Amar o morir 1 || La verdadera historia √

Capítulo 29 - VOLVER JUNTOS

 

 

VOLVER JUNTOS

 

Salimos de la cueva para adentrarnos en el bosque, poniendo todos nuestros sentidos a trabajar. Hoy es el día, hoy se acaba todo, hoy se decide todo y lo que ocurra, marcará nuestras vidas para siempre.

Pienso en la multitud de posibles finales que pueden suceder y no puedo evitar mirar de reojo a Cato, que camina junto a mí en silencio, mirando en todas direcciones y pensando en sus cosas. Aunque sé que está pensando en lo mismo que yo.

Aun recuerdo las palabras que me dijo anoche, porque sí, aunque él no lo supiera, estaba despierta, al menos durante unos segundos. A mi mente aun puedo oír una y otra vez esas palabras: “Te amo Clove”. Es un bucle que no dejo de repetir y que me revoluciona por dentro. Mi corazón se llena de alegría, pero a su vez se acongoja de dolor sabiendo el final que nos espera. No escuché todo lo que me dijo pero sus últimas palabras sonaron tan rotas, tan llenas de dolor y sufrimiento, que lo único que quiero hacer es llevarle al lugar más recóndito de esta arena y ponerle a salvo de lo que se viene.

 

Caminamos durante bastante tiempo, tanto que el cielo se oscurece y tiene toda la pinta de que va a llover. Si ocurre eso, sería lo único que nos faltaba por tener.

—Quieren que esto acabe pronto —habla de repente Cato haciéndome sobresaltar.

—¿Cómo? —pregunto sin entender lo que me quiere decir.

—Está oscureciendo muy pronto, quieren que el día termine ya —me explica y miro al cielo viendo cómo van apareciendo las estrellas en el firmamento.

Cato se acerca a mí, coge una de mis manos y la entrelaza con la suya. Soy incapaz de mirarle, solo puedo centrar mi vista en nuestras manos unidas. Cierro los ojos y me concentro en el contacto de su piel contra la mía, de sentirle así tan cerca de mí, hasta que siento una de sus manos en mi mejilla, acariciándome. Me alza el mentón para que lo mire a los ojos pero me rehúso, manteniendo mis ojos cerrados. Su cuerpo se acerca al mío y ahora tiene sus dos manos en mis mejillas, por lo que finalmente abro los ojos para mirarle. Estamos así durante unos segundos hasta que Cato habla.

—Todo va a estar bien —me dice Cato—, todo irá bien —sigue diciendo en tono suave para intentar calmarme.

Se inclina y besa mi frente con cariño para después abrazarme. Durante el abrazo deja varios besos en mi pelo y acaricia con movimientos suaves mi espalda.

—Volverás a casa —dice seguro al separarnos—, te lo prometo —me mira a los ojos seguro de sus palabras.

Al escuchar sus palabas con tanta convicción hacen que dude durante unos segundos y que sienta miedo, miedo por él, miedo a perderle. Mi corazón se acelera por momentos al verle tan dispuesto a devolverme a casa cueste lo que cueste.

Nos miramos como dos tontos enamorados, intentando guardar en nuestra memoria la imagen del otro, aprovechando cada resquicio de tranquilidad que nos regalan.

Unos ruidos ensordecedores irrumpen el silencio del bosque, aparto mi mirada de la de Cato y escudriño el bosque buscando el origen del ruido, vuelvo mi mirada a Cato asustada. Los sonidos se oyen cada vez más fuertes y más cercanos. Cato me devuelve la mirada asustado también. Justo detrás de Cato, entre las sombras de los árboles veo unos ojos amarillos que nos observan.

Los ojos amarillos se acercan hacia nosotros dejándose ver. Ante mí se muestra una figura enorme, un animal gigante, parecido a un lobo pero más grande. Es como si lo hubieran alterado genéticamente, para mí que es un lobo mutado. Los vigilantes se han encargado de dar un buen espectáculo a los espectadores para la gran final. Miro horrorizada a Cato, quedándome estática en mi sitio. Cato me ve la cara y lentamente se da la vuelta, mirando en la misma dirección que yo. Noto que sus músculos se tensan al observar al enorme monstruo que se acerca a nosotros.

—Clove —pronuncia mi nombre dándose la vuelta—. ¡Clove! —grita para que reaccione—. ¡Vamos Clove, muévete! —me sigue gritando acercándose a mí.

Soy incapaz de decirle ni una sola palabra, no puedo mover ni un músculo, estoy bloqueada y asustada. No me esperaba que el final fuese así. Cato me coge de la mano y me arrastra con él.

—¡CORRE! —me grita echando a correr tirando de mí, aunque ahora sí que reacciono y me acoplo a su ritmo.

No dejamos de correr ni un momento mientras el muto nos persigue por detrás gruñendo. No podemos dejar de correr, si lo hacemos, moriremos. Al muto que nos persigue se le añaden otros dos. Uno de ellos viene por mi derecha y por culpa de mirarlo trastabillo con una rama cayendo al suelo. Sin poder evitarlo el muto se cierne sobre mí. Cierro los ojos esperando la muerte, porque contra eso no puedo luchar.  Abro los ojos porque quiero mirar la muerte a la cara y al hacerlo veo como Cato se interpone entre el muto y yo, recibiendo un zarpazo que lo lanza por los aires.

Me levanto como puedo y corro hasta llegar a él. El ver la brecha en su cabeza y su sangre me revuelven las tripas y me horroriza a partes iguales. Pero lo peor de todo es que me asusto enormemente al ver que sus ojos están cerrados. Me agacho y comienzo a zarandearlo para que se despierte. Mi corazón se encoje en un puño esperando una reacción por su parte. No puede ser, no puede acabar esto así. Por favor que no esté muerte, por favor, por favor. Me muero si lo está.




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