Amar o morir 1 || La verdadera historia √

Capítulo 2 - INTRIGADA

 

 

INTRIGADA

 

Mis ojos se cierran con cada acercamiento que da Cato. Siento su aliento contra mi cara y espero nerviosa a que llegue el beso. Y sí, estoy nerviosa, se me acelera el corazón y mis piernas flaquean.

Pasan unos minutos o quizás segundos, no lo sé exactamente. Cuando abro los ojos y lo veo ahí parado, a escasos centímetros de mí, con una sonrisa burlona pintada en la cara, lo entiendo. Me doy cuenta de lo que está ocurriendo aquí.

—Vaya, vaya —se ríe a carcajada limpia.

—¿De qué te ríes imbécil? —pregunto empezándome a cabrear.

—¿Creías que iba a besarte? —me dice riéndose—. Solo en tus sueños te besaría niña —escupe—. Además de que no vales nada. Nadie en su sano juicio querría estar contigo. Eres poca cosa. Una cría. Ni siquiera eres una mujer aún –me dice de manera despectiva y dándome un golpe bajo.

Cierro mis manos en un puño. Esta es la gota que colma el vaso. Mi furia crece y me acerco a él, a solo unos milímetros de distancia.

—¡No vuelvas a acercarte a mí! ¿Me oyes? —grito furiosa.

Sin más miramientos levanto la mano y le pego una bofetada, dejando una marca roja de mi mano durante un buen rato. Espero que le dure bastante, se lo merece por capullo.

Abro la puerta del vestuario con fuerza y salgo dando un portazo. Camino en dirección a la sala de entrenamiento 3.

Sus palabras me han dolido, mucho. Ha sido como una puñalada en la espada. Ya sé que no le caigo bien pero… ¿Tenía que decirme todas esas cosas? ¿De verdad piensa todas esas cosas sobre mí? Pues claro, es Cato.

No lo soporto, de verdad que no.

Entro en la sala de entrenamiento y veo que mi mejor amiga Laila, ya está. A su lado está Víctor, su novio, con el que está hablando ahora y por el que es probable que me haya abandonado antes. Me acerco a ellos.

—Hola Laila —saludo al llegar—. Víctor —digo mientras me paro a mirarlo.

—Hola Clove —me responden los dos a la vez.

—Gracias por haberme acompañado —digo irónica a Laila.

—Lo siento —se disculpa—. Pero… ¿ves? No te has perdido —se ríe por su comentario.

—Vaya gracias —respondo—. Que buena amiga eres —me enfurruño un poco—. Me habrías ahorrado comenzar la mañana de mala manera —digo enfadada recordando el encontronazo con el orangután de Hadley.

Laila me sonríe mientras que con sus ojos me suplican que la perdone. Pero como soy una buena amiga, la devuelvo la sonrisa para decirla que no pasa nada.

—Hola colega —dice una voz varonil a mi espalda.

¡O no, lo que me faltaba! ¿Por qué no se podía marchar y pudrirse en una mazmorra o algo?

Me aparta de un empujón y le doy una mirada asesina. Se acerca a Víctor y se saludan chocando los puños.

—Hola Laila —saluda a mi amiga con una sonrisa.

Se gira y me da una mirada envenenada pero no me saluda. Lo que hace que me enfurezca más. ¿Qué menos que ser educado no? Sé que está cabreado por la bofetada pero que me trate como si yo no fuera nadie. Como si no existiera. La verdad es que no se qué es mejor que me ignore o pase de mí o que me salude con un “hola enana”. Pero su actitud me duele, no entiendo porqué, solo sé que me duele. Estoy algo confusa.

—¡ATENCIÓN CHICOS! —grita la entrenadora Cissy.

Todos nos callamos y nos ponemos alrededor de ella para prestarla atención. Espero que los ejercicios que nos indiquen hoy no sean muy pesados.

—Hoy comenzaremos como todos los días, con ejercicios básicos de estiramiento para poder hacer el circuito de pruebas que hay preparado —habla Cissy.

—Noooo —nos quejamos todos a la vez porque los circuitos nos dejan los músculos agarrotados y bastante cansados.

—Ya está bien —nos apacigua levantando las manos en alto—. Ya sé que no os gustan pero es lo que hay —pongo cara de asco, no me apetece hacer un circuito—. Antes de que os marchéis a hacer los ejercicios me gustaría recordaros que esta noche es el entrenamiento especial. Los juegos están a la vuelta de la esquina y tenéis que prepararos. Solo podrán asistir aquellos que sean mayores o que tengan 16 años —nos dice las reglas de todos los años aunque este año podré participar de forma oficial—. Ahora a entrenar —dice en tono autoritario.

El grupo se dispersa para comenzar cada uno con los ejercicios previos. Laila y yo nos vamos a una esquina y comenzamos a estirar los brazos, las piernas y así con el resto de nuestro cuerpo. No queremos ninguna lesión. Al finalizar vamos hasta el inicio del circuito que los entrenadores ya tienen listo para su uso.




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