CAPITULO 10
Los días y semanas van pasando, con Lucho(así le empecé a decir desde que somos más cercanos, no le gusta mucho pero lo tolera solo porque soy yo, al menos, así me dijo) nos seguimos viendo poco porque ambos tenemos nuestros compromisos. Él con su empresa y yo con el trabajo en la editorial y los niños.
Debido al escaso tiempo que tenemos para coincidir, sabemos que hay cosas imprescindibles que no podemos posponer, además que no busco una relación seria tan pronto. Charlando por teléfono una vez a la salida del trabajo se lo planteé.
- ¿Cómo estas, perdida? Perdón por casi no tener tiempo para robarte unas sonrisas. –Eso último me hace reír indudablemente, él tiene ese poder.
- Es cierto, ambos estamos ocupados. Pero bueno yo tengo a los chicos que están en varias actividades.
Sonreímos por la realidad que vivimos. De pronto pregunta:
- Quiero preguntarte algo y ya que no tenemos tiempo de vernos, va a tener que ser por acá. –me paralizo.
- Si decime, ¿Qué pasa? –suelto disimulando los nervios que tengo adentro.
- Sabes que hace varias semanas que venimos encontrándonos y coqueteando un poco, más yo debo agregar. – ¡oh no! Ya veo por donde viene.
- Mmmm –hago un ruido para que prosiga.
- ¿Quiero saber que somos, o que quieres que seamos?
Quería que este tema se retrasara un poco más. Me encanta pasar tiempo con él pero no estoy segura de empezar una relación.
- Mira Lucho, -le digo suavemente- Me encanta disfrutar de tu compañía, que salgamos a varios lugares y charlar de todo un poco. Pero no sé qué más podemos ser.
Se hace un silencio de fondo, por unos segundos. Minutos siguen pasando y obviamente no es la respuesta que esperaba, se nota. Así que decido romper el silencio.
- Sé que no es la respuesta que estabas esperando, pero quiero ser sincera con vos. Desde que apareciste en mi vida, le diste una descarga de electricidad y volviste a encender todo en mi vida. Y no quiero que te alejes.
Oigo unas sonrisas del otro lado del teléfono, y me imagino su sonrisa gigante con esos dientes perfectos.
- Debo decir que aunque me cortaste el rostro, me gusto lo de la descarga de electricidad.
- Si es que ayer estuve leyendo una revista que hablaba de cómo cambiar un foco y casi quede pegada. –dije.
Nos tentamos de risa, menos mal que tengo esa cosa de descomprimir momentos tensos con mi humor.
Después de bromear un poco más corto la comunicación, y siento que alguien viene a verme, para preguntar con quién estaba hablando por teléfono. Es Mateo.
- Mami, ¿con quién hablas tanto? –me giro en la silla y lo veo de brazos cruzados, muy pero muy serio.
- Con un amigo hijo, ¿Por qué?
- Estas saliendo mucho con ese hombre. –me agarra por sorpresa, no sabía que se había percatado que en realidad salía con Luciano y no con amigas como le decía.
- ¿De dónde sacas eso? ¿Qué salgo con un hombre?
- Te escuche hablar con la abuela.
- Hijo no podes espiar mis conversaciones, son temas de adultos.
Parece furioso, y se va corriendo a su habitación y cierra de un portazo. Siempre fue más defensor de Federico que mío.
¿Estaré haciendo bien al salir con alguien más? ¿Y si mis niños no están contentos? Voy a tener que dejar de ver a Luciano, pero ¿si no es lo que quiero?