ME DESCOLOCAS
Los golpes en mi puerta vuelven a despertarme como siempre desde que estoy en el Capitolio. No me apetece levantarme porque el día de hoy es algo complicado. Hoy son las entrevistas y puede pasar cualquier cosa.
Al final me levanto a duras penas y entro en el baño para asearme y vestirme. Cuando estoy algo decente salgo de mi habitación y camino hasta el comedor para desayunar. Entro en la estancia y miro a mi alrededor dándome cuenta de que soy la última en llegar, por lo que me siento en la única silla libre.
Annia nos explica el planning del día mientras me como un croissant. La mañana la tenemos libre y podemos bajar a la sala de entrenamiento para practicar más o simplemente quedarnos en el piso viendo la tele o descansando. Por la tarde nos reuniremos con nuestros estilistas y el equipo correspondiente de cada uno, para que nos preparen para las entrevistas. Finalmente nos llevaran al plató donde se llevará a cabo el show.
Mi cuerpo me pide movimiento por lo que cuando termino de desayunar bajo a la sala de entrenamiento. Nunca está de más practicar siempre que se pueda y más teniendo en cuenta el lugar al que voy mañana. Porque sí, mañana es el día, mañana pisaré la arena por primera vez. Solo espero que todo salga como yo quiero y para ello tengo que trabajar duro. Tengo que conseguir mi objetivo.
Después de descargar adrenalina durante toda la mañana decido volver a mi habitación para descansar un poco. Me tumbo en la cama y al hacerlo todos mis problemas vuelven a acecharme y no paro de darle vueltas a las cosas.
Aunque es normal que esté echa un lío. ¿Cómo no voy a estarlo? Las cosas no me cuadran y no hago más que intentar buscar una respuesta o solución. Sin embargo, por mucho que busque nunca la encuentro. Eso me hace sentir débil y frustrada, insegura. Ahora no sé cómo afrontar las cosas, no sé como sobrellevar todo lo que ha acontecido. No sé cómo actuar ni que decir. Y si yo no lo sé, si no sé qué es lo que está pasando realmente, es posible que la otra persona también esté igual que yo.
Es un enigma para mí, un misterio el cuál quiero descubrir pero siempre me acabo encontrando una barrera que me impide acceder a él. Y es precisamente él quien me pone esos obstáculos, quien no me deja acercarme a él. Primero me odia, luego me quiere para después volverme a odiar. Esto es el cuento de nunca acabar porque él me dice unas cosas pero sus acciones me demuestran todo lo contrario. Y no solo son sus acciones, sino que su mirada también me dice lo contrario a sus palabras. Esa mirada tan clara y transparente que tiene, esa que se supone que es el reflejo del alma de las personas. Aunque intente mostrarme frialdad, odio o insistirme en decir que no me quiere, su mirada lo delata. Esos ojos no pueden esconder lo que de verdad creo que siente. Al menos conmigo no. Es desesperante y frustrante. Me desconcierta tanto…
¿Por qué actúa así conmigo? ¿Qué es lo que se le pasa por la cabeza? ¿Qué misterio hay escondido tras las palabras que escuché decirle a Brutus? Todos son preguntas que no tienen respuesta y que yo no puedo darme. Por mucho que indague si él no es sincero conmigo y, sobre todo, consigo mismo, no hay nada que pueda hacerse.
Yo tengo claro qué quiero y por eso voy a tener que pagar un precio muy alto. Si no lo hiciera ¿cómo sería mi vida sin él? No tendría nada por lo que luchar, por lo que levantarme todos los días y sonreír. Mi vida estaría apagada, gris, triste. No sería feliz porque para serlo, él tiene que permanecer en la mía.
Después de darle vueltas a mis problemas, el tiempo ha pasado tan deprisa que Annia está llamando a mi puerta para que baje al centro de estilismo. Cuando llego mi equipo, Elron, Alia y Sia, ya están ahí esperándome. Sus manos vuelan rápidas hasta mi cuerpo y comienzan por meterme dentro de una bañera, echándome todo tipo de productor a mi cuerpo y a mi cuero cabelludo. Sentir el masaje en mi pelo hace que me relaje completamente lo que Sia aprovecha para arreglarme las uñas de las manos y de los pies. Al terminar, salgo de la bañera y me colocan un albornoz. Me llevan hasta un sofá y hacen que me sentar para que espere a mi estilista, Cloe.
Cloe entra por la puerta unos minutos después que el equipo se fuera. Me sonríe cálidamente y se acerca a mí para centrarse en mi pelo, comenzando a secarlo y después me hace un bonito recogido. Al menos me dice que me va a quedar bien ya que no me deja verme en ningún espejo hasta que termine de arreglarme. Me maquilla sutilmente ya que no veo colores demasiado extravagantes, lo que agradezco enormemente. Aun así creo que me marca bien los ojos y los labios. Termina por colocarme el vestido que es de color azul y por lo poco que he visto creo que va a ser increíble. Me coloca unas hermosas sandalias de tacón a juego con el vestido y me tiende la mano para ayudarme a levantarme de la silla. Me acerca hasta un espejo de cuerpo entero y contemplo mi imagen. Ante mí veo a una chica que no reconozco, una chica hermosa que no se parece en nada a mí.
—Yo… —intento decir algo pero no encuentro las palabras adecuadas—. Me encanta Cloe pero…