ME HACES SENTIR
Me quedo de pie mirando el mismo sitio por el que se ha ido Cato hasta que la sirena que indica el final de la prueba suena y me devuelve a la realidad. No sé cuánto he estado bloqueada de pie pensando en lo que Cato me ha dicho. Probablemente más tiempo del que hubiera gustado.
Salgo de la sala y voy hasta el vestuario de las chicas. El entrenamiento ha concluido, al menos por esta mañana. Ahora es momento de descansar, suficiente vamos a tener con el entrenamiento extra de esta noche. Cuando termino de cambiarme voy hasta el comedor, las tripas me suenan por el hambre. Al llegar voy hasta el buffet y cojo un plato de ensalada con pasta y un filete de pollo empanado. Cojo agua fría y una manzana para el postre. Con cuidado de que no se caiga nada de mi bandeja avanzo hasta salir a la calle. Me apetece comer fuera, hace buen tiempo y hay que disfrutar del aire fresco mientras se pueda.
El aire cálido golpea mi rostro provocando que sonría. Este tiempo es mi favorito del año, hace que tenga buen humor. Busco una mesa libre y al final encuentro una en el jardín.
Me siento y espero a que mi amiga se digne en aparecer hasta que al final, pasados unos minutos, aparece sonriendo a su novio, Víctor, y al zopenco que me ha besado en la mejilla antes. Aún sigo confusa y preveo que la comida va a ser muy interesante.
Al llegar a mi altura se sientan y Cato me mira para después giñarme un ojo. Pongo los ojos en blanco y miro en otra dirección. No estoy preparada para sostenerle la mirada, no después de lo que ha pasado hace unos minutos.
—¿Estáis preparados para esta noche? —pregunta Laila mirándonos a todos en cuanto se sienta en el banco.
—No necesito estar preparado —dice arrogante Cato—. Voy a ganar —sigue hablando seguro de sí mismo, aunque a mi parecer ha sonado bastante engreído.
—Sí ya, seguro —me burlo de él.
—Créeme —dice convencido inclinándose hacia mí ya que está sentado justo enfrente—.Tú serás la primera en caer, de eso me encargo yo —dice juguetón con esa sonrisa ladeada.
Ni siquiera me molesto en responderlo. Su comentario me ha molestado. ¿No tengo ya suficiente con tener que aguantarlo? ¿Es necesario que se meta tanto conmigo cómo para tener que ser su primer objetivo? ¡Ni que no hubiera más gente y mejor que yo!
La conversación sigue su curso pero no participo de ella, me quedo callada mientras como mi comida tranquilamente. Cuando levanto la mirada veo sus ojos posados en mí. Me mira interrogante, intentando saber qué me ocurre pero paso de él. No tengo fuerzas. Hoy ya no más.
El timbre vuelve a sonar, lo que indica que en diez minutos comienzan las clases teóricas. Al tener entrenamiento especial esta noche, las clases teóricas son más largas ya que las prácticas de esta mañana han sido más cortas. En definitiva significa que es una mierda. Odio las clases teóricas.
Me despido de Laila y voy camino a mi primera clase. Este año no compartimos muchas clases juntas, ya que cada una ha escogido unas asignaturas diferentes, dependiendo de lo que queramos hacer después de la Academia. Laila ha optado más por la salud, creo que quiere ser enfermera o médico. Yo en cambio, adoro luchar y a mis cuchillos, por lo que haré algo de seguridad.
—Espera —una voz habla tras de mí mientras me coge del brazo para que pare. Sus manos viajan a mi cintura y me hacen girar para estar frente a frente.
—Suéltame —digo furiosa en cuando veo que es Cato y me suelto de su agarre para seguir con mi camino.
—No, espera Clove —me pide.
Paro en seco, me detengo en cuanto oigo sus palabras. ¿Me acaba de llamar por mi nombre? ¿Desde cuándo lo hace?
Me giro lentamente y lo veo parado en el mismo sitio de antes, mirándome con esos ojos penetrantes que me piden que lo escuche.
—¿Estás enfermo? —pregunto acercándome a él y posando una de mis manos en su frente.
—Muy graciosa —me responde riéndose.
—¿Qué narices quieres? —vuelvo a preguntar cansada de su actitud mientras me separo de él—. Por tu culpa voy a llegar tarde a clase así que dispara, di lo que tengas que decir para que pueda irme —mi paciencia se estaba agotando.
Recorta la distancia que nos separa y mi corazón se acelera por momentos. Miro hacia otro sitio, incapaz de mirarlo a los ojos. Con su mano roza mi mejilla y hace que gire mi cara para mirarlo. Su cabeza sigue inclinándose y acercándose para finalmente sus labios se queden a la altura de mi oído.
—Solo quiero recordarte que te prepares para esta noche —me susurra.
Tras eso, se aleja de mí, sin decirme ni una palabra más. Dejándome totalmente descolocada y con un rubor en mis mejillas.
No entiendo nada, no entiendo por qué me dice que me prepare. ¿Para qué? ¿Qué estará tramando?