Ahí estaba, viendo cómo su vida cambiaba para siempre. Acababa de ver a su padre irse, su madre quedarse sola y llorando. Ella no entendía qué estaba pasando, pero sabía que si su padre se había ido, era porque ella había hecho algo mal. Ver a su madre tan destruida le hizo entender, a su corta edad, que el amor duele, especialmente cuando no es verdadero.
Por otro lado, había un niño que no comprendía plenamente lo que ocurría. Hasta ese momento, había vivido felizmente con sus padres, quienes eran personas encantadoras. Sin embargo, un día, mientras jugaba en el patio, observó a la amiga de su madre acercarse visiblemente afectada. Ella se agachó y le dijo:
—Lo siento, ellos no sobrevivieron.
Por un momento, él no entendía qué estaba pasando. Lo que pensaba no podía ser, sus padres no podían haber muerto.
—No te preocupes, Nathan y yo cuidaremos de ti —Nora lo abrazó fuerte, pero él sabía que, a partir de ese momento, su vida nunca volvería a ser la misma, ni él tampoco.