Amar Después de un Gran Amor

CAPITULO 9

Han pasado dos semanas desde que Salí a cenar con Luciano. No me ha vuelto a llamar ni mandar mensaje, se habrá arrepentido de salir a cenar conmigo. Quizás es porque soy madre soltera y de gemelos, tal vez a él no le gustan los niños y se apresuró a invitarme a salir. Voy a enloquecer en serio, soy una montaña rusa de sensaciones, un rato estoy bien ilusionada y preparada para vivir, y al día siguiente si no sigue todo bien ya me vengo abajo y me culpo por todo lo que hacen los demás. Tengo que calmarme o me va a dar un colapso nervioso.

La noche que cenamos juntos, mama me esperaba en la cocina despierta y me ataco con preguntas, si era lindo si tenía hijos cuantos años tenía, si había estado cómoda al salir con él.

A lo que le iba respondiendo a medida que pasaba por las alacenas y por la heladera para prepararme algo para picar. La ironía de salir a comer afuera y con los nervios no comer nada, mama se reía por mis ocurrencias, por no aprovechar a cenar. Ella también se había ilusionado bastante con este chico misterioso que me había invitado a cenar.

Pero bueno aleje de mis pensamientos al desaparecido muchacho y me puse a trabajar de  nuevo. No porque el jefe fuera un viejo amigo iba a estar sin hacer nada.

Después de dejar todo en condiciones salgo de mi trabajo dispuesta averiguar un gimnasio para ir a ejercitarme y no pensar, porque si voy al parque donde lo vi por segunda vez no sé, va a pensar que lo estoy acosando porque él no me llamo más, no es mi estilo. Voy camino a mi vehículo y lo veo parado al lado de mi auto, muy de brazos cruzados y con lentes oscuros, todo encapuchado. ¿Es Luciano en serio o alguien que viene a robarme?

  • Hola Alelí, ¿cómo estas? –me pregunta
  • Hola, tanto tiempo. –Nos saludamos con dos besos.
  • Si perdón por no llamar estuve algo ocupado, ¿tomamos un café? 
  • Bueno.

Nos cruzamos al barcito en donde almuerzo casi todos los días, es confitería y venden viandas también. Nos sentamos afuera, aunque es otoño debajo del sol se siente agradable.

Ordeno un café con leche y un tostado ya que no almorcé bien, preguntándole mentalmente al chico alto porque no me había llamado. Nos traen lo que ordenamos y veo que el solo se pido un café. Decido a romper el hielo yo, no tengo problema de encarar una charla, al menos con él no.

  • ¿Pasó algo malo? 
  • No, ¿Por qué? –responde mientras bate su café luego de echarle azúcar.
  • ¿Te arrepentiste por lo de la otra noche? Digo, porque desapareciste por dos semanas, no supe más nada de vos, creí que había dicho algo mal o me contagiaste la cara de repelente.

Sonreía mientras seguía mirando y batiendo el café, en serio tiene una sonrisa encantadora. De inmediato me pongo a tomar el café para disimular la baba que quiere salir de mis labios luego de verlo.

Aggh! Digo con asco, no le había echado azúcar al café y por apresurada me mande un gran sorbo, me vuelvo inútil delante de este personaje, no puede tener tanto poder en mí.

  • No Alelí, no hiciste nada mal. Me encanto cenar y pasar una hermosa velada con vos.
  • ¿Entonces por qué no llamaste? –digo- O me escribiste para que no estuviera varios… -Hice una pausa. Él no tenía por qué saber que había estado en mis pensamientos todos esos días, no le iba a dar ese poder de sentirse importante.

Me mira atento, supongo que espera que termine la frase, cosa que no voy a hacer. Mientras corto un pedazo del tostado y me lo llevo a la boca. Al ver que no digo nada, bebe su café y comienza el silencio incómodo.

¿Pero qué paso ahora? Estábamos bien. Ahora es cuando me dice que es casado o que si tenía novia. O que si se arrepintió de haber salido conmigo porque soy complicada o porque nunca voy a superar a mi ex marido o no sé. ¡Ay Dios mío!

Después de miles de suposiciones, termino mi café junto con el tostado, mientras él mira para la calle, no se sacó sus lentes parece bastante distraído, eso solo hace que confirme mis sospechas.

Le hago señas al mozo que me traiga la cuenta.

  • Bueno fue una linda velada pero me voy. –digo y él me mira sorprendido.
  • ¿Ya te vas? 
  • Sí, tengo cosas que hacer. 
  • Pero no hablamos nada.
  • Si… fue un encuentro bastante raro pero bueno, no lo alarguemos más. –dije a lo que llego el mozo con la factura, me levante y me fui.

La verdad que estoy devastada pensé que iba a salir todo bien, pero supongo que estaba dándole mucho crédito a una persona desconocida. Alcanzo a dar un par de pasos y toman mi brazo.

  • Espera Alelí no te vayas así –Ahí estaba enfrente y me miraba, se quitó las gafas. 
  • ¿Qué quieres Luciano? Te arrepentiste está bien lo entiendo, no seré el tipo de persona que quieres para una relación y está bien. –me suelto de su agarre y vuelvo a girarme hacia mi auto.
  • No me arrepiento de nada, -dice y me hace mirarlo. –No me arrepiento solo no sabía cómo encararte después de esa noche. Se por lo que pasaste y no quería presionarte o apurarte en nada. Me gustas mucho en serio. 

Me quedo helada mirándolo, ¿esto está pasando en serio o mi mente traicionera lo está creando? Tengo que constatar que es cierto lo que dijo.

  • ¿Qu..qu…que? –logro articular.
  • Que me gustas Alelí. –se aproxima y me abraza. 

Esto está pasando en serio, esta acá abrazándome con sus fuertes brazos, que hermosa sensación. Huele maravilloso, un perfume fantástico, se impregna en mi ser y queda guardado en lo más profundo. Me abraza con tanta ternura, y parece temblar un poco. Parece asustado de dejarme ir. Lo rodeo con mis pequeños brazos por su delgada cintura. Se tranquiliza un poco y suspira.




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