó a ponerme de pie, mis piernas temblaron y si él no me agarraba caía al suelo.
—Perdón, odio verte así.—me dice con lamento, intenté sonreír.
—No es tu culpa que él sea un salvaje. Después de todo creo que te entiendo, y entiendo que es mejor tenerlo de amigo y no de enemigo.
Asiente agradecido.
—¿Hace mucho se conocen?—vuelve a hablar mientras me ayuda a ir al baño a pasos lentos.
—Por desgracia, toda mi vida. Nuestras familias eran amigas, por eso yo creí que lo conocía a la perfección pero... a veces siento que el Juan que se crió conmigo y este que es ahora... siento que son dos personas totalmente diferentes.—nos paramos en el umbral de la puerta de baño—. Pero viste como dicen: uno nunca termina de conocer a las personas.—asiente y yo voy al baño.
Cuando volví a salir él estaba esperándome para acompañarme a la cama nuevamente, otra vez, hasta caminar era tortuoso.
Qué va a ser de mí, llevábamos una semana y media y siento que no voy a aguantar más, cada vez se me hace más difícil la idea de sobrevivir hasta que pueda librarme de ese demonio.
—¿Cómo es tu nombre?—pregunté apenas me senté en la cama. Sonríe y se sienta frente a mí.
—Logan.—hace una sonrisa de labios apretados.
—Esta no debería ser tu vida, Logan. Deberías salir con amigos, con una chica, divertirte con las personas que querés, esto no es vida para nadie.—asiente dándome la razón.
—A Juan lo conozco por casualidad, una vez fui al casino con mi novia y él había ido con unos chicos más, prácticamente me obligó a unirme a su grupo de matones.—negué sin poder creerme lo que estaba escuchando—. Si no me unía iba a matar a Belly, y me muero si a ella le pasa algo.
Eso solamente confirma lo hijo de perra que puede llegar a ser. Se aprovechó del amor que Logan sentía por su novia que no dudó en amenazarlo.
—Soy amable con vos solamente porque me la imagino a ella en tu lugar y... no es algo que pueda soportar. No soy capaz de soportar la idea de que a ella le hicieran todo lo que él te hizo a vos.—acaricié su hombro y asentí comprensiva.
Quiso levantarme el ánimo y jugamos a las cartas. Me enseñó a jugar al póker y las primeras dos manos las gané yo, aunque sé que me dejó ganar, me hizo reír, y jugamos otro poco más. Nunca pensé que en esta miseria podría reír como lo hice con él. Fue divertido... Hasta que la puerta se escuchó y otra vez volví a ver su desagradable cara.
—¿Qué pensaría Belly si viera como te hacés el lindo con mi novia?—rodé los ojos.
—Solamente está siendo amable, una palabra que vos desconocés.—Logan se levanta de la cama y agacha la cabeza para apartarse de nosotros.
No entiendo con qué necesidad es así de bruto e insensible. Me acosté con cuidado y ya no le hablé. Quería descansar un poco, me dolía todo el cuerpo y solamente quería dormir para despertar en otra realidad.
—¿No vas a comer?
—No.—respondí tajante.
—Si no comés vas a morir de hambre.—rodé los ojos.
—Prefiero morir a que seguir con vos.
—Te recuerdo que fuiste vos la que vino a mí, fuiste vos la que quisiste que nos vayamos.
Me senté en la cama dispuesta a pelearlo.
—Porque te recuerdo que vos sos un psicópata que se obsesionó con hacerme la vida imposible y si no estaba con vos ibas a matar a mi novio.—lo señalé con odio recalcando todas y cada una de mis palabras.
—¿No que no era tu novio?—fruncí mis hombros.
—Puede que se haya jodido la cosa entre nosotros por tu culpa, pero quiero que te enteres que por más que te esfuerces en perturbarme, en violarme y en maltratarme, nunca voy a llegar a sentir el más mínimo cariño por vos, porque yo lo amo a él, estoy dispuesta a morir por él, a luchar por él... no por vos.—vi como su semblante iba presionándose cada vez más pero me daba lo mismo.