No me dividía entre dos hombres. Me dividía para no quedarme sola.
Con uno, pago deudas que no pedí, cumplo promesas que hice cuando aún creía en los cuentos. Con el otro, construyo la mujer que quiero que vean: segura, poderosa, indispensable. Y en ambos mundos, me pierdo un poco más de mí misma.
No busco amor. Nunca lo busqué. Busco compañía, control, certezas que llenen el vacío que se abre cada vez que estoy sola. Y mientras nadie mira, planeo, calculo, sobrevivo.
Porque vivir es esto: elegir entre lo que se debe y lo que se desea, sabiendo que, al final, lo único que realmente amo es no enfrentarme a mí misma.